Ganar el Congreso

Por Arturo Roríguez García

En el panismo ochentero –aun compuesto por militantes que abrazaron la formación doctrinal pero para entonces sometidos al empresariado y sus asociados de ultraderecha católica– solía prevalecer un objetivo: ganar el congreso.

La ecuación era sencilla. Convertirse en el contrapeso que por definición estaba destinado a ser el PAN desde que fue fundado y luego, una vez conquistado el terreno de la representación, ir por el Ejecutivo.

A cuatro décadas de distancia, para el PAN en su posición de segunda fuerza electoral, el otrora invencible PRI y lo que queda del PRD, el objetivo es el mismo y en conseguirlo radica el esfuerzo electoral que inició este viernes primero y concluirá el 2 de junio.

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Si bien, acortar la distancia que le lleva la presidencial morenista a Xóchitl Gálvez es el objetivo manifiesto en la retórica partidaria, lo cierto es que eso sólo se procura para contribuir a jalar un poco a priístas y panistas en varios estados donde la competencia electoral puede verse beneficiada en las fórmulas para el Senado y la Cámara de Diputados.

En 2018 conseguir ganar el congreso fue cosa de último minuto. Durante los primeros cuatro meses de aquel año, los grupos políticos y económicos apostaron por dar un giro a las preferencias que se consolidaban en torno a López Obrador, el entonces candidato que en sus giras se anticipó llamando al “voto parejo”.

Fue un par de semanas antes de las elecciones cuando al PRI y al PAN, por entonces oponentes, les hizo sentido conquistar las cámaras y hasta las élites intelectuales del país llamaron a votar cruzado para conseguir equilibrios y contrapesos. 

No lo lograron y fue hasta 2021 cuando recuperaron una parte de la de diputados con lo que fue posible frenar las reformas constitucionales que se proponía el lopezobradorismo.  

Ya conocen el camino. Esta vez, el objetivo está trazado y su candidata presidencial es un sacrificio calculado.

De banquetera a mudancera

El Registro Agrario Nacional (RAN), de Plutarco García Jiménez, se encuentra en proceso de mudanza. Nuevas oficinas aunque con el mismo mobiliario y para trasladarlo optó por una empresa de banquetes sin experiencia en la materia para la titánica tarea de mover muebles y archivos.

Corría el pasado 20 de febrero cuando la Dirección de Recursos Materiales eligió a la tercera propuesta más cara, dentro de la compra LA-15-B00-015B00001-N-4-2024. Pigudi Gastronómico se erigió aquel día como ganadora de un contrato por 52.3 millones de pesos.

Las implicaciones: garantizar el traslado de 88 mil cajas de documentos, 300 tarimas, 3 gabinetes para tarjetas, 3 planeras, 280 equipos de cómputo, scanners, plotters e impresoras, 24 equipos telefónicos, material de oficina, limpieza y eléctrico.

La colecta a realizar es desde dos inmuebles en la alcaldía Cuauhtémoc y uno más en la Venustiano Carranza, hacia la nueva localización en Avenida Juárez 92, por lo que la firma habrá de garantizar la mano de obra y herramientas necesarias.

Sin embargo, sus capacidades se encuentran en tela de juicio, ya que sus últimos 13 años de desempeño en la administración pública relatan a través de 119 millonarias contrataciones que Pigudi Gastronómico solo ha prestado servicios de comedor y alimentos, sin olvidar que la propia empresa se describe así en su página oficial, sin referir nunca expertise en mudanzas.

Entre las curiosidades del veredicto emitido por el RAN, no deja de captar reflector que la propuesta más baja era por 6.5 millones de pesos y fue puesta sobre la mesa por Transportadora Nacional SA de CV, firma que a pesar de desenvolverse en el rubro fue descalificada junto con las otras siete participantes; mientras que la ‘vencedora’ logró su cometido al acreditar su supuesta experiencia con cartas de recomendación, cuyo origen es cuestionado desde el nicho. 

Las sospechas no son infundadas, pues además de su nulo historial como mudancera y sus altos costos, en 2019 Pigudi Gastronómico fue señalada por diversos incumplimientos en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, así como en la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, aun cuando los servicios prestados en ambos lugares sí correspondían con el giro del que se ha encargado durante al menos una década.

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