Descifrando la Poesía de Joaquín Sabina en ‘Ahora que’

agosto 23, 2023
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“Amor es zambullirse en el fondo de lo finito, para encontrar lo inagotable.” Paul Claudel. Escritor y diplomático francés.

Por José Guadalupe Martínez Valero

Al tenor de lo hecho en dos columnas previas y publicadas en números pasados salen ¡por fin! a la luz las faltantes con el análisis de las canciones de Joaquín Sabina dedicadas al amor, destacando también lo dicho con antelación en el sentido de que el Jaense le escribe a tan indefinible sentimiento en todas sus etapas o procesos; y habiendo revisado dos de ellas que le cantan al enamoramiento desde dos perspectivas diferentes, aunque podríamos decir, sucesivas como lo fueron “Peor para el Sol” e “Y sin embargo”; la de hoy es, diría yo la definición del MEJOR de todos los tipos de amores, aquel que superó la etapa amelcochada del enamoramiento y se asienta en la madurez de la relación; el amor al que, en verdad, TODOS deberíamos aspirar, pero sobre todo, construir cuando se habla del amor de pareja, siendo éste “Ahora que”, y dicho sea de paso, me parece de las de Sabina la mejor elaborada en términos de lírica con unas metáforas que harían palidecer a los mejores poetas que ha tenido la dicha de ver este planeta. Iniciamos:

Antes de abordar cada línea de la canción, de la cual ni una sola tiene desperdicio, por el contrario está armada con una precisión que da miedo de lo perfecto que resulta por su preciosidad, quiero hacer una puntualización sobre cómo inicia cada una de ellas y que es la frase que da nombre a la misma pieza musical, “Ahora que”. 

Ese “ahora qué” es un eterno presente, un hoy infinito, el momento que se vive, a veces tan desapercibido que nos pasa sin darnos cuenta por llorar pasados o forjar futuros imaginarios, el eterno vivir al día en tópicos de amor, el carpe diem a que aludía el poeta latino Horacio. 

¿Sabía Usted amable lector que en un promedio de 80 años de vida de un ser humano se disfruta solo un año viviendo en el presente? Por eso la insistencia en el “ahora que”. 

Y entrando en materia con cada línea, abordémoslas ¿A poco no son bellos esos besos despacio, sin prisas, disfrutables a plenitud, besos eternos y que sellan almas para la eternidad? 

Besarse despacio es lo más delicado, lo más apetecible, como degustar un bocado que no queremos dejar de saborear, bien paladeado, besos calmos, llenos de ternura y pasión a la vez, besos de nunca acabar. 

Y esos besos son también una metáfora de la vida; es el besarnos con la vida a través de la persona amada, disfrutar la vida DES-PA-CIO, -que no despacito, eh- con calma. 

Lo de aprender bailes de salón lo interpreto como hacer cosas que uno antes no hacía, y para las cuales se da uno tiempo para hacerlas CON la pareja, cosas que además llevan a cabo aquellos que disponen de la posibilidad de hacerlo, explorar cosas nuevas con el objeto de nuestro amor, y sí, en TODOS los terrenos. 

El baile también se convierte en una metáfora de lo erótico, ya que se afirma que el baile es lo más sensual que puede hacer el ser humano vestido y de pie, es darse tiempo para estar con, y darle tiempo al, la otra. 

Convertir una pensión en un palacio es el prodigio de hacer de cualquier espacio, por pequeño que sea, por insignificante, en el mejor lugar para vivir, dicen por ahí que al amor con cualquier lugar le basta para ser vivido; siendo además que la pensión representa el lugar también cotidiano, mísero, pero, si me permite el barbarismo desmiserabilizado consecuencia del amor que se prodiga. 

Pero además, una pensión que por pequeña que resulte, nunca será demasiado pequeña para que quepa “más de un corazón”; es un decir también nuestros corazones y el amor que estos albergan, no solo caben en cualquier espacio, aún en el menos elegante o el más insignificante; sino que por arte de magia derivada del cariño recíproco lo hacen hermoso, elegante, refinado.

