Por Ximena Arriaga
¿De qué es más fácil escribir? ¿De lo que nadie quiere hablar o del tema del que no puedes dejar de hacerlo?.
Veamos.
Hablemos de política…
Para algunos la única esperanza real de oposición en cuanto a la próxima Presidencia de México es Xóchitl Gálvez; para mí, aunque pienso en otras muy pocas opciones posibles… tristemente concuerdo con quienes dicen que si no son respaldados por la estructura y maquinaria de todos los partidos en alianza, cambiando las estrategias que hasta ahora han manejado, se quedarán en el intento. Aún no han entendido que se debe manejar un proyecto colectivo y no uno donde sólo brille la figura del candidato…
Por cierto, no he visto ninguno con tanto glow a quien la gente identifique como la esperanza de ganar al partido en el poder, que por mucho y saltándose la ley ya empezó a posicionar a sus candidatos, a sus corcholatas, ya todos identificamos el término, aunque le pongan otro nombre, así de avanzados están. Ahí síganle queriendo cumplir su sueño imperiosamente individualista de ser candidato a la Presidencia, se va a quedar en sueño de uno, y a convertir en otra pesadilla de 6 años para el país.
Ya pónganse pinches de acuerdo, porfitas. Sería momento de emprender un camino de regreso a la gente, al territorio, a la ciudadanía; de escuchar, de empatizar. Considero es la única posibilidad de poder ganar, es la historia revolucionaria de siempre, la verdadera unión puede vencer al poder manifiesto. Por esto también es importante conocer la historia y honrar la memoria… Como siempre nos dicen los maestros, para no repetirla… ¡Pues ya chingadamadre! ¡Actuemos!
Sad-hablemos de amor…
Mi tiempo agoniza al igual que mis deseos, cansada cierro los ojos y me quedo en silencio; otra vez pensando en ti. Entonces, vuelvo a abrirlos, esta vez sólo para derramar más lágrimas de las que soporta mi alma abatida. Cuando el pesar es tan grande, los pasos calan uno a uno, tanto que no te llevan a donde deseas, sólo te estacionan en un instante con cierto parecido a eternidad. El dolor interior no tiene ni nombre, ni dirección, y las palabras, los cantos, los gritos o las lágrimas, nada puede detener lo que hiere por dentro. En ese perfecto otoño involuntario, caen poco a poco las hojas de la esperanza, hasta no quedar ni una sola que pueda salvar la esencia marchita de un corazón vivo en medio de un amor muerto.
No sé de qué me duele menos escribir, pero la tinta de los próximos años no tiene brillos, colores o chispitas… Caminamos directamente a las peores crisis que hemos padecido… Ya nos acostumbramos al conflicto Rusia-Ucrania. Toleramos dictadores y sus dictaduras. No nos sorprende el tráfico de drogas, de órganos ni de personas. Ya aceptamos la toxicidad de las personas hasta en nuestro núcleo más íntimo. No hacemos nada cuando pisotean las leyes, cuando vivimos en un estado de impunidad e inseguridad. Seguimos acabándonos el planeta, los recintos naturales y sus recursos con los modelos actuales de producción y consumo.
Demos al planeta, a la sociedad y a nosotros mismos un respiro. (Paréntesis, me informan que no sabemos respirar, ¡diablos! Debemos aprender a ser conscientes de nuestra propia respiración (así de grave está la cosa).… do it!).
Enfoquémonos, hagamos lo que nos corresponda, y un poco más. Que si no nos aliamos hoy, caminaremos en 6 años por los escombros de las instituciones y leyes que tantos años nos costaron construir (escribiendo sad o twiteando con el corazón roto) o moriremos de calor en el intento.
La carrera presidencialista es muy corta.
La vida lo es…
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