Por Brenda Macías
La menstruación es un asunto de derechos humanos y salud pública porque millones de mujeres sufren un periodo doloroso mes a mes –incluso día a día–. En el centro de este problema se encuentra una enfermedad subdiagnosticada: la endometriosis.
El derecho a una menstruación digna implica no sólo el acceso a productos menstruales adecuados y asequibles, sino el derecho al descanso y a que las menstruantes paren de sufrir. La falta de comprensión y una atención médica patriarcal son la norma. El subdiagnóstico de endometriosis es un ejemplo crítico –y típico– de negligencia.
La endometriosis es una afección en la que el tejido que reviste el útero crece fuera de él. Se ha encontrado este tejido en órganos cercanos al útero, como los intestinos, y tan inverosímiles como los pulmones y el cerebro. ¿Se imagina usted tener endometrio en el corazón?
Esta enfermedad puede causar una serie de síntomas debilitantes como dolor pélvico intenso, sangrado abundante, fatiga extrema e infertilidad. Pero lo más preocupante es que a menudo las profesionales de la salud tardan años en diagnosticarla –si es que alguna vez se hace– porque las mujeres nos hemos acostumbrado al dolor. El dolor resulta ser nuestra característica sine qua non.
La falta de conciencia sobre la endometriosis es alarmante; muchas personas son desestimadas por profesionales de la salud cuando buscan ayuda para sus síntomas menstruales. Se nos dice que es “normal” sentir un dolor agonizante, que “todas las mujeres pasamos por esto”, que es nuestro destino.
Como si ser menstruante fuera un castigo por andar ofreciendo manzanas de la discordia. Pero esto es una violación a nuestro derecho a una atención médica adecuada y a una menstruación digna. ¡Carajo! ¡Menstruación digna!
Resulta esencial elevar la discusión y la conciencia sobre la endometriosis. La educación y la divulgación son clave para que las mujeres sepamos que el dolor no es normal, y que buscar ayuda es totalmente válido y necesario.
La industria de las medicinas no ha invertido en la perspectiva de género para sus diagnósticos, instrumental y tratamientos. Las mujeres necesitamos tener mayor acceso a investigaciones que nos ayuden a comprender mejor esta enfermedad y a participar en el desarrollo de tratamientos más efectivos.
Y ¿será mucho pedir si exigimos el derecho a una atención médica sensible y empática? El derecho a una menstruación digna es un componente crucial para alcanzar la igualdad de género. ¿Por qué soportamos el sufrimiento innecesario asociado con los trastornos menstruales? ¿Podríamos luchar contra el estigma y la ignorancia sobre la menstruación?
Dejo las preguntas sobre la mesa.
Seguimos. Hasta la próxima entrega.
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@brendamargotms
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