Ahora que nos besamos tan despacio

Ahora que aprendo bailes de salón

Ahora que una pensión es un palacio

Donde nunca falta espacio

Para más de un corazón

“Ahora que las floristas me saludan” nos dice de manera clara que el tipo manda, si no todos los días, al menos sí con mucha frecuencia flores a su amada, que es un cliente frecuente, tan frecuente que ya le es habitual al gremio por el detalle de las constantes flores. 

Lo de “doctorarse en lencería” es un pedazo de línea que vale la canción entera, el doctorado es el grado máximo de estudios que se alcanza en cualquier profesión y te hace experto de expertos en la materia; es vivir un eterno desfile de piezas de lencería, no solo para ser usadas, sino para ser arrebatadas, colocadas en el lugar que mejor merecen después del cuerpo de una mujer: el suelo 

¿A quién no nos honraría tener un doctorado en lencería? Más aún, a quién no le gustaría hacer un doctorado en lencería con UNA sola persona: la AMADA, la exclusiva, la ÚNICA; y por si había duda de la intención de dicha parte Sabina remata con el “ahora que te desnudo y me desnudas”; ¿habrá algo más bello sensual y erótico que la reciprocidad al quitarnos la ropa? Y ojo, no solo habla de desnudez corporal, es también desnudar la piel, los huesos, el corazón, la mente, el alma misma. 

Cerrando con el “muere un tren de cercanías”, ¿cuáles son dichos trenes? Los que conectan ciudades dormitorio con ciudades productivas; entonces la cita se convierte en un “me quedo contigo a disfrutarnos”, el trabajo puede ir al carajo, el tren puede morirse de aburrimiento por la espera mientras tú y yo nos desaburrirnos de la mejor manera, es dejar bostezando a dicho tren hasta la muerte, mientras ella y él se quitan cualquier motivo de bostezo a partir de su compañía que merece todo, menos preocuparnos del transporte laboral; y si además en la estación de partida donde “muere” ese “tren de cercanías” es la llamada “Estación de las dudas”, el verso es redondo, es ahora decir que la confianza es plena, absoluta, que a dicho amor no lo acecha sombra alguna de sospecha, que no merece motivo de cuestionamiento, que no amerita revisar el móvil del otro, que es absolutamente confiable; y hasta en términos bíblicos, todo lo cree, todo lo espera.

Ahora que las floristas me saludan

Ahora que me doctoro en lencería

Ahora que te desnudo y me desnudas

Y, en la estación de las dudas

Muere un tren de cercanías

“Ahora que nos quedamos en la cama lunes, martes y fiestas de guardar” es seguir jugando con la bella irresponsabilidad de no asistir a laborar solo por el gusto de seguir abrazado al depositario de nuestro amor y deseo. 

¿Quién de los que me leen no han, hemos, deseado convertir el fin de semana junto a nuestra pareja en un fin de semana largo que abarque hasta el martes, es convertir cualquier día que tenga tal característica, que son bastantitos en la tradición católica para ser dedicados al bien de las almas; y genuinamente no hay mayor bien al alma que pasarlo condenándola con el exquisito pecado de la lujuria para que deje de ser cualquier día, y hacerlo por eso mismo, por el gozo recíproco del amor sensual en un día que merezca ser santificado en razón de vaciarse ambos de lo erótico. 

Situación que se refuerza al decir “ahora que no me acuerdo del pijama”; ¿para qué dicha prenda? ¿qué necesidad de la misma si en menos de lo que me acuesto, me voy, nos vamos a desnudar y darnos calor con nuestros cuerpos noche con noche y día tras día? 

El “ni recorto el crucigrama” es un verso complejo de describir, pero detrás de si trae una buena dosis de esperanza que también se acrecienta con el “ni me mato si te vas”. 

¿Por qué se recortan los crucigramas? Para ser llevados con uno y continuarlos posteriormente si los mismos no se resuelven de un solo golpe. 

Generalmente éstos vienen en los periódicos impresos, y el recortar el crucigrama, el cargar con él implicaba dejar el diario en la casa de quien recibía dicho diario; implicaba decir adiós, no volveré, te dejo el diario roto porque no pienso volver, porque lo concluiré en otro lugar, en mi casa, no en una casa común; que además trae también dicho verso una metáfora preciosa ya que dicho crucigrama representa la mujer amada, es una forma de decir que esa mujer, la amada, es un misterio, y que merece ser resuelto -aunque NUNCA lo sea del todo- en casa propia, en casa de ambos; por eso la continuidad del verso con lo señalado respecto al “ni me mato si te vas” ya que dicha frase se dice, y a pesar de ser un cliché funciona, entre los amantes que separándose, uno amenaza al otro con dicha posible muerte ¿suicidio? si este se aleja; implica un eterno regreso al lugar de la persona deseada, nuestro cantinflesco “me voy, pero me quedo” porque aunque salga siempre estaré de vuelta.

