Por Álvaro Delgado Gómez
El encubrimiento de Juan Pablo II a la pederastia de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo ha sido uno de los peores escándalos de la Iglesia católica, pero otra historia de “indecibles vejaciones, abuso físico y de conciencia”, así como de mentiras, ocultamientos y manipulación, ha estallado literalmente frente a los ojos de varios cardenales, cuyos principales protagonistas son miembros de la organización de ultraderecha El Yunque que, desde el secreto, trama controlar las universidades católicas del mundo a espaldas, o con su aval, del Papa Francisco.
Este nuevo escándalo en la Iglesia se produjo tras la revelación que hicimos en SinEmbargoMX de la conjura detallada de El Yunque para influir en la conciencia de los jóvenes universitarios, un plan que sigue su curso con el encubrimiento —otra vez— de la Iglesia, particularmente de los cardenales Carlos Aguiar Retes, de México, y Christophe Pierre, de Francia, como parte de las complicidades que tiene esa organización secreta en México y hasta en El Vaticano.
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Y es que uno de los implicados en el diseño y la operación de esta conspiración de El Yunque es el mexicano Rodrigo Guerra López, nombrado por el Papa Francisco secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, quien confesó que, siendo juramentado de la organización secreta, fue abusado por otros miembros de la misma y que lo informó a la propia Iglesia, que —de ser cierta— es otra historia de impunidad como la de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo.
Guerra López logró con esta versión, que contó con lágrimas en los ojos, evitar que el Consejo Directivo de la Academia Internacional de Líderes Políticos investigara el uso de este organismo laico apoyado por El Vaticano el plan de hacer presidente de las universidades católicas de América al militante de El Yunque Emilio Baños Ardavín, rector de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), revelado por este reportero el 17 de marzo y confirmado públicamente por el fundador y director general del organismo, José Antonio Rosas Amor.
El Consejo Directivo de la AILC informó, el 28 de marzo, que respaldó a Guerra López en su versión de miembro de El Yunque y al mismo tiempo víctima de El Yunque, pero descreyó del plan confirmado por Rosas Amor, otro confeso miembro de la organización secreta con la que rompió, y además respaldó al presidente de ese organismo, el político italiano Rocco Buttiglione, amigo de los jerarcas yunquistas y hasta consuegro de uno de ellos, Francisco Xavier Salazar Sáenz.
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En el comunicado del Consejo Directivo del viernes 28 de marzo, que en los hechos avala el plan de El Yunque que condujo a la renuncias de varios consejeros —entre ellos la de Enrique Iglesias, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo—, se consumó la renuncia de Rosas Amor como director de la AILC y se protegió a Guerra López después de afirmar que él fue víctima de El Yunque, de la que fue líder juvenil en Puebla.
“Particularmente significativo ha sido que el Dr. Rodrigo Guerra López ha compartido a los miembros del Consejo la experiencia de haber sufrido indecibles vejaciones, abuso físico y de conciencia por parte de algunos miembros del Yunque y haber enterado a la autoridad eclesial competente”, dice el comunicado, que en su primera versión no incluye este testimonio y que pretende imponer censura sobre este mismo personaje, quien no precisa si entre los abusos está el sexual.
“Dada la naturaleza de estas vejaciones, invitamos a todos los medios de comunicación a retirar cualquier información que difame y/o calumnie al distinguido miembro de la Academia, que merece el mayor de los respetos en su dignidad y en su intimidad, y a no continuar con campañas de desprestigio a su persona. Quien con conocimiento de estos hechos exhibe públicamente a una víctima de violencia falta gravemente a su dignidad y a sus derechos fundamentales. Nos entristece que también la honorabilidad de Rocco Buttiglione haya sido puesta en cuestión”.
De ser ciertas las vejaciones y los abusos físicos y de conciencia de miembros de El Yunque contra Guerra López, cuando él mismo era juramentado, la Iglesia debe realizar una investigación para identificar a los agresores, porque se denunciaron ante “la autoridad eclesial competente”.
No hacerlo significa garantizar la misma impunidad de la que gozó Maciel y la Legión de Cristo y como tantos curas que abusaron sexualmente de menores y de niños.
Lo curioso de Guerra López es que, si fue abusado por miembros de El Yunque, por qué no lo denunció antes, por qué diseñó en la propia sede de la UPAEP el plan para hacer presidente de la Organización de Universidades Católicas de América Latina al rector Baños Ardavín, también miembro juramentado, por qué se reunió clandestinamente, en Roma, con los jefes de la organización y por qué promovió el doctorado honoris causa de aquella universidad a Rocco Buttiglione.
Hay un dato esperanzador en toda la trama de la Academia Internacional de Líderes Políticos: Los cardenales Odilo Scherer, de Brasil; Diego Padrón, de Venezuela, y Carlos Osoro, de España, se negaron a firmar el comunicado que encubre a Guerra López y el plan de El Yunque, la organización secreta que bien conoce este último, porque fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española y conoció el amplio informe sobre la organización secreta que encargó la Iglesia de ese país.
Ahora, si nada hace la Iglesia católica y el Papa Francisco, entonces ocurrirá como con la pederastia de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo: Aunque tarde, El Yunque va a estallarles en la cara a todos y sobre todo al Vaticano.
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