Por @ArriagaXxximena
Muchas columnas seguirán derivándose del pasado 2 de junio. Temas económicos, sociales, cívicos, jurídicos, políticos, por supuesto, entre otros. Cosas random acontecieron en el proceso electoral más grande de nuestro país. Conocemos desafortunadamente el estado latente de violencia política, amenazas, atentados y homicidios de candidatos, robo de paquetes electorales, conatos de incendio, riñas o vandalismo en casillas. La moneda de cambio, la compra de votos, el tradicional carrusel, la solicitud ilegal de la credencial de elector, la selfie con tus boletas para corroborar que tu decisión coincida con la “oficial” (a toda escala: trabajo, gobierno, sindicato, partido o gremio).
Medios de información y redes sociales estuvieron al pendiente de cada minuto de la jornada de votaciones.
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Historias como evitar ir a la misma casilla que tu ex, elegir irte de peda, a un rancho o una excursión, pues cómo desperdiciar un domingo. Otros, simplemente no acostumbran votar, o piensan que no tiene caso hacerlo.
Por mi parte, me escribieron en X para decirme amablemente (no creo que sea hate de ningún tipo, jajajaja) que banalizo y tomo de manera superflua la democracia del país al referirme a cambiarme el color de mi pelito sólo para cerrar el ciclo después de ver los resultados de las elecciones. ¿Y qué…?
No sé con qué cara podría algún mexicano reclamar, si creo que todos nos hemos equivocado al menos por omisión alguna vez, al respecto. Si no es faltando a votar, es no hacer los trámites correctos, no informarnos, no estar al pendiente del curso político de nuestros territorios, ya ni decir de todo el país o internacionalmente.
Definitivamente creo que los resultados de las elecciones los decidió el hambre y el analfabetismo… Ni siquiera me refiero como algunos pensarían a los “chairos”, sino a todos los mexicanos como nación y como personas. Nuestro país se encuentra famélico de cultura, habituado a la inmediatez, al mínimo esfuerzo, con sólo un hilito delgado de tolerancia que pende de la esperanza, la cual no sé por qué nunca chingados se nos acaba; idiosincrasia de pobreza, de escasez, de conformidad, de informalidad, del “al cabo nadie llega temprano”, “no se dan cuenta”, o el típico “todos lo hacen”. Vivimos uno de los tiempos más convulsos entre diversos temas sociales, echando cada mañana leña al fuego de las rencillas entre ricos y pobres, entre quien se cree mucho y quien acepta que así nos tocó vivir. Estamos hartos de todo y de todos. Sentimos que nunca tenemos lo suficiente, que no completamos, que no logramos ser el chingón que deseamos ser.
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Nos acostumbramos a echar culpas, adoptamos el victimismo como estilo de vida, lo hacemos tan orgánicamente que a veces no nos damos cuenta, pensando si fuera rico, si me hubieran heredado, si tuviera otro trabajo, si me hubieran becado, etcétera… Pensamos que haríamos mejores cosas si nos hubiera tocado otra situación; le haríamos la competencia al mismísimo Dr. Simi, condecorado con la Gran Cruz de San Gregorio Magno, reconocimiento otorgado por la Iglesia por sus abundantes contribuciones. Admito: su mensaje hace honor a la idea de aceptar lo que Dios disponga, lo que, a mi parecer, ha hecho mal a México. Su consejo: “La discapacidad se debe tratar de curar, pero si no se puede, aceptarla y ofrecérsela a Dios para sufrir menos”. Creencias que nos han hecho aceptar a la pareja alcohólica, a los padres abusivos o descuidados, a pensar que a uno no le da la mente para estudiar, porque nadie lo ha hecho en la familia, generaciones entrando a la misma fábrica o heredando plazas sindicales para seguir en el mismo nivel, generación tras generación, en no movernos del lugar donde nacimos, en no buscar otros horizontes, en seguir aceptando… Sentir que no se puede cambiar lo que vivimos o quienes somos por un lado y por otro la presión de ver por todos lados como “deben ser las cosas”, en qué gastarnos el dinero, cómo vestirnos, en que todo se vea aesthetic, con filtro, que no se te note la falta de dinero, que presumas el puto café, la franquicia de moda, una marca, un viaje, una experiencia.
Entonces sobrevivimos entre una quincena y otra, entre me lo merezco y Dios proveerá, entre viva México cabrones y chingando la madre a otro cuando se puede. Entre que chsm los políticos y luego echarles toda la culpa de lo que sucede en el país, pues nos jode esforzarnos, involucrarnos, hacer un poco más de lo mínimo suficiente.
Porque esta lección la debemos de aprender todes: los partidos a punto de extinguirse, unos erraron garrafalmente eligiendo candidatos y otros lucharán contra el tiempo para seguir escondiendo sus prácticas corruptas; los votantes, porque la mayoría vamos sin analizar y a lo pendejo elegimos; y los ciudadanos en general… O tomamos realmente lo que queda de este país, buscamos la mejor forma de que una sociedad sea representada y ocupamos el lugar de acción que se le concede al ciudadano para involucrarse, ir extendiendo en el tiempo la capacitación, la solidaridad, el trabajo, la competitividad, el análisis, la objetividad. Y cómo de mí no vas a estar hablando, vamos reaccionando con acciones estructuradas con objetivos a largo plazo o nos chingamos todos.
@ArriagaXxximena
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