Ahora que nos quedamos en la cama

Lunes, martes y fiestas de guardar

Ahora que no me acuerdo del pijama

Ni recorto el crucigrama

Ni me mato si te vas

¡¿Qué tan profundo y bello debe ser el amor que nos provoca tener un alma nueva, una que no se tenía antes de que el otro llegara a nuestras vidas?! El alma es la parte esencial del ser, incluso se dice que para que el cuerpo se mantenga vivo el alma deberá permanecer en él, parte solo con la muerte. 

¡Imagínense un amor tan puro y hermoso que nos entrega un alma para estrenar, leyéndose nuevamente una metáfora preciosa al insinuar que la/el otro es el alma nueva que no tenía, es fundir ambas almas en una distinta y que antes no existía, ni ella ni él, la comunión del espíritu, la conversión de dos almas en una sola. 

¿Por qué suenan palmas por alegrías? Justo por ese amor concretado, es tan intenso, tan evidente, tan de llamar la atención que amerita aplausos de felicidad; y por esa misma razón todo se desacraliza, todo pierde la cualidad de sagrado y se vuelve humano, pero a la vez también TODO es sagrado en consecuencia del amor manifestado. 

Deja de ser un amor rutinario para convertirse en un amor que enamora día con día, que no da espacio al aburrimiento, a lo repetitivo que representa el llover sobre mojado, deja de obviarse para ser siempre manifiesto y constantemente renovado, es demostrar amor y conquistar a la pareja todos los días, cada día, sin descanso, una renovación perenne del amor dado y recibido. 

Pero además con ese amor provocar envidias, molestias, fastidiar, demostrarle a todos que dicho amor triunfo a pesar de cualquier cosa “haciendo olas por incordiar”, por provocar el enojo de los demás, por molestar con todo ese amor manifiesto entre los amantes a luces vistas de los espectadores: ¿Qué tan inmenso debe ser un amor para dejar sola a la soledad misma? 

Esa línea es un pedazo de poema, es por amor convertir lo imposible en real y palpable. Es decir, le robamos toda la presencia a la soledad, que incluso ella se quedó sin ella misma; y volvemos a la historia que se reinicia siempre, momento a momento en “el ahora que los cuentos parecen el cuento de nunca empezar”. 

Un guiño sin duda a las mil y una noches, a Sherezada y contar cada noche una historia para salvar su vida y la de la hermana; un contar un cuento nuevo en cada cuento en pareja dado el cuento que no se inicia, y que de manera infinita se comienza en todo momento, sin llegar a comenzar siquiera, siendo siempre preludio, y por preludio, estreno, un constante estreno del amor. 

Ahora que tengo un alma

Que no tenía

Ahora que suenan palmas

Por alegrías

Ahora que nada es sagrado

Ni, sobre mojado

Llueve todavía

Ahora que hacemos olas

Por incordiar

Ahora que está tan sola

La soledad

Ahora que, todos los cuentos

Parecen el cuento

De nunca empezar

“Ahora que ponnos y que se debe” también es una metáfora preciosa, es presumir la abundancia del amor, es decir me desborda tanto este amor que la siguiente ronda la pago yo, un traigo tan plenos los bolsillos de ese amor que puedo pagar copa a copa y de contado, un “por el dinero no te preocupes que traigo hasta para comprar la cantina” diciendo en ello traigo tanto amor que puedo comprar el mundo entero con ese amor. 

Y además, pintar el mundo con colores nuevos y recién estrenaditos con los colores del amor recíproco. ¡Imagínense cómo se vería el mundo recién pintado, estrenado, sin mancha alguna de hollín, sin descoloridos! ¡Ahora imagínense cómo se vería recién pintado a los ojos de un daltónico como lo soy yo! ¡Wooooooow! 

