“Al que grato me deja, busco amante; al que amante me sigue, dejo ingrata; constante adoro a quien me maltrata; maltrato a quien mi amor busca constante.” Juana de Asbaje, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz. Poetisa y religiosa mexicana.
Por José Guadalupe Martínez Valero
Vamos ya por la quinta entrega del análisis de las canciones Joaquín Sabina en las que nos regala el genio de Ubeda el amor en sus distinta etapas, habiendo pasado ya por el enamoramiento, el amor sano y en su más pura expresión, y hoy nos encargaremos de una de sus canciones más celebradas que aborda el tema del desamor visto desde la perspectiva del amante abandonado y sobre la cual tuvimos un pequeño adelanto en el análisis anterior al hablar de la relación de Joaquín con la modelo Cristina Zubillaga, quien finalmente provocó la ruptura con su esposa Isabel Oliart; refiriéndome obviamente a 19 días y 500 noches.
Empezaré por decir que era una canción a la que genuinamente le estaba sacando la vuelta, no solo por lo complicado que resulta su análisis ya que su texto contiene muchos localismos españoles difíciles de trasladar a los demás países de lengua hispánica; sino porque también porque el de la letra -un servidor- está pasando por un trance, mmm, digamos si no similar, al menos parecido en términos de lo sentimental y escribir al respecto me ha sacado más de una lágrima, real y metafórica, a más de ahondar la nostalgia y el dolor de un amor ¿perdido?; destacando por otro lado que dicha canción fue originalmente escrita para un grupo andaluz de nombre “Siempre Así”, y que Sabina en el proceso de creación del disco en el que ésta va incluída prefirió -bendito Dios- quedársela para sí, al grado de terminar dándole título al onceavo disco de nuestro cantautor.
Empezaremos por decir que la canción a revisar es una canción de venganza, y de venganza en mal plan. Los artistas como Sabina tienen ese privilegio: el de cantarle a la persona amada, de escribir una o varias canciones en las que narran la historia a su manera, y además lo hacen tan a la perfección que más de uno, yo diría legiones, en algún momento de nuestras vidas nos situamos “dentro” de la canción y la vivimos la historia como si fuera propia.
Los que no somos compositores o cantantes, tendremos en el mejor de los casos, si acaso queremos tomar venganza, el recurso de la escritura para concretar la misma, sea a través de un cuento, una novela entera o ¿por qué no? un poemario, y en mi humilde caso quizá alcanzaría para una columna o dos, o quizá para un cuento corto; aunque ¿vale la pena “vengarse” de quién te proporcionó horas inefables de alegría, felicidad y placer a través de su amor?
Yo diría que no, lo mejor en algún supuesto así, sería agradecer y dejar que la vida de ambos siga, bendiciendo al otro por tooodooo lo dado cuanto y cuando vivimos dentro de nuestra relación con esa persona; aunque honestamente a veces si dan ganas de tomar revancha haciendo cualquier cantidad de tonterías para evidenciar al otro, pero como dicen por ahí, eso habla más de uno, que lo que se pueda decir del otro.
Pero volvamos a la canción, decía que la misma es de venganza, y digo venganza mal plan porque utiliza en gran parte del texto un exceso de mordacidad que raya en la ridiculización de a quién va dirigida la obra. Mordacidad que además refleja lo mucho que le costó a Sabina superar la ruptura con su amante.
Al decir que lo de ellos duró lo que dos peces de hielo en un whisky on the rocks quiere decir que duró poco, que aparentemente no tuvo importancia, pero leyendo entre líneas y asumiendo que, como dije es una canción de venganza; podemos ver exactamente lo contrario, ya que en realidad la relación con Zubillaga fue larga, más de diez años, de manera digamos “formal” y algunos más ya de manera más ocasional e informal; pero en eso querer decir que duró poco, que no tuvo importancia en realidad Sabina nos está diciendo que le dolió a tal grado que quiso minimizarla, hacerla nada, justo lo que duran los hielos en un vaso de whisky, unos minutos; disfrazando su dolor y molestia detrás de un aparente “no me importa, de un “fue demasiado poco”; cuando, como dijimos, la realidad es que caló hondo, importó, por lo mucho que duró la relación, por lo duro que significó la ruptura y por el profundo dolor que causó la misma.
