Por Alejandro Páez Varela
1. La venganza
Las últimas portadas de las dos principales revistas políticas de México, Nexos y Letras Libres, están dedicadas a Andrés Manuel López Obrador con ensayos de sus directores: Héctor Aguilar Camín (con Jesús Silva-Herzog Márquez) y Enrique Krauze. Es una especie de despedida con ganas de que impacte en el proceso electoral. Seguramente vendrán más ediciones dedicadas a él porque lo que sobra son ganas y tiempo para vengarse, para tratar de mermarlo y, a la vez, para mostrar fortaleza como núcleos de pensamiento después de años de descrédito y antes de lo inevitable: la derrota de Xóchitl Gálvez. Perderá y perderán, y será demoledor.
En las tres semanas que le restan al proceso electoral es difícil que Gálvez haga lo que no pudo hacer desde mayo de 2023, cuando las élites se decidieron por ella. Yo todavía analizo qué ha pasado en el último año. Hay muchas preguntas y una respuesta que ayudaría a entender a las élites económica, académica, intelectual y mediática es si escogieron a Xóchitl para que se resbalara, o porque se resbalaba. La primera opción sería un tiro en un pie, es decir, supone que querían que fracasara. No lo creo. Realmente querían que ganara. La segunda idea es más viable: la seleccionaron porque se resbala y alguien que se resbala necesita quién lo levante.
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A las élites de los últimos 40, 50 años les han gustado los presidentes que se resbalan para tener la oportunidad de ponerlos de pie mientras les revisan los bolsillos a ver qué se encuentran. Sólo que esta vez, como en 2018, su candidata no llegará o llegará a algún lado, el que sea, pero con los bolsillos vacíos.
Ernesto Zedillo tira el castillo de naipes que había construido su antecesor, Carlos Salinas; lo ayudan a levantarse. Vicente Fox fue básicamente un ignorante de lengua larga y bueno para nada; allí estaban las élites para ayudarlo. Luego vino el más de derechas desde Gustavo Díaz Ordaz: Felipe Calderón; lo impusieron y después caminaron con él. Luego vino Enrique Peña, un títere que a veces mostraba voluntad propia, el payaso de las cachetadas, alguien de antemano derrotado porque olía a suciedad. Lo ayudaron hasta donde se pudo.
Y después se les atravesó López Obrador. El primero que las élites no podrían manipular en muchas décadas; el primero en salirse de su control. Y a la gente arrogante no le gusta ese tipo de pelados. Los empresarios de la élite podrán ser ignorantes, pero mantienen la arrogancia; y a los intelectuales y académicos igual: les podrán llamar corruptos y acomodaticios, pero siempre conservarán esa arrogancia mal entendida y peor aplicada.
¿Cómo fue que el macuspano López se les coló en la Presidencia? ¿Cómo alguien a quien le dicen “El Peje”, pueblerino, pudo ganarles la partida? Si por eso le dicen “El Peje”, para faltarle al respeto, para minimizarlo; si son mejores que él, tienen más recursos que él y han visto más mundo que él, ¿cómo que Presidente? “El Peje” es una manera de apartarlo de la senda de gloria por la que ellos caminan; es vulgarizarlo, aplastarlo. “El Peje” le dicen al señor que les lava el carro. “El Peje” es nombre de humillado. Pero resulta que ni les lava el carro ni pudieron humillarlo, sobajarlo, descarrilarlo y mandarlo al cesto de los trapos sucios de la Historia; resulta que no le dan órdenes, ni lo levantan y tampoco los necesita para salir de sus propios atolladeros, que son muchos. Esa autonomía es la más (discúlpenme el término) cagante para ellos. Se tardaron décadas en destruir la educación pública y en formar cuadros a modo en universidades privadas para un día como hoy, y “El Peje”, para ellos un don-nadie, se quedó con la cereza del pastel.
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Y no sólo eso: sin haberse graduado de Harvard o sin ser de alguna de las escuelas de pensamiento económico liberal que tanto los encandilan, tomó las riendas de la economía y no le salió mal. A cualquiera (entre ellos) encabrona. Es un dictador, un mentecato, un abusador: ¿cómo que ya se va sin que le refresquen la memoria? Claro que se la van a estar recordando desde hoy y hasta que se vaya. Creen que podrán agriarle la leche, mantenerlo en su rancho y tapizarle las paredes de maldiciones. Eso está por verse.
Algunos entre ellos están convencidos de que, incluso, AMLO deberá refugiarse en Cuba porque acá se le odia. Es la arrogancia. Aguilar y Krauze cumplirán 80 años a medio sexenio de Claudia Sheinbaum y cada uno, ellos y López Obrador, habrán contado lo que pudieron contar, y habrán hecho lo que pudieron hacer, y no veo cómo aquellos podrán librarse de la mancha de haberse fusionado a la derecha intelectualmente más pobre (Xóchitl, Marko Cortés, Jesús Zambrano, el otro al que llaman “Alito”) mientras que el otro puede cortar un plátano y caminar descalzo, y con eso ser feliz.
No podrán dejarlo ir sin, al menos, tratar de vengarse. Otros como ellos –en episodios que nadie recuerda– lo hicieron así con Lázaro Cárdenas.
