Hope

agosto 13, 2024
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HOPE
EL COAHUILENSE

Por Xxximena Arriaga

“Bonita”, me llegaron a decir muchas veces, las mismas en las cuales yo reaccionaba de manera molesta porque pensaba tener mejores cualidades que mi apariencia. Siempre quise ser una “mujer de mundo”, culta, inteligente y hasta ruda. Para mí eso incluía estar al día en cualquier asunto de importancia internacional. 

Por esa razón mi consumo de noticias era demandante, ni los findes descansaba de estar informada. Fue así por muchos años en los cuales cambié la expectativa de quien yo quería ser, más no la costumbre de devorar crónicas y novedades. No sé el justo momento en el cual noté el alto grado de influencia de los titulares cuestionables, la manera cruda de manejar las notas, el hate borboteando en redes sociales. 

Empecé a pensar en todas las cosas malas posibles, derivadas de las historias despiadadas de delincuencia y violencia narradas en las notas. Dejé rutinas placenteras, como caminar de noche o salir a pasear a ciertos sitios, por temores basados en las realidades de otras personas mostrados en primera plana. 

Sustituí temas personales de conversación por los internacionales que se muestran siempre al filo de un disturbio mundial inminente. Renuncié a la esperanza y abandoné mis prácticas de buena voluntad –para “hacer un mundo mejor”– porque, según los medios, ya todo está perdido, ya no hay forma de cambiar el destino trágico de la humanidad. 

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Entonces, cancelé aportar mi granito de arena, esas pequeñas cosas como dar ride a desconocidos, bajarme del auto para ayudar a alguien descompuesto en carretera, prestar mi celular a quien pareciese necesitarlo, plantar un árbol, cancelé mi apoyo a Greenpeace y hasta omití caridad en algún crucero. 

El miedo me movía pese a desenlaces y, aún más, cualquier brillo de aliento por aportar, aunque sea un poco a la solución, desaparecía aplastada por la cruel “realidad” en cuanto a catástrofes naturales y escasez de recursos; los instintos desviados del ser humano, los contextos sociales alterados, la violencia permeada en todos los niveles, la corrupción, el terrorismo, el hambre, la guerra, la asquerosa política, los cárteles, la pobreza extrema, etcétera, narrados como irremediables. 

Si el mundo tuviera que ubicarse en alguna sala de hospital, seguro ya estaría en la de Cuidados Paliativos, con diagnóstico terminal. 

De acuerdo con Digital News Report 2024, derivado de su estudio en 47 países, con casi 95 mil personas, detectó que “la proporción que evita selectivamente las noticias (a veces o con frecuencia) ha subido tres puntos porcentuales y está en 39%”; son 10 puntos más que en 2017. 

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Las razones subyacentes no han cambiado: quienes evitan selectivamente las noticias dicen que los medios suelen ser monótonos y aburridos, y algunos marcan que la naturaleza negativa de la información les causa ansiedad e impotencia.

Pero no es solamente que las noticias puedan ser deprimentes: también son incesantes: 39% dijo sentirse “exhausto” por la cantidad de noticias existentes, frente a 28% en 2019; frecuentemente se menciona cómo la cobertura de guerras, desastres y la política aplasta a otros temas. Las mujeres (43%) se quejan más de la sobrecarga de noticias que los hombres (34%).

En México, desde la asunción en 2018 del populista Andrés Manuel López Obrador, la confianza en las noticias disminuyó alrededor de 15 puntos porcentuales. Durante su mandato, AMLO atacó regularmente a los medios y a los periodistas críticos.

La mayoría de los jóvenes desconfía de las empresas tradicionales de información, por pensar en su colusión con grupos de poder (sorry, pero no puedo abogar por la mayoría). 

Sin embargo, también se abstienen de consumir noticias, creyendo que las cosas nunca van a cambiar y por las alteraciones en su estado de ánimo. Pues el pesimismo, la desesperanza, la negatividad y la imposibilidad de hacer algo para cambiar el destino permean a su estado de ánimo general.

Debemos considerar que el consumo de información sobre violencia colectiva, masacres, o una representación totalmente negativa de la realidad, puede generar estrés, ansiedad, angustia, baja de ánimo, culpabilidad y preocupación por futuros eventos negativos.

Además, no siempre resulta que cuantas más noticias consume la gente está mayormente informada, debido a medios, redes y creadores de contenido, que algunas veces proveen apreciaciones erróneas, no siempre de manera involuntaria. 

Sí… Sabemos que lo amarillista es, tal vez, la mejor estrategia, monetariamente hablando, para captar atención y views, pero ¿realmente es el enfoque más ético de hacerlo? ¿El único?

En estos tiempos, muchos andan por el lodazal buscando hacer negocios y pocos se detienen a buscar nuevas formas de involucrar a sus usuarios para lograr un avance en la solución de los problemas, y me queda claro que también la información es una industria y no beneficencia, pero tal vez ese enfoque mercantil que nos va sometiendo es el que nos jode comunitariamente. 

Ahora está de moda identificar cómo las cosas, las personas, la ropa, la iluminación, las palabras, los novios, etcétera, influyen en nuestra energía y vibración. Imagínense como la negatividad declarada en titulares escandalosos, exagerados y hasta ofensivos influye en nuestra energía personal. Esas crónicas que apelan a nuestros sentidos con asombro y morbo son las mismas desalentadoras para nuestro buen espíritu. Si seguimos dando clicks sin aplacar la curiosidad que nos corroe por dentro, seguimos fomentando la prensa amarillista, la negativa, la expuesta para atraer; no para informar.

No se puede suprimir informar hechos reales, pero sí pueden evitar la inclinación sensacionalista. Seamos más críticos, no sólo consumamos por videos cortos; analicemos varias fuentes, confirmemos la información, seamos medidos en el consumo. Ser éticos al compartir contenidos y fuentes.

Fortalezcamos la sociedad creciendo con datos fidedignos, un enfoque más humano, notas sin sesgos pesimistas, estimulando la participación, la iniciativa. ¡Vaya! No todo debe estar jodido. No consumamos en redes a lo pendejo. 

Construyamos lo que reste de futuro, con respeto y empatía. Seamos creativos, comprometidos, cada uno desde su lugar, sin pensar “es poco lo que hacemos”.  Es sabido: el conjunto de pequeñas acciones rinde más fruto que la abundancia de la nada. Es una decisión individual.  

Yo, por lo pronto, ya empecé…  

¿Tú?  

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