El siguiente verso es una reafirmación de la venganza ya que expresamente dice que, supongo al ser descubierto él en alguna de las andadas o simplemente porque no terminaba de concretar la relación como ella quería, la dama, en vez de fingir (¿fingir qué? ¿coraje? ¿hartazgo? ¿displicencia? ¿el continuar con esa doble vida? Creo solo Sabina y Zubillaga lo sabrán.) o estallar en celos, por eso lo de la copa, le dio por burlarse de él riendo; pero en esa risa y movida de abandono Sabina se quedó de repente cual perro sin dueño, aunque también pudiera la cita ser una metáfora “me vi como un don nadie” ladrando, es decir gritando, aullando desesperado a las puertas del cielo ¿cuál cielo?
El que le proporcionaba precisamente esa relación, de nuevo con todo lo que implica en términos de adrenalina esa doble vida, el clandestinaje y lo prohibido; cielo que al ser perdido se convierte precisamente en infierno.
Agregando además que le dejó algunos, no muchos agravios; bien sabemos que el neceser es una maleta pequeña donde generalmente va todo lo que usan las mujeres para maquillarse y otras cosas pequeñas como medicinas, etcétera. ¿O en realidad no es una metáfora porque en efecto al dejarle su neceser con sus maquillajes, sombras y demás elementos de belleza femenina el tenerlo en casa era un recordatorio de todo lo que dejó de hacer para perder esa relación? Caben ambas posibilidades.
Y bueno lo de la miel en los labios es un afirmar, me dejó con ganas de más y dado lo conflictiva de la relación, con canas, más envejecido de lo normal; aunque la metáfora de la escarcha también es válida para de algún modo decir me dejó restos de su frialdad colgando en mis cabellos.
Lo nuestro duró
Lo que duran dos peces de hielo
En un güisqui on the rocks
En vez de fingir
O, estrellarme una copa de celos
Le dio por reír
De pronto me vi
Como un perro de nadie
Ladrando, a las puertas del cielo
Me dejó un neceser con agravios
La miel en los labios
Y escarcha en el pelo
A confesión expresa, relevo de pruebas, dije el adagio legal, y perdón que aquí inmiscuya mi (de) formación profesional, pero hacerlo es inevitable, ya que el propio Flaco, reconoce que antes el malo era él. Reconocimiento que provoca un nuevo acentuamiento de su dolor, no solo por la confesión dada, sino porque además afirma que “ELLA” era, es y será la excepción; y esa línea de “Yo quería quererla querer es ¡chulísima! aunque parezca redundante, que no lo es, ya que lo que se está diciendo a través de la misma es: por única vez, estaba aprendiendo a querer bien, sin deslealtades, sin dudas, sin más allá de la persona amada, sin voltear siquiera a nadie más, no por miedo, sino por amor absolutamente puro; frase que rompe otra vez de manera excepcional nuestro autor con una cruda verdad: “ y ella no.”
Lección que no le habían dado en su vida, pero además, lección aprendida, por primera vez en sentido negativo y en contra de su persona, terreno desconocido y por ende pantanoso o por lo menos de perdición dado el hecho de que quien estaba acostumbrado a jugar con los sentimientos de sus compañeras era él ¿Cómo era posible que le hicieran eso al rey del abandonamiento? Una sopa de su propio chocolate, pues.
Y por si lo anterior fuera poco, agrega el mismo que esa mujer fue la excepción de la regla. Ese verso de “Con una excepción, esta vez yo quería quererla querer y ella no.”, es MARAVILLOSO, no solo por la nueva confesión que hace, sino además por el extraordinario juego de palabras al decir “yo quería quererla querer”, y su respectivo cierre “y ella no”.
¡¿Cuántas veces no nos ha sucedido que habiendo tratado de la peor manera, -mujeres y hombres por igual- a nuestra respectiva pareja, caemos en cuenta de que no se merecía tal trato, y buscándola para platicar con ella, decirle que queremos enmendar el camino, y la o el que hubiera -dice mi hermana Dora Alicia que el hubiera es un VERBO conjugado en tiempo PENDEJO- sido el amor de nuestras vidas, cansado y harto de tan malos tratos, prefirió irse, a veces, las más de ellas, sin siquiera dar explicación alguna?!
A mí por lo menos una vez en la vida ya me sucedió, y no tienen idea las de de Caín que tuve que pasar para salir adelante, no solo en mi proceso de duelo respecto a la relación perdida, sino para salir además de la depresión en que me sumió dicha partida, con sus respectivos daños colaterales.
