Por Álvaro Delgado Gómez
“México lleva demasiado tiempo dolorosamente sumido en una discordia inducida por el poder. Es hora de invocar el espíritu de la reconciliación”, planteó Enrique Krauze en el diario Reforma, el domingo 10 de diciembre, dos días después de la convocatoria al odio de la revista Siempre contra Claudia Sheinbaum, asociándola en su portada con el nazismo, una infamia extendida entre la oposición de derecha.
“¡No permitamos que gane!”, convocó en la revista que dirige Beatriz Pagés, una política priista que milita en la misma a causa de Krauze, pero tan rudimentaria que éste rechazó la portada de una publicación que, desde hace décadas, critica a Andrés Manuel López Obrador, como es su legítimo derecho, pero que ha tomado el sendero de la vileza, la calumnia y del discurso de odio.
“Si permitimos que pase Morena, si dejamos que gane Sheinbaum, los exterminadores de México no sólo serán las SS de la 4T, sino una oposición sin coraje para impedir que México quede en las garras de un proyecto despótico y transexenal encabezado ahora por una comunista embozada”, escribió Pagés con tan manifiesta ignorancia que comparó a los nazis con los comunistas, algo que se ha vuelto tan común en los círculos de la misma oposición en la que milita Krauze.
Al repudio a Siempre se sumaron personajes que son antagonistas en los proyectos políticos en el proceso electoral que está en curso, quienes publicaron un desplegado para exigir “retirar” la portada, porque “la señora Beatriz Pagés y su equipo editorial cruzaron una línea inadmisible en los tiempos que vivimos. La portada no sólo es deshonesta y ofensiva contra Claudia Sheinbaum, sino con las verdaderas víctimas del fascismo, con sus familiares y con los millones de personas que han luchado por la memoria y la no repetición”.
Y aunque el Instituto Nacional Electoral (INE) también reprobó que Siempre y Pagés de utilizar “símbolos que fomentan el discurso de odio” y que “incitan a la discriminación o a la violencia”, la directora se sostuvo en su postura, salvo por una disculpa a la comunidad judía, lo que revela que el resto de los mexicanos le importan poco.
Cada que hay un exabrupto antisemita se produce una reacción, como ocurrió cuando Vicente Fox llamó “judía y extranjera a la vez” a Sheinbaum —que hasta Xóchitl Gálvez tomó distancia—, pero no sucede lo mismo cuando hay otras expresiones misóginas, clasistas y racistas que han terminado por normalizarse pese a ser también parte del discurso de odio.
No pude ignorarse tampoco que en un sector de mexicanos, incluidos quienes se dicen de izquierda, hay un antisemitismo despreciable que debe exhibirse para erradicarse. A todo personaje público debe criticarse por su comportamiento y opiniones —que no todas son respetables—, no por su origen, religión, posición económica o preferencia sexual.
Pagés fue también, junto con Raymundo Riva Palacio y Joaquín López Dóriga, la impulsora de la hipótesis de un magnicidio contra Xóchitl Gálvez, en julio. ¿En qué fundamentaron los tres tamaña conjetura? En nada. Sólo en sus propias suposiciones y prejuicios.
No pude ignorarse tampoco que en un sector de mexicanos, incluidos quienes se dicen de izquierda, hay un antisemitismo despreciable que debe exhibirse para erradicarse. A todo personaje público debe criticarse por su comportamiento y opiniones —que no todas son respetables—, no por su origen, religión, posición económica o preferencia sexual.
Ignoro si fue la portada de Siempre lo que motivó a Krauze a “invocar el espíritu de la reconciliación” en su colaboración en Reforma, pero la impostura en ese planteamiento radica en que tiene como base que la discordia en curso en México es “inducida por el poder”.
