Detrás de los Datos: Saltillo y el alcohol al volante: una cultura vial que sigue costando vidas

enero 24, 2025
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SALTILLO Y EL ALCOHOL AL VOLANTE
EL COAHUILENSE

Por Gonzalo Villanueva & Diego García Corpus / CEDIL

En días pasados concluyó el llamado “Maratón Guadalupe-Reyes”, una tradición profundamente arraigada en México que, aunque celebra la unidad y la alegría familiar, también expone las tensiones entre nuestras costumbres y los peligros inherentes a prácticas que, en muchos casos, se naturalizan sin cuestionamientos. 

Durante este periodo el consumo excesivo de alcohol se convierte en un elemento central de las celebraciones, lo que incrementa drásticamente los riesgos, especialmente en lo que respecta a la seguridad vial.

En 2023 Saltillo y Ramos Arizpe registraron mil 633 accidentes de tránsito, un número que, aunque alarmante, no refleja completamente la magnitud del problema. Durante el “Maratón Guadalupe-Reyes” este tipo de incidentes se incrementa notablemente debido a la combinación del consumo excesivo de alcohol con la decisión de conducir. 

Este problema no se limita sólo a los daños materiales que causan los accidentes, sino que, lamentablemente, resulta también en pérdidas humanas y lesiones que dejan secuelas permanentes. No podemos dejar fuera que manejar bajo los efectos del alcohol se inserta en un contexto cultural que subestima las consecuencias y refuerza una dinámica de individualismo sobre la responsabilidad colectiva.

¿De quién es la culpa?

De acuerdo con Carpio & Oñate (2020), si bien los accidentes de tránsito pueden ocurrir debido a aspectos tangibles como la geometría de la vía o topografía, geografía del terreno; su investigación señala que estos eventos se explican en mayor medida por otros elementos tales como el exceso de velocidad o la impericia del conductor.

La cultura vial en Saltillo, como en muchas otras ciudades, refleja una desconexión entre las normativas legales y la actitud colectiva hacia el alcohol al volante. 

Ese desajuste es parte de una mentalidad que privilegia la inmediatez y la satisfacción personal sobre el respeto mutuo creando una peligrosa desconexión entre el individuo y la comunidad. Por ejemplo, recientemente se reportó un accidente protagonizado por coches modelo Aveo y la imprudencia de una conductora que ignoró el semáforo.

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De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco, Coahuila ocupa el cuarto lugar a escala nacional en consumo de alcohol. 

A escala mundial, los accidentes de tránsito causados por conductores en estado de ebriedad son una de las principales problemáticas viales.

Diversos estudios, como los de Carpio y Oñate (2020) y Rodríguez et al (2017), coinciden en indicar que el consumo de alcohol al volante no sólo incrementa la posibilidad de accidentes, sino que también deteriora la capacidad de reacción, coordinación y juicio del conductor. Esa alteración de las funciones esenciales para conducir con seguridad tiene efectos devastadores, incluso con niveles bajos de alcohol en la sangre.

Las cifras respaldan esta preocupación, ya que, de acuerdo con el INEGI y el reporte de Accidentes de Tránsito Terrestre en Zonas Urbanas y Suburbanas (ATUS), un porcentaje significativo de accidentes viales ocurre como consecuencia del consumo imprudente de alcohol y su combinación con el volante. 

Esas situaciones no sólo derivan en daños materiales, sino que, lamentablemente, también cobran vidas o dejan lesiones permanentes. 

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En los últimos años las estadísticas han expuesto un incremento preocupante en los accidentes de tránsito relacionados con el consumo de alcohol. 

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de 2019 a finales de 2024 se contabilizan cerca de ocho mil víctimas de lesiones y homicidios en accidentes de tránsito en Coahuila. Eso evidencia no sólo un problema de irresponsabilidad individual, sino también una falta de estrategias colectivas para prevenir las tragedias.

Siguiendo con los datos del SESNSP, Saltillo se encuentra dentro de los 25 municipios con más carpetas de investigación por homicidio culposo en accidentes de tránsito en el país. 

Esto es importante particularmente porque se coloca por delante de ciudades como Mazatlán, Cuernavaca, Hermosillo, Ensenada y las alcaldías Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc de la Ciudad de México. 

Tareas pendientes

Las ciudades que aplican una estricta supervisión a los conductores ebrios, con leyes que establecen límites bajos de alcohol en sangre y un alto riesgo de detección, tienden a registrar menos accidentes relacionados con el consumo de alcohol. 

Sin embargo, esta medida podría resultar un desafío para la estructura de seguridad pública en Saltillo y el estado de Coahuila. El Censo de Seguridad Pública Estatal del INEGI indica que este estado ocupa el lugar 25 de las 32 entidades federativas en cuanto al número de policías por cada 100 mil habitantes, con apenas 0.59 agentes por cada 100 mil personas.

Aunque la infraestructura vial de la ciudad contribuye al problema, no podemos desvincular los accidentes de las condiciones sociales y culturales subyacentes. Abordar esta problemática requiere más que medidas punitivas o controles de tránsito más estrictos. 

Es necesario un cambio cultural profundo que replantee nuestra relación con el alcohol, el espacio público y la movilidad. Esto implica cuestionar las prácticas que hemos normalizado durante las celebraciones y promover una cultura vial basada en el respeto mutuo y la solidaridad.

Prevenir los accidentes viales no puede seguir siendo una responsabilidad exclusiva del gobierno. Cada uno de nosotros, como miembros de esta sociedad, tiene un papel crucial en transformar nuestra relación con el alcohol, el espacio público y la movilidad. 

Ese cambio cultural y estructural necesita una ciudadanía activa que exija no sólo un sistema de tránsito más eficiente, sino también una ciudad más segura, inclusiva y solidaria para todos.

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