Aunque reconozco que algo bueno salió de ello: el que yo terminara por cambiar absoluta y completamente mi forma de ser, no solo con el amor de pareja, sino respecto al amor en general; EM-PE-ZAN-DO por el AMOR PROPIO. Y de nuevo para rematar una metáfora propia de la genialidad del Maestro Español “me dejó el corazón en los huesos, y yo de rodillas.”
Es una obviedad que el corazón no tiene huesos, pero al hacer tal afirmación es remontarnos a cualquier ser, no solo humano, sino vertebrado que, generalmente por falta de alimento, aunque algunos por enfermedad, están tal cual la metáfora, en los purititos huesos; siendo la peor de dichas enfermedades que causa el dejar a alguien en los huesos justamente el amor.
¡Pero imagínense el corazón en los huesos! Reseco, raquítico, mostrándose en el puro pellejo! ¡Duele el verso, pero duele más el corazón! Y si a ello le sumamos la humillación de verse a uno mismo de rodillas, la imagen es para abrazar a Sabina, sabiendo que nos estamos abrazando nosotros mismos con él en la letra de su canción.
Cerrando la estrofa con, efectivamente un exceso de la dama, que acrecienta el dolor, por lo irónico y burlesco de la actitud de ésta, mandándole un par de besos en franco plan ya no digamos de excesividad, sino yo diría hasta de rudeza innecesaria; o viéndolo desde otro punto de vista ¿¡Qué tan HAR-TA no estaría dicha mujer de los tratos de Joaquín que dio pie a esa rudeza, diría ahora yo -contradiciéndome- quizá EFECTIVAMENTE necesaria?!, y por si lo anterior fuera poco, sin modo alguno de corresponder tales besos por marcharse. A pie, en taxi, camión, tren, o hasta en avión, pero marchándose.
Tenían razón
Mis amantes
En eso de que, antes
El malo era yo
Con una excepción
Esta vez
Yo quería quererla querer
Y ella no
Así que se fue
Me dejó el corazón en los huesos
Y yo de rodillas
Desde el taxi,
Y, haciendo un exceso,
Me tiró dos besos…
Uno por mejilla.
La subsecuente estrofa me resultó verdaderamente difícil de analizar, como dije al inicio, no solo por los localismos, que no modismos, que se incluyen en la misma, sino por lo potente que resultan los versos que la contienen, y que, en términos personales de nostalgia, acabó por estrujarme el alma.
Empecemos: la maldición del cajón sin su ropa el solo hecho de imaginar la escena le genera a uno, si no ganas de ponerse a llorar como lloramos los hombres, al menos una nostalgia que igualmente acabaría en llanto; porque no nadamás se refiere al cajón vacío, sino a los vestigios que quedan en TOOODAAA la casa de lo que la relación significó; y es cuando uno se da cuenta de que la casa entera está llena de infinidad de recuerdos: desde la cuchillería y los utensilios de cocina por ella comprados para usarlos entre los dos, hasta el vacío que queda en la silueta dibujada del lado de la cama en que ella dormía, desde la corbata o el suéter que ella nos regaló, pasando por los zapatos por ella escogidos para sorprendernos en una fecha especial o cualquiera, hasta los jabones y enseres de baño que eran de uso exclusivo para su persona.
Lo de la perdición de las noches de copas es tan evidente que no amerita interpretación alguna, salvo decir que consecuencia de la partida de su dama, Sabina se tira a la mala vida, porque ¿qué son esas famosas cenicientas de saldo y esquina sino prostitutas?
Una forma muy refinada por cierto de llamarlas; llegando a pagar incluso vinos caros en las borracheras, ya que el citado “Fino La Ina” es uno de los más emblemáticos en Jerez de la Frontera, cuyo origen se remite aproximadamente al año 1919, vino que además tiene una vejez media de cinco años, fresco, punzante, equilibrado y persistente, recomendándose servirlo bien frío; pagos que por otro lado incluyeron la cocaína -que ya sabemos barata no es- no solo para su propio consumo, sino también de quienes le seguían la juerga; reconociendo al final que efectivamente casi pierde la cordura por ese amor despechado y cerrando con un pedazo de poema cuando dice, y siento que es literal, “derrochando la bolsa y la vida, la fui poco a poco, dando por perdida”.
