Por Brenda Macías
El 7 de agosto último, en conmemoración del 50 aniversario luctuoso de la escritora mexicana Rosario Castellanos, el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM reivindicó la faceta intelectual de la precursora de los movimientos feministas en México con la reedición de Mujer de palabras, artículos rescatados de Rosario Castellanos, de Andrea Reyes.
En esta nueva edición, el CIEG, con el apoyo de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, el Fondo de Cultura Económica y el Instituto de Investigación de las Naciones Unidas para el Desarrollo, recupera un texto que se creía perdido: “El mundo de los jóvenes: entre la tolerancia y la fuerza”, publicado por primera vez el 16 de noviembre de 1968 en las páginas 6A y 8A de la sección editorial del periódico Excélsior.
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Dicho artículo de opinión fue rescatado de los archivos físicos del diario Excélsior por la investigadora Claudia Domínguez Miranda, de la Universidad Autónoma Metropolitana, y entregado a Andrea Reyes, de la Universidad de California en los Ángeles, para desmontar la hipótesis que sugería que Rosario Castellanos no había escrito entre el 2 de octubre de 1968 –fecha marcada por la masacre de estudiantes en Tlatelolco– y el 23 de noviembre del mismo año.
Defensora de la libertad de expresión
Rosario Castellanos fue una escritora que usaba la ironía para hablar en tiempos en los que todo era censurable. Habló de los problemas del colonialismo en Chiapas, su tierra. Nos advirtió de los peligros del patrioterismo y la demagogia.
Ella fue una mujer con perspectiva internacional. En todo momento desafió y defendió la libertad de expresión. Incluso renunció a su cargo como directora de Información y Prensa de la UNAM cuando derrocaron al rector Ignacio Chávez.
Tolerancia y fuerza
La columna de opinión de Rosario Castellanos que encontró Claudia Domínguez Miranda y se añade en la reedición de Mujer de palabras, se ubica en el centro de la página 6A de la sección Editorial del periódico Excélsior, justo debajo de un cartón de Merino que dice: “Odontología, un dolor de muelas”, y entre los análisis periodísticos que daban cuenta sobre una necesaria reforma fiscal que pudiera resarcir las lagunas que permitían la evasión de impuestos, la reflexión sobre cómo la influencia norteamericana en la Organización de las Naciones Unidas evitó la participación de China, gobernada por Mao Tse Tung; el anuncio de la muerte de don Ramón Menéndez Pidal, presidente de la Real Academia de la Lengua Española; el encono entre la Organización del Atlántico Norte y los rusos, de cómo los problemas diplomáticos podrían resolverse con una eficiente comunicación social y una añoranza: los 58 años de la Revolución Mexicana.
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En medio del ruido geopolítico y la Guerra Fría, las heridas de la Revolución Mexicana, la creación de instituciones fiscales, sin olvidar la publicidad de los números ganadores de la Lotería Nacional, del reloj marca Steelco y los lentes de contacto de la Óptica Económica, el texto de Rosario Castellanos, El mundo de los jóvenes: entre la tolerancia y la fuerza, es un clamor que intentó emular a la “Égloga” que el poeta Miguel Hernández escribió a Garcilaso de la Vega.
Con su llamado, la pensadora Rosario Castellanos expuso los porqués y los cómos del problema del microcosmos llamado Universidad y aprovechó el espacio para admitir que a la juventud se le estaba negado un futuro o, en su caso, “el mejor de los mundos posibles”.
Habló de los rumores de un complot que desestabilizaba a la Universidad y la poca atención que se le daba al reclamo de los jóvenes que exigían un cambio de fondo en las estructuras políticas y sociales de México.
Rosario Castellanos expuso que las instituciones políticas, como los partidos, no estaban a la altura para escuchar y resolver las necesidades de la juventud.
Definió al PRI como un partido que no se hacía cargo de sus errores, con nula autocrítica y capaz de sacrificar sus ideales revolucionarios a cambio del éxito inmediato. Al PAN, como una organización al amparo del clero y la iniciativa privada, y al Partido Comunista, como la vía directa a la cárcel.
La juventud universitaria de ese entonces –como ahora– reclamaba un cambio urgente en las estructuras políticas y económicas del país. La comunidad universitaria a la que se refería Castellanos estaba marcada por la masacre de Tlatelolco de 1968 y buscaba que su universidad fuera crítica de la vida pública, abierta a la participación directa y responsable en el cambio estructural.
En su análisis, Rosario Castellanos hace una crítica al Instituto Nacional de la Juventud que en ese entonces enfocó su acercamiento a su población objetivo mediante el deporte, en específico el ciclismo, pero no era suficiente. Rosario Castellanos se preguntaba qué otros espacios podrían satisfacer las necesidades políticas de una juventud activa, crítica y dispuesta a detonar un cambio.
En respuesta a esa interrogante, la autora de Poesía no eres tú, con un tono escéptico y hasta irónico, propuso que una solución sería la creación de un nuevo partido político, pero veía ese cambio lejano porque la clase política de la época carecía de liderazgos con prestigio moral e intelectual, y quien pudiera erigirse al mando de esta nueva fuerza política debería tener “la candidez de la paloma y la malicia de la serpiente”.
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