Es obvio que cuando Krauze se refiere “al poder” alude a López Obrador y a su estilo personal de ejercer la Presidencia de la República, pero la discordia en México, entendida como la falta de acuerdos, el conflicto y hasta la “polarización”, es más compleja y más añosa, asociada fundamentalmente a las profundas desigualdades sociales, as los privilegios de las élites y a los abusos del poder con represión y adulteración de la voluntad popular previos a 2018.
Ahora mismo está en curso una deleznable campaña contra Sheinbaum con numerosos videos de alta calidad de producción, iguales a la campaña de 2006, tratando de infundir miedo.
La campaña coincide con la llegada de Maximiliano Cortázar al equipo de Xóchitl Gálvez, la candidata que apoya Krauze, quien era consejero de Televisa junto con Claudio X. González Laporte cuando se instrumentó una campaña análoga contra López Obrador para favorecer a Felipe Calderón, amigo del director de Letras Libres.
Krauze es también el inventor de la supuesta reelección de López Obrador, tanto que hasta convocó a crear un “Frente Nacional Antirreeleccionista”, en 2019, y propuso encabezarlo a Cuauhtémoc Cárdenas. Aunque lo ha negado, hay evidencias que animó la guerra sucia .
Por lo demás, si hay discordia en México, entendida como disenso y discrepancia, es porque se han puesto en blanco y negro los proyectos que está en curso y no está mal que cada mexicano define de qué lado quiere estar en función de los intereses que cada polo defiende, o si no quiere estar en ninguno.
Eso está bien y se llama democracia, porque las posturas distintas se manifiestan y se confrontan, a veces en los medios de comunicación, las redes sociales y los grupos sociales y hasta familiares, a veces en las elecciones para decidir autoridades y representantes.
Lo grave sería que todas las voces sean silenciadas, que se encarcele y asesine a los críticos, que se cierren y proscriban medios de comunicación, pero hasta ahora no se ha acreditado nada de esto, como sí ocurría hasta hace no mucho tiempo.
En México cualquier persona escribe lo que le da la gana, aun mentiras manifiestas con consecuencias sólo para la credibilidad del autor. Yo jamás habría pedido “retirar” la portada de la revista de Pagés, porque lo que se escribe se debe sostener, y tampoco avalo que se encarcele a nadie por ejercer la crítica, que en todo caso debe ser sancionada por la vía civil.
En México todo debe discutirse, incluido el trabajo de los periodistas y los medios de comunicación. Los propios premios de periodismo deben discutirse para que no sean políticos e impostores del periodismo los que los otorguen, como el que entrega la revista Siempre.
Y discutir críticamente no debe generar discordia, confrontación ni ruptura, sino conocernos más y generar la posibilidad de encontrar acuerdos, que eso es la conciliación.
Lo contrario es el insulto, la descalificación, la mentira, la calumnia y la difamación, que a menudo circulan al amparo de la libertad de expresión y hasta premios ganan.
“Es hora de invocar el espíritu de la reconciliación”, plantea Krauze y es legítimo preguntarse a qué conciliación invita y a qué momento de la historia en la que reinaba la concordia, la justicia, la armonía.
Me temo que este llamado a la “reconciliación” es a la conciliación que existía antes de 2018 y que motivó el desplegado del 15 de junio de 2021 para exhortar a la oposición a unirse y “recuperar el pluralismo político y el equilibrio de poderes que caracterizan a la democracia constitucional”.
Es decir, volver al pasado que plantearon en ese desplegado el propio Krauze, Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda, Julio Frenk, Consuelo Sáizar, José Woldenberg y Gabriel Zaid, entre otras personas, que forman parte de una coalición política y electoral que construyeron con el magnate Claudio X. González.
Y por ahí va, pienso, este llamado de Krauze. Una de las firmantes de ese desplegado para crear el PRIAN fue, precisamente, Beatriz Pagés, la directora de la revista Siempre, cuya infame portada avaló con su silencio Claudio X. González.
¿Reconciliación? No: Pura hipocresía.
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