De hecho se la atribuye al propio Sabina una cita, parecida que reza: “La mejor manera de matar a alguien en tu corazón, es dejarlo morir lentamente en tu mente, sin nombrarle, sin llamarle, sin escribirle, sin buscarle, que muera poco a poco, en agonía lenta para que no reviva, si lo dejas morir abruptamente, revivirá a cada instante. Siéntelo, llóralo, súfrelo, pero no eternamente.”, la cual coincide con la afirmación de dejar morir el amor ido lentamente, para agotarlo todo, y no permitirle revivir.
Y regresé
A la maldición
Del cajón sin su ropa,
A la perdición
De los bares de copas,
A las cenicientas
De saldo y esquina,
Y, por esas ventas
Del fino Laína,
Pagando las cuentas
De gente sin alma
Que pierde la calma
Con la cocaína,
Volviéndome loco,
Derrochando
La bolsa y la vida
La fui, poco a poco,
Dando por perdida.
Luego la autoflagelación negándose a hacer lo que hubiera hecho cuando la tenía a su lado y que evidentemente hubiera -con lo que ya dije respecto a dicho verbo- sido útil para mantenerla a su lado flores, regalitos y joyas aunque fueran de escaso valor, y la metáfora esa donde evita asediarla con la antología de sábanas frías y alcobas vacías, implica también mucho más que la propia escena, ¿habrá cosa más triste que las sábanas frías por no ser compartidas con aquella o aquel a quién se amó? ¿Habrá dolor más doloroso que el de la alcoba vacía, a pesar de estar uno de los dos en ella?
Es la vaciedad de la persona dejada, del o la abandonada, es un “te llevaste TODO, hasta mi propio yo.” ¿Para qué quiero una habitación si no es contigo? Todo lo anterior además de lo que implica un asedio, un acoso, un acechamiento; y para no variar otro cierre magistral “no fantochar”, no presumir ni exhibir su dolor, cargando además detrás de sí una cofradía, es decir un grupo de personas con fines piadosos que solo buscaban en el caso concreto reprochar ¿la partida de ella? ¿Los motivos que dieron pie a dicha partida?
Y luego el verso que da nombre a la canción donde aclara que la quiso tanto que tardó en olvidarla 19 días, un tiempo corto aparentemente, y 500 noches; pero lógicamente esas 500 noches llevaban delante de si los respectivos días, y que en tiempo real representan un año y cuatro meses y medio, aproximadamente.
¿Por qué 19? ¿Por qué 500? Eso solo lo explicaría el propio Sabina, incluso hay un libro dedicado exclusivamente a dicho tema. Y como agregado personal, en mi caso olvidar a quien me la hizo como se la hizo la Zubillaga a Sabina, los 19 días y las 500 noches se me hicieron infinitamente largas, y además se quedó corto porque resultándome insuficientes excedieron dicha cantidad.
Y eso que yo
Paro no agobiar con flores a María
Para no asediarla con mi antología
De sábanas frías y alcobas vacías
Para no comprarla con bisutería
Ni ser el fantoche que va en romería
Con la cofradía del santo reproche
Tanto la quería
Que tardé en aprender a olvidarla, diecinueve días
Y quinientas noches
¿Qué tan sorprendente no habrá sido ese “hola y adiós”, que el subsecuente portazo después del abandono suena a signo de interrogación? Esa metáfora no vale solo el disco, sino toda su producción musical. Un portazo donde caben absolutamente todas las preguntas del mundo, ¿Preguntas relacionadas con la relación? ¿con lo que en esta faltó? ¿con el abandono? ¿Cuántas veces no han salido de nuestras vidas personas que amamos o creíamos amar sin dar una triste explicación y dejando el vacío de su partida con cualquier cantidad de interrogantes que a la fecha nos corroen el alma?
Dicho sea de paso, y como anécdota, en días pasados recibí una llamada de una novia que tuve y que se fue así sin decir más, y con quién estuve tratando insistentemente de hablar luego; llamada que se dio en plena madrugada y solo para hacerme un par de observaciones, y que para variar no duró más de dos minutos; y SÍ, el colgar de dicha llamada sonó igual: a signo de interrogación; y dejándome también en claro que en efecto tanto a Sabina como a un servidor, Cupido se vengaba de ambos a través del olvido con ese portazo y esa llamada que sonaban a preguntas, obviamente sin respuestas.
