¿Cuántos y quiénes votan en México?

enero 4, 2024
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Parte III

Alétheia

Por Jesús Gerardo Puentes Balderas

Con esta entrega finalizamos el análisis sobre los perfiles del electorado, realizados por el Instituto Nacional Electoral y la organización Latinobarómetro. Seguramente los equipos de cada candidato tendrán información más detallada y a profundidad del electorado en la cual sustentarán sus propuestas.

En cuanto a los perfiles delineados por Latinobarómetro, con relación del sistema de preferencia para elegir gobernantes, 35% de los ciudadanos mexicanos prefiere un sistema democrático a uno autoritario: 33% las mujeres y 38% los hombres.

La indiferencia de los mexicanos entre ser gobernados por un demócrata o un autoritario creció en los últimos tres años; actualmente 28% manifestó no importarle quién gobierne, siempre y cuando resuelva los problemas. En este conjunto de mexicanos se invierte la tendencia, pues las mujeres son mayoría con 29% sobre 26% de los hombres.

De ese modo lo más grave en nuestro país es el crecimiento de la preferencia por gobiernos autoritarios. Sin perjuicio de los 30 millones de 2018, 33% de los mexicanos así lo manifestó y, en este grupo, es equitativa la proporción en favor entre hombres y mujeres.

Como ya mencionamos, los jóvenes son los más apáticos para participar electoralmente hablando; una razón es que son el segmento más indiferente al sistema de gobierno (31.5% así lo manifestó). Del mismo modo son los que actualmente más apoyan un sistema autoritario (37% ante 29% de los adultos mayores de 40 años).

La educación es un factor determinante en el apoyo a la democracia: 50% con estudios superiores lo prefiere ante cualquier otro. En tanto, 20% es indiferente al tipo de sistema y 30% apoyaría un gobierno autoritario.

Entre aquellos con educación básica (primaria y secundaria) 40% apoya la democracia, mientras que para 31% es indiferente el sistema de gobierno y 33% manifestó su apoyo a un régimen autoritario.

Por cuanto al estrato social, son los ciudadanos de clase media quienes, en mayor porcentaje, están en favor de la democracia (39%), siendo la clase alta la de menor apoyo (27%) y la más indiferente con 37%; mientras la clase baja apoya en un 34% y es indiferente en 31%, el apoyo a un régimen autoritario es de 33% en todos los estratos sociales.

Tal es el universo de votantes y algunas características relacionadas con su participación electoral, así como su posición frente a un sistema de gobierno. Como sea, falta mucho por estudiar y delinear un perfil, el cual debe realizarse a escala municipal y de ahí ir subiendo a lo distrital, regional, estatal y nacional.

Como puede apreciarse, la democracia pierde terreno, y, si bien es cierto que la candidata (¿cómo le llaman para hacerle fraude a la ley y hacer campaña anticipada?) de Morena está arriba en las encuestas en este momento, también lo es que tiene poco margen de crecimiento y no se espera repunte en el ánimo del electorado debido a su precario o nulo carisma.

Igualmente, si hay que concederles a sus feligreses semovientes que al presidente López Obrador la oposición le ha hecho lo que el viento a Juárez, siempre será un gusto hacerles recordar (que no entender) que no estará en la boleta. 

Otro factor no controlable por ese amasijo de odio y resentimiento son los desencuentros hacia el interior de la secta y sus satélites para elegir candidatos; en cada estado y municipio se vive una batalla en la que se ha demostrado una vez más la falta de oficio político para resolver los conflictos generados por su sistema (es un decir) antidemocrático de elegir nominados.

La oposición debe encontrar, para ya, las razones y causas que generen esperanza en aquellos indecisos e insatisfechos, sin descuidar a todos aquellos que votaron por el macuspano y hoy están arrepentidos. 

La apuesta no debe dirigirse a la polarización (en ese terreno están perdidos). El desprestigio de los partidos integrantes del FAM es mucho: 68% no votaría por el PRI ni 51% por el PAN. 

Finalmente, la competencia no debe ser entre resentidos con el pasado (y el presente y el futuro y el agua y el jabón) y los antiAMLO. La tarea no es fácil, pero tampoco imposible. Como diría Anita, La Huerfanita, “seguro que hay sol mañana”.

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