Con una nueva gama de colores diferentes a los ya existentes. Un amor sin tormentas, sin motivo para discusión o el desencuentro, y si las hay son tan insignificantes que ni siquiera causan dolor. 

Un amor que pareciera eterno, tan eterno que la palabra tormenta no cabe en el vocabulario de la pareja, ni siquiera se otea en el horizonte, un amor de eternidad y siempre presente; que amerita ponerse guapo todos los días, perfumarme particularmente con la fragancia favorita de la/el otro para que nos disfrute incluso con nuestros humores; cerrando de manera magistral esta parte con el “sin saber, hemos sabido querernos como es debido, sin querernos todavía. 

Una forma de decir estamos en los primeros pasos, en los tanteos del amor, descubriéndolo y descubriéndonos; pero aun y cuando estamos aprendiendo a amarnos, ya nos amamos como Dios manda, y eso apenas en el comienzo, asumiendo que falta mucho por aprender; un, con este amor basta y sobra, pero apenas llevamos su principio, no quiero pensar cómo será en el momento de su plenitud.

Ahora que ponnos otra y qué se debe

Ahora que el mundo está recién pintado

Ahora que las tormentas son tan breves

Y los duelos no se atreven

A dolernos demasiado

Ahora que está tan lejos el olvido

Ahora que me perfumo cada día

Ahora que, sin saber, hemos sabido

Querernos, como es debido

Sin querernos todavía

“Ahora que se atropellan las semanas” es una forma de expresar que el tiempo resulta breve para los amantes, que los días transcurren con una furia atropellada que les falta tiempo para seguir amando, que el tiempo es tan fugaz en el amor como si fuera una “luz de bengala”. 

Un tener siempre ganas de desenmascararte, de quitarte el antifaz de convertirlo en inacabable carnaval, en permanecer, otra vez, siempre prestos al amor, a la sensualidad, al sexo, a la entrega recíproca en alma y cuerpo. 

Dejar que los sentidos gocen tan a plenitud que el miedo no se aloje en modo alguno entre ellos. ¿Quién de nosotros no se ha preguntado siendo feliz en una relación amorosa si eso no terminará por acabar con un profundo sentimiento de miedo y desazón? 

Es resumir el poema de, ahora Sabines, “Los amorosos” ¡en uno sola línea! Porque en efecto, el amor debe TOOOOOOODOOOOOOO, menos dolor derivado del miedo. 

Un decir ¿merezco esto? ¡claro que lo merezco! Por eso el miedo AQUÍ no merece espacio alguno, no hay rescoldo por donde pueda colarse, ¡ser sentido ABSOLUTO, TOTAL, A PLENITUD! Un amor sin despedida, a pesar de que se despida temporalmente, aunque sea para salir a recoger el periódico en la calle o para asomar el cuerpo a fin de saber cómo está el clima, un no marcharse nunca, aunque momentáneamente se marche, un me quedo aunque no esté, te llevo presente a donde vaya, vayamos, un oximorón fantástico otra vez donde se da la contradicción del alejamiento sin alejarse. 

Y ese traslado de sentidos a partes del cuerpo a partes distintas de donde estos lo están es ya ni siquiera metáfora ¿Recuerdan pareja alguna con la que se sintieron en forma tan única que tocaron con la mirada, que miraron con el sentido del gusto, la boca, que con el simple rozar de los dedos el grito, el gemido, el placer explotaba a través de la yema de los dedos? 

Al menos yo con la última persona que amé sí; era un deleite el disfrutarnos a través de todos los sentidos, era vivir sensaciones nuevas, oír con la nariz, ver todo nuestros cuerpos a través del tacto, era llorar de alegría al besarla toda, darle una nueva dirección a los sentidos sobredimensionándolos, gritar con los dedos al recorrer su espalda, y cada una de sus intimidades; eran TODOS LOS SENTIDOS confundidos por el hecho de gozar, gozarme, gozarnos en nuestros cuerpos. Era un NACER a sentidos nuevos y distintos. 

