Bukele y la democracia ¿Guardián o amenaza?

marzo 19, 2024
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El caso de Bukele plantea desafíos significativos para la democracia en El Salvador .
EL COAHUILENSE.

Por: Gonzalo Villanueva

Desde hace un tiempo imparto clases a jóvenes universitarios. En días recientes estuvimos revisando, por un lado, el tema de la calidad en fuentes de información, y, por otro, el tema de la ética y su influencia en la cotidianeidad.

El devenir de los contenidos y búsqueda de chispa en las clases me llevó a revisar el video de cierto influencer mexicano que visitaba una cárcel de máxima seguridad en un país centroamericano. 

Las imágenes muestran que la prisión está marcada por un fuerte control policial sobre los reos en todo momento; también se expone el hacinamiento en el que viven los reos en sus celdas. Algo que no aparece en la grabación es que muchas personas detenidas carecen de una sentencia, y otros tantos que sí la tienen no han podido apelar sus resoluciones, aunque esto es parte de sus derechos. 

El contenido del video está producido de buena manera y presentado en excelente resolución, con cortes precisos a los momentos más interesantes del mismo. Claro está que la intención es hacer un publirreportaje para desviar las miradas de las elecciones del 4 de febrero último en El Salvador, donde el presidente Bukele se reeligió pese a que esto lo prohibía la Constitución de ese país. El video se publica el 7 de febrero, tan sólo unos días después de los comicios.

Mis expectativas eran claras para mi actividad, después de la exposición de los temas centrales vendrían los comentarios críticos de los alumnos: en la primera clase los estudiantes caerían en cuenta de que el video no era una fuente del todo confiable para conocer la situación de seguridad en aquella nación flagelada por la violencia; en otra sesión esperaba que el video resultaría disonante con las ideas de Rousseau y los alumnos identificaran aquellas prácticas mostradas en el video como insensibles y duras, carentes de sentido humano.

Bien dicen que las expectativas son para ser defraudadas. En la primera de las clases muchos de ellos consideraron que aquel video no era mala fuente de información, más bien mencionaron que: “Por algo lo habían dejado entrar a esa prisión”, que “cómo no iba a ser verdad lo que su youtuber de confianza les mostraba, claro que era experto, ellos mismos tienen años viendo sus videos alrededor de todo el mundo”. 

En la otra clase los comentarios giraban en torno de que: “Ver a los presos así los hacía sentir más seguros”, que “ojalá que en México se tuviera la misma mano dura con los delincuentes” y que “era lo mejor para la sociedad”. Vaya… no escatimaron en ponerse hobbesianos. Estos ejemplos reflejan lo que compartió el caudal común de los alumnos.

No escribo estas líneas para hacer burla de sus ideas, nada más lejano de la verdad. Más bien, sus comentarios me preocupan, por no decir que me estremecen un poco. No sólo por ellos, en particular, sino porque lo dicen con tanta seguridad que pareciera que sus ideas reflejan la consciencia colectiva de muchas más personas. Claro está que el modelo de Bukele se esparce prácticamente sin miramientos y sumando a quien esté dispuesto a presenciar, al menos por un momento, su juego y baile de símbolos.

¿Quién es Bukele?

Nayib Bukele aparece en el escenario político hace poco más de una década. Previo a ello, sólo figuraba como un empresario, descendiente de inmigrantes palestinos, relacionado con la publicidad y la administración de centros nocturnos.

Sin previa figuración política, fue elegido alcalde de una pequeña comunidad llamada Nuevo Cuzcatlán, abanderado por el partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional [FMLN], antigua guerrilla. Este hecho marcaría el inicio de su acumulación de poder hasta llegar a su segundo periodo presidencial el 4 de febrero último. Tres años más adelante compitió para conquistar la alcaldía de San Salvador, el segundo puesto de elección más relevante de ese país, lo hizo como candidato del mismo partido.

¿Por qué la gente aclama la figura de Bukele?

Al igual que otros países centroamericanos, El Salvador sucumbió en décadas recientes a los estragos de la violencia, fenómeno que ninguno de los gobiernos anteriores logró controlar. La antigua búsqueda de diálogo con las maras ni las políticas represivas habían funcionado.

Este fenómeno sería el escenario idóneo para que Bukele diera cuenta de su pericia con la gestión de los deseos y temores de los demás salvadoreños. Haciendo énfasis en la política de seguridad, el presidente Bukele emprendió su Plan de Control Territorial, mismo que, en palabras de su creador, debía de mantenerse en secrecía por cuestiones de seguridad nacional.

Mediante diversas líneas de acción, como el control de los centros penitenciarios, el ataque a las finanzas de las pandillas y el fortalecimiento significativo de los cuerpos de seguridad, el plan arrojó buenos resultados, éstos respaldan la figura de Bukele hasta el día de hoy. La tasa de homicidios en El Salvador ha disminuido significativamente, pasaron de 62 por cada 100 mil habitantes en 2017 a 2.4 en 2023.