2. Circula un meme, varios
Circula un video. (Son muchos, porque un deporte nacional de finales de campaña presidencial es reunir todos los deslices, tropiezos y mentiras de Xóchitl Gálvez). En él aparece la candidata del PRIAN supuestamente saludando en la lengua de su pueblo natal. Luego, en el mismo video, sale el mismo saludo de ella pero han cambiado las palabras, incluso la entonación. El video sugiere que se ha inventado aquello de que habla su lengua madre además de español, inglés, francés, japonés y no sé cuántas otras porque se cita una entrevista de hace un cuarto de siglo en la que afirma que es políglota. Y como tiene memoria privilegiada –según ella misma– seguramente recordará aquéllas y habrá sumado otras lenguas.
Circula otro video. (Son muchos, en realidad, porque no sale de un escándalo cuando ya está en otro). En él, Xóchitl habla de “los cinco continentes de las capitales del mundo”; se refiere a una supuesta “capital del mundo” (que yo defiendo que es Parral, Chihuahua, la tierra de mis padres) y la importancia del video no está allí, aunque sólo eso da material para el escarnio, sino en el tremendo amor (idolatría) que guarda por sí misma. Tenía una memoria privilegiada, dice la candidata que no ha citado un solo libro o un solo autor en toda la campaña; la que no recuerda la cantidad asuntos que ha dicho sobre ella porque si los recordara, no los desmentiría horas, días, meses, años más adelante.
Un gran reto para sus biógrafos, que son muchos, será actualizar sus textos cuando termine la campaña. Será un reto doble: hacerlo, es decir, corregir y actualizar el texto con nuevos datos (y contradicciones) de alguien que no para de hablar sobre sí misma, y realmente hacerlo, es decir, decidirse a corregir y actualizar un texto sobre alguien que, terminada la elección, se irá a la nada. Así es la política, así es el poder: por el mismo torbellino suben unos y otros bajan.
Para ella, dicen casi todas las encuestas más o menos respetables, toca lo de bajar. Y yo creo, como dije ya hace unos diez meses, que la derrota estaba muy cantada. Alguien que ha sido elevado al cielo con tantos artilugios caerá de manera ruidosa cuando esto acabe. Las mismas élites intelectual, mediática, académica y empresarial se encargarán de quitarle los artilugios y andamios que le pusieron para elevarla, porque no son de ella. Los necesitan para más adelante. Y una caída desde tan arriba (y ella siempre se ayuda a inflarse un poco más) no se le desea a nadie. Por Dios santo.
3. Narcopresidente
La oligarquía chihuahuense, cuya historia va más allá del siglo XIX, apoya candidatos de derechas desde hace décadas. Y para ello cuenta con un fondo, dicen, generoso. Y claro que le ha funcionado. Vean hacia Chihuahua, tan de derechas. Chihuahua podrá ser un estado con la pobreza más insultante, pero es de derechas. En Chihuahua nació la Revolución, pero es de derechas. En Chihuahua germinaron rebeldes radicales contra la miseria, antes incluso de 1968 (ejemplo: el asalto al cuartel de Madera), y en Chihuahua se luchó contra generaciones de oligarcas abusivos. Pero Chihuahua vota de derechas. Los poderosos multimillonarios han hecho su trabajo para que sea así desde hace décadas. Con el PAN y más allá del PAN.
Voy de regreso al fondo con el que financian campañas. Cuando hay elecciones recurren a él o deciden cómo activarlo. Hay mil maneras para que la ruta de ese dinero nunca se conozca. Una vía es el dinero en efectivo, pero hoy no es necesario: hay tantos fideicomisos oscuros y paraísos fiscales regados que pocos cargan maletines o cajas de huevo con billetes.
Recientemente, algunos de los empresarios chihuahuenses dentro de ese grupo (en “Visión Chihuahua” están los Terrazas, los Fernández, los Cruz Russek, los Mares, los Elías; y Lupita de la Vega, Juan Carlos Guerrero y Víctor Almeida) protestaron durante una reunión. Y por eso, porque protestaron, tengo estos datos. Algunos sabían pero otros no, que Ricardo Anaya había volado a El Paso, Texas, para encontrarse con sus representantes. No todos sabían que el 19 de marzo pasado, de acuerdo con los datos que me proporcionaron, el excandidato presidencial fue a esa ciudad texana, vecina de Ciudad Juárez, para supervisar los detalles de una campaña en desarrollo a la que el fondo empresarial habían metido millones de dólares.
Una parte del empresariado chihuahuense se enteró allí que estaban pagando grandes sumas a Alejandro González, coautor de la campaña “Un peligro para México” en 2005-2006. De acuerdo con los datos proporcionados, algunos empresarios se quejaron de no haber sido informados a tiempo del destino de su dinero porque sabían que iría para actividades de Xóchitl Gálvez, pero no que se usaría para la campaña que mantiene la tendencia “narcopresidente” y “narcocandidata”.
Sí, de acuerdo con la información, dinero de Chihuahua –en ese estado gobernado por la panista Maru Campos– ha sido utilizado para atacar a López Obrador y a Claudia Sheinbaum, según esta información. Insisto en que no todos los empresarios estaban enterados y en que no existe un documento para probarlo, por ahora, aunque se sabe que hay fotos, quizás videos, del encuentro en El Paso.
De momento no puedo confirmar la información, pero ese tipo de cosas suelen reventar con el tiempo. Y cuando reviente romperá ventanas, como aquella ocasión en que Tatiana Clouthier desnudó a las élites empresarial e intelectual detrás de Operación Berlín.
No pierda este dato, mientras tanto: que Ricardo Anaya es parte de la trama para acusar a López Obrador y a Sheinbaum de narcotraficantes, según se dice allá, en la Chihuahua de derechas. Ya saltará la confirmación, cuando salte. Así pasa siempre.
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