La derecha está enojada

agosto 15, 2023
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Por Álvaro Delgado Gómez

En medio de su fraudulento proceso interno, calificado como tal por ellos mismos, la derecha opositora recibió como una bomba que la pobreza en México disminuyó a su menor nivel desde que hace casi cuatro décadas que inició el periodo neoliberal y, a 10 meses de las elecciones para renovar la Presidencia de la República y el Congreso, se prefigura ya su derrota, con Xóchitl Gálvez o con quien sea.

Otra bomba para la oposición es, además, la caída en los delitos de homicidio (17 por ciento), secuestro (73.9 por ciento) y robo en general (25 por ciento), pese a los incesantes hechos criminales en el país que reciben amplia cobertura en los medios de comunicación, que contrasta con el silencio cómplice que éstos asumieron en la guerra que inició Felipe Calderón y continuó Enrique Peña Nieto.

El propio tema de los medios de comunicación y su cobertura adversa al Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador es también relevante: La aprobación presidencial supera el 70 por ciento, por un rechazo de menos del 30 por ciento, que exhibe las potencialidades electorales de los dos polos contendientes en las elección de junio del 2024.

Las cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), organismo autónomo que mide la pobreza en México, en el sentido de que disminuyó en 8.9 millones el número de mexicanos en pobreza de 2020 a 2022 y cinco millones de 2018 al año pasado, acreditan que el compromiso del Presidente Andrés Manuel López Obrador de “por el bien de todos, primero los pobres” ha funcionado.

Pese a que existen otros indicadores que no son alentadores, como la marginal disminución en la pobreza extrema y las vulnerabilidades en salud y educación, López Obrador y Morena utilizarán, como es lógico, la disminución de la pobreza como insumo propagandístico para continuidad de su proyecto en 2024, tanto para la Presidencia de la República como para el Congreso, que es clave.

Lo mismo ocurrirá desde ahora —y sobre todo en la campaña— con los indicadores en materia de seguridad pública, cuyos índices en delitos de alto impacto han disminuido. En ese sentido, la estrategia de “abrazos, no balazos, pero no cruzarse de brazos”, también tiene sustento de éxito, aun con la violencia que prevalece.

Es normal que la derecha partidaria, empresarial, mediática y académica, caracterizada por su deshonestidad intelectual, evada, esconda y ningunee los indicadores cuantitativos y cualitativos en materia de desarrollo social y seguridad pública, pero no ignora, en su fuero interno, el escenario de derrota que ya está consolidado.

Es obvio que destaque con toda enjundia el ascenso de la servidora pública Xóchitl Gálvez que, si gana, tendrá como piso el 30 por ciento de lo que hoy valen PRI, PAN y PRD, pero el reto es que esa coalición atraiga más de ese porcentaje, primero que se aproxime al 40 por ciento y luego a la abierta disputa al oficialismo.

Esos votos sólo pueden venir de los mexicanos insatisfechos con el Gobierno y su partido, que hoy no rebasan el 30 por ciento. ¿Atraerá la Senadora, si es que gana, los votos de quienes apoyan al Presidente de la República? No se ve probable.

Si el Gobierno de López Obrador acredita que da resultado su política “por el bien de todos, primero los pobres”, y su estrategia de seguridad, no se aprecia cuál pueda ser la narrativa de la oposición para contrarrestar esos resultados, menos cuando el autor de su propuesta de nación es José Ángel Gurría, fabricante de pobres como funcionario de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, y menos aún si Xóchitl Gálvez reivindica la estrategia de guerra de Felipe Calderón. Caray, ni ellos se ayudan.

SinEmbargo

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