Redacción El Coahuilense
Por Arturo Rodríguez García
Colosio y AMLO 2006 fueron dos de los temas en una semana de escándalos que se traslaparon. La razón es que, siendo episodios inconclusos, sirvieron para generar amplios debates, revelación o rememoración de detalles, muchas declaraciones en un contexto que se supone de relativo silencio electoral dado que el período llamado de intercampañas está en curso.
Acaso la decisión de la Suprema Corte, respecto a la Industria Eléctrica y el paquete de reformas que buscará iniciar el Ejecutivo el próximo lunes, se aprecian asunto vigente pero, tanto lo histórico e inconcluso, como lo legislativo por venir, se orientan a un mismo objetivo que es mantener el encono entre los dos polos en disputa electoral.
Vamos por partes:
Si la justicia fuera pronta y expedita, hace mucho tiempo que Mario Aburto habría quedado en libertad. Los cargos por el asesinato del candidato presidencial del PRI en 1994 han sido siempre insostenibles.
El año pasado, la defensa de Mario Aburto, encabezada por Jesús González Schmal, consiguió lo que era claro desde el primer momento: probar que una serie de violaciones al debido proceso, tortura y fallas tremendas en la investigación –que parecen deliberadas—lo hicieron chivo expiatorio.
Por otra parte, muchos de los implicados murieron en circunstancias violentas los años siguientes al crimen, años en los que la entonces Procuraduría General de la República, hoy fiscalía, fue incapaz de encontrar la verdad y ni siquiera le tocaba hacerlo. Debieron procesarlo en el fuero común.
Tapar todo fue el objetivo y ahora, retomar la teoría del segundo tirador es poco prometedor: reiniciar un caso 30 años después de los hechos es materialmente imposible. La aspiración a una verdad histórica, inalcanzable.
Justo es lo que está diciendo Luis Donaldo Colosio hijo en su petición de un (ya lo sabemos) indulto imposible. Pero tiene razón en algo: la justicia mexicana le falló a su padre, a su familia y al pueblo de México.
En el caso López Obrador, el escándalo de mayor relevancia es el reportaje del prestigiado periodista Tim Golden en ProPublica, medio muy respetado, que abrió la polémica, en resumen, por la versión de que López Obrador recibiera dinero del hampa en su campaña de 2006.
Más allá de ser pro AMLO o anti AMLO, quien haya visto fríamente la información encontró dos aspectos: primero, que el asunto fue cerrado hace 13 años y, que no implica contundentemente a López Obrador. La cuestión es que ese trabajo, el de Tim Golden y, sobre todo el de sus repetidores en México, es que hay una fuerte dependencia de fuentes securitarias, en concreto de la DEA.
Desde hace años, varios periodistas hemos observado lo peligroso que es depender de esas fuentes, las agencias extranjeras, debido al cruce de intereses y la falta de contundencia de los datos que filtran, casi siempre de manera anónima.
Hoy, la forma en que se presenta la información debe decirse que ha dado, entre otros asuntos, un alegato infundado para la oposición en su extravío electoral, tanto como el caso Colosio lo ha dado al lopezobradorismo que, por lo demás, debería entender que no lo necesita.
Descendientes de Zapata con Meza
Morena podría enfrentar un revés inesperado en Morelos, tras la reciente ola de renuncias que sacudió sus cimientos la semana pasada. La partida de María de la Luz Villa Figueroa, seguida por la renuncia del reconocido líder social Arnulfo Montes Cuen, quien junto con otros mil Comités de la 4T decidió abandonar el partido para apoyar a la opositora y hasta hace unos meses morenista, Lucy Meza, es un escollo.
Ahora, una nueva alianza se perfila en el horizonte: se trata de los descendientes del general Emiliano Zapata, que habiendo formado una organización propia, han decidido respaldar a Meza y firmar el Plan de Anenecuilco, enfocado en rescatar a la entidad de la inseguridad, la corrupción y la impunidad, problemas que de acuerdo con los descendientes del caudillo, en gran medida se deben a la mala gestión de Cuauhtémoc Blanco.
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