Ahora que se atropellan las semanas

Fugaces, como estrellas de bagdad

Ahora que, casi siempre, tengo ganas

De trepar a tu ventana

Y quitarme el antifaz

Ahora que los sentidos

Sienten sin miedo

Ahora que me despido

Pero me quedo

Ahora que tocan los ojos

Que miran las bocas

Que gritan los dedos

Un ¿qué importa si no hay salud porque mi salud es ella? ¿qué importa la enfermedad si mi exclusivo padecimiento es lo que ella representa en mi vida? Un desdén a cualquier enfermedad viral en razón de que con ELLA estoy vacunado de TODO, menos de la “enfermedad más letal”: el amor mismo. 

Dicen además que quién se cita a sí mismo no se equivoca, y Sabina juega ahora parafraseándose lo de las “letanías del santo reproche” que aparece en 19 días y quinientas noches, por eso “la ausencia de letanías”, pero también es un decir “no requiero, no requerimos de suplica alguna”; todo es dado entre nosotros sin necesidad de ser pedido, un constante adivinar que quiere el otro, que espera el otro de nosotros… ¡y acertar! 

Lo del policía en la luna es una nota autobiográfica del mismo Sabina, hay que recordar que su padre era precisamente guardián del orden, ¿Cómo se vería su padre distraído, tan distraído que estaba en la luna? es una metáfora de lo absurdo además, y donde vuelve otra vez a citarse al hacer referencia a su “Canción más linda del mundo” donde pregunta “¿Qué harías tú si Adelita se fuera con un general?” 

Algo impensable, luego entonces es el amor impensable, el amor absurdo, el amor que distrae hasta al más atento: el policía; dejándolo loco, perdido por causa del amor, lu-ná-ti-co. 

Y de tan distraído que está que no se da cuenta de coches explotando, que no se da cuenta del atentado que sufrimos en el corazón, la mente y el alma motivo del amor. 

Un amor kamikaze porque los coches somos nosotros, un amor que nos llena a tal grado que nos rebasa y hace explotar; pero a la vez peligroso porque somos una especie de atentado andante, que en cualquier momento emitirá una onda expansiva hacia quienes nos rodean, sin importar las consecuencias de ello, convocándolos al amor también a través de esa onda expansiva. 

Ahora que traigo cambiados mis horarios, que el día es noche, y la noche día, que te sueño en todo momento, que no dejo mensajes de adiós porque NUNCA me iré; ahora que me siento más vivo que nunca, tan vivo que la vida pareciera otra, absoluta y plenamente, que me siento vivo como antes no lo estuve, que la vida es vida en razón del amado, que la vida eres TÚ. 

Un amor siempre en el hoy -ya sabemos lo poquísimo que pasamos en el hoy durante nuestra vida como señalé al inicio- un amor donde no cabe nada urgente, salvo la urgencia del amor mismo, siendo entonces esa la ÚNICA urgencia; un contar con el alimento cotidiano cada día, con la certeza de tener la vida resuelta en término de sentimientos, amor-pan para ser comida día con día, sin la monotonía de su transcurrir.   

Ahora que no hay vacunas

Ni letanías

Ahora que está en la luna

La policía

Ahora que explotan los coches

Que sueño de noche

Que duermo de día

Ahora que no te escribo

Cuando me voy

Ahora que estoy más vivo

De lo que estoy

Ahora que nada es urgente

Que todo es presente

Que hay pan para hoy

Cerrando para variar la presente pieza musical en forma que solo él sabe hacer: “Ahora que no te pido”, ahora que, como dijimos en párrafos anteriores, TODO es producto de la espontaneidad, que la entrega nace solo porque sí, en todos los aspectos de la vida amorosa; y además un amor que no merece comparación, sino solo consigo mismo, que no tiene más competencia que el amor a brindarse cada cual, en el que mi ÚNICA competencia, soy -y debería ser- SÓLO YO, y de nuevo dejando la posibilidad de que sea un amor eterno por parecer un cuento de nunca empezar. 

Ese debería ser el amor al que aspiráramos todos, un amor sin dobleces, sin lastimaduras un amor pleno. Si alguien me preguntara como quisiera ser y tener, dar y trascender hacia el otro a través del amor, SIEMPRE respondería que con un amor como el de “Ahora que”, un amor PERFECTAMENTE SANO.

Ahora que no te pido

Lo que me das

Ahora que no me mido

Con los demás

Ahora que, todos los cuentos

Parecen el cuento

De nunca empezar

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