Redacción El Coahuilense
Por Brenda Macías
El día llegó, Claudia es hoy la primera presidenta de los Estados Unidos Mexicanos. Este es un acontecimiento, un hito en la historia de este país y en la lucha por la igualdad. Al menos desde que en 1953 se le dio a la mujer derecho al voto en México.
Esta lucha es de miles de mujeres feministas, activistas y ciudadanas que han empujado desde tiempos inmemoriales en América Latina la igualdad de género. Sí. Con la llegada de Claudia Sheinbaum se rompe el techo de cristal, se derrumba una parte de los muros que habían impedido la representación de las mujeres en la política porque los “ceñoros” consideraban que no éramos aptas y que nuestro destino era el cuidado del hogar y la familia.
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La llegada de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de México nos da esperanza. Inspira a muchas niñas y a mujeres para seguir rompiendo los estereotipos de género. Sin embargo y a pesar de los ánimos de júbilo, el que una mujer llegue al poder no siempre se traduce en conciencia de género y en un gobierno feminista o progresista. La asunción del plan C, el plan de Claudia Sheinbaum, no garantiza que las políticas públicas que se empujen desde el gobierno federal beneficien a las mujeres, minorías y disidencias.
Al respecto, voy a parafrasear a la doctora Amneris Chaparro, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, para expresar un temor. No me gustaría que los pedazos del techo de cristal roto lastimen a las mujeres que están debajo de y sosteniendo a Claudia, la presidenta, luchando por los mismos problemas: discriminaciones, violencias y ultraviolencias contra las niñas, mujeres, subjetividades feminizadas, mujeres indígenas, afrodescendientes y de diferentes clases sociales de este país.
Sé que la doctora Claudia Sheinbaum ha mostrado cierto compromiso con algunas causas feministas, como la creación de una Fiscalía Especializada en Feminicidios. Sin embargo, su liderazgo, hoy como presidenta, debe ir más allá de los gestos simbólicos. Necesitamos políticas públicas que aborden las desigualdades estructurales, garanticen los derechos reproductivos y protejan a las niñas y mujeres de todas las formas de violencia.
La llegada de Claudia Sheinbaum debe ser un catalizador para un cambio más amplio y profundo en esta sociedad mexicana. Debemos asegurarnos de que las mujeres de todas las clases sociales, etnias y orientaciones sexuales se beneficien de este progreso. Esto requiere un compromiso constante con la justicia social y la igualdad de género, asegurando que las futuras generaciones encuentren un mundo más justo y equitativo.
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Finalmente, ¿será que la esencia científica de la presidenta Claudia Sheinbaum se vea reflejada en un México más tirado a las energías renovables, a un transporte público eficiente y sustentable y se deje de explotar el petróleo y pare el extractivismo de los bosques, selvas y comunidades?
Hay mucho por hacer. Hasta la próxima entrega.
@brendamargotms
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