Y luego, ¿para qué pedir perdón si éste ya no vale, ya no importa? Siempre he dicho que la palabra perdón no es solo una palabra, sino debe ser una actitud, tanto para el que lo ofrece como para el que eventualmente lo acepta; agregando además el que esto escribe, que también es una palabra innecesaria, puesto que si se da entre dos que se aman no cabe en ellos porque al amarse se aceptan tal cual son; y si se da entre dos desconocidos, no tiene sentido porque a ninguno de los dos le importa el disculparse y el disculpar.
Y luego la crítica cargada de machismo, y por ello de coraje infinito al decir que era orgullosa, que NUNCA se callaba, y si usaba la falda corta, era porque merecía lucirla ¿no creen? Digo al menos a mí, una mujer con esas características sin duda me volvería loco: altanera, que no se guarda nada, que dice lo que piensa, y al pensar cuestiona, una mujer contestataria; y además bella como para saber lucir bien una minifalda. Verso que parece crítica, pero no lo es, al contrario, enaltece dichas cualidades.
Y de nuevo el abandono, como zapato viejo, imposible pues de remendar, sin remedio en términos de conducta respecto a Sabina, y el arranque de salir rompiendo cosas, pero no cualquier cosa, sino cosas útiles, como efectivamente los lentes de uso cotidiano, los que usamos los miopes, dejando en esa metáfora también la vista borrosa por la partida de ese amor, dejando el futuro borroso por dicha ausencia; y un nuevo cierre fabuloso ya que al decir que sacó de su espejo su vivo retrato no solo dice que quitó del espejo una fotografía de ella, sino que adentrándose en el espejo, cual Alicia de Lewis Carroll, también quita o borra todas las imágenes que de ella guardaba o guardó dicho espejo, ¡vaya! dejando hasta al espejo mismo, vacío de su ausencia.
Dijo hola y adiós
Y el portazo sonó como un signo de interrogación
Sospecho que así
Se vengaba, a través del olvido
Cupido de mí
No, no pido perdón
(No pido perdón)
¿Para qué? Si me va a perdonar
Porque ya no le importa
Siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga
Y la falda muy corta
Me abandonó
Como se abandonan los zapatos viejos
Destrozó el cristal de mis gafas de lejos
Sacó del espejo su vivo retrato
Por último, ¿de qué tamaño habrá sido la borrachera que acaba haciendo eses y toreando carros supongo en La Gran Vía de Madrid, y armando un jaleo monumental que provoca lo corran del casino de Torrelodones?, uno de los de más prestigio en el país, un lugar donde no entra cualquiera.
De gente pudiente, rica, de los de más historia en España; concluyendo con otro textazo al afirmar que negaría el santo sacramento en el mismo momento que ella se lo mande ¿A cuál de los sacramentos se refiere? ¿Al matrimonio? ¿Está diciendo el Maestro que sería capaz de renunciar a su vida matrimonial con tal de continuar al lado de Cristina? ¡¿Tanto la amaba?! ¿O se refiere a la comunión?
Eso le daría un giro maravilloso a dicho cierre porque pareciera entonces un reclamo al Creador por haberle quitado el amor de Cristina, y además haciendo un extraordinario juego de palabras al hablar de la “común unión”, volviendo el texto inconmensurable.
Y bueno, cuando estás dispuesto a reclamar y negar al mismísimo Dios por perder el amor de una mujer, estás además, contraviniendo el primer mandamiento del decálogo al amar a una mujer por encima del Padre; y llegar a ese extremo significa que efectivamente se perdió absolutamente cualquier tipo de cordura.
¿Quién más, quién menos ha tenido un amor en su vida que nos ha llevado por el mismo camino renegando de Dios por la pérdida del objeto amado? Todos, ¡TOOODOOOS! ¡Y en mi caso, irónicamente tiene un nombre justamente vinculado a la natividad de Dios hecho niño! ¡Bendita ironía que además me hace protagonista personal de esos 19 días y 500 (aunque fueron muchas más) noches!
Y fui tan torero por los callejones del juego y el vino
Que ayer el portero me echó del casino de Torrelodones
Qué pena tan grande
Negaría el santo sacramento en el mismo momento
Que ella me lo mande.
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