Sin embargo, hay que ser cuidadosos con la proyección de estas cifras. El Salvador tiene una de las mayores tasas de encarcelamiento del mundo, lo que plantea interrogantes sobre la efectividad y las implicaciones del enfoque de mano dura adoptado por el presidente Bukele. Por ejemplo, el Centro de Confinamiento antes mencionado tiene capacidad para albergar hasta 40 mil reos. De igual manera, el llamado Estado de excepción (elemento fundamental del Plan de Control Territorial) ha dado pie a la concentración del poder en manos del presidente y el debilitamiento de los mecanismos de control y equilibrio constitucionales, planteando preocupaciones sobre el estado de la democracia en El Salvador.

¿Alianzas fácticas o alianzas fatídicas?

Siguiendo a la doctora Eguizábal, profesora de la Flacso en Costa Rica, durante el siglo XXI en algunas sociedades latinoamericanas ha sido posible presenciar el deterioro de los sistemas políticos. Aunque en distintos grados, el desencanto con la democracia, la desintegración social y el aumento de la desigualdad han marcado el deterioro político en la zona. Sin duda, una figura como Bukele sólo puede aparecer ante este desgaste político.

La explosión de los medios de comunicación alternativos, como las redes sociales y las agencias de noticias especializadas, han mermado el poder de cribado tradicional de las fuerzas políticas para detener a las figuras autócratas contemporáneas. Trump y Milei acompañan a Bukele en esta lista.

Todas las democracias pueden albergar a demagogos en potencia, sin embargo, en este punto son los partidos políticos quienes deben fungir como los guardianes de la democracia. En esto falló el FMLN que ante la sensación de que perdían el control político en la zona cedieron ante la tentación de sumar a sus filas a un personaje que, aunque era desconocido, empezaba a ganar carisma y popularidad en Nuevo Cuzcatlán. 

Posterior a esto, el FMLN presenció que Bukele es un experto en el manejo de la post verdad y la metanarración. Para cuando los miembros del partido quisieron frenar la normalización y dejar de conferir respetabilidad a la figura de Bukele, era demasiado tarde. Este se terminaría lanzando como candidato a la presidencia bajo los colores del partido de derecha Gran Alianza Nacional (Gana), mismo que dejaría atrás dos años más tarde después de consolidar su partido político: Nuevas Ideas.

¿Por qué la democracia está en riesgo?

En épocas previas las democracias fracasaban en manos de militares, ahora, son líderes electos quienes subvierten los procesos mismos que los llevaron al poder. Como dice T. Marshall: “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, es por ello que los golpes militares son cada vez menos frecuentes para llegar al poder. En la actualidad, el retroceso democrático suele comenzar en las urnas.

En su ascenso al poder, Bukele se ha valido de lo que Levitsky y Ziblatt denominan como síntomas de la muerte de la democracia. Desde sus inicios como alcalde en Nuevo Cuzcatlán, Bukele se ha encargado de intimidar a la prensa libre y de tratar a sus adversarios como enemigos personales. Más adelante, en su camino y ejercicio del rol presidencial, ha debilitado las defensas institucionales clave: los tribunales, servicios de inteligencia y organismos autónomos. 

Incluso, su reelección del 4 de febrero es un claro ejemplo de lo que en ciencias políticas se denomina como “gerrymandering”, es decir, volver a trazar los límites electorales en beneficio de un partido o de una persona clave.

La libertad contra el poder

Ante un escenario tan demoledor, en busca de respuestas vale la pena volver a Norberto Bobbio. Este filósofo italiano, base teórica del pensamiento político moderno, menciona que los mecanismos constitucionales que caracterizan al Estado de derecho tienen el propósito de defender al individuo de los abusos del poder. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando es el mismo Estado el que se vale del mencionado Estado de excepción para violar las libertades civiles?

Siguiendo a Bobio, libertad y poder son dos conceptos antitéticos, hasta cierto punto incompatibles. Por ejemplo, cuando una persona extiende su poder para mandar disminuye en sentido negativo la libertad de otra persona. Cuando una persona amplía su esfera de libertad, disminuye la esfera de poder de la otra. 

En conclusión, el caso de Bukele plantea desafíos significativos para la democracia en El Salvador y suscita preguntas difíciles sobre el equilibrio entre libertad y seguridad. La influencia de Bukele y su estilo de liderazgo han llevado a reflexiones profundas sobre el futuro del país y sus instituciones democráticas. La pregunta que queda en el aire no es sólo sobre el destino de El Salvador, sino sobre los principios fundamentales que guían a las sociedades democráticas en todo el mundo: ¿es Bukele un guardián de la democracia o una amenaza para ella? Esta interrogante no sólo concierne a los salvadoreños, sino que resuena en otras naciones que observan de cerca los eventos en El Salvador y se preguntan sobre el rumbo de sus propios sistemas democráticos. 

Además, este año México se enfrenta a sus propias elecciones, lo que agrega una dimensión adicional a la discusión sobre el estado de la democracia en la región. Todo esto ocurre en el contexto de un superciclo electoral mundial, donde numerosos países enfrentan decisiones cruciales que tendrán un impacto duradero en el curso de la historia política global. Algunos analistas políticos mencionan que las elecciones de este año se resolverán en gran medida por las necesidades fundamentales de los votantes más allá de las preocupaciones por la democracia. ¿Será que los votantes en México se encaminen a una figura con las características de Bukele? No lo sé, pero vale la pena seguir explorando su figura en este espacio.

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