La jaula de los secretos

septiembre 14, 2024
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Por Arturo Rodríguez García

Sería una obviedad decir –al menos hasta hace unos años— que el derecho a la información como el derecho a la libertad de expresión son un binomio indispensable en democracia. También que traducirlo a la esfera de lo cotidiano ha logrado pulsiones de cambio en la sociedad mexicana.

¿Habría triunfado el proyecto político de Andrés Manuel López Obrador sin la indignación ciudadana que motivó, entre otros reportajes, “La casa blanca de Peña Nieto”? 

O bien ¿esa indignación hubiera alcanzado la movilización social que provocó la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y las revelaciones que posibilitaron conocer lo retorcido de la carpeta de investigación que devino en la “verdad histórica” del peñanietismo?

Yo pienso que no. Y también creo que sin los instrumentos del sistema de transparencia que se construyó y evolucionó desde los tempranos dosmiles, los periodistas no hubieran logrado las piezas que en parte causaron el viraje en las preferencias electorales de 2018.

Claro está que el ejercicio del derecho de acceso a la información no se generalizó y que, como toda institución ha tenido espacios sucios. No obstante, pienso en Chiapas.

En Chenalhó, Chiapas, en enero de 2014 representantes de varias comunidades crearon un Consejo de Contralorías Comunitarias, con la idea de construir su Lekil kuxlejaltik, una expresión que comparten las lenguas tsotsil y tseltal, que se traduce como “nuestra vida buena”.

Con apoyo de la organización Voces Mesoamericanas, aprendieron a realizar solicitudes de información al ayuntamiento sobre contratos, proyectos de obra y expedientes técnicos. 

Lanzaron la campaña “Del presupuesto al hecho… que no haya trecho”, que se difundió en tsotsil, tseltal, tojolabal y español a través de radio Chanul Pom (Radio Abeja), emisora comunitaria operada por Las Abejas, asociación civil con base en Acteal, conocida internacionalmente por la masacre de 45 de sus miembros ocurrida en diciembre de 1997.

En reacción a esa campaña, el entonces presidente municipal José Arias Vázquez (quien después fue preso y bajo proceso por peculado) decretó el destierro de indígenas que hicieron solicitudes de información, así como el linchamiento –“quemarlos vivos donde los encontraran”– de los miembros de Voces Mesoamericanas. Radio Chanul Pom, sin embargo, no dejó de transmitir la campaña.

Luego ¿la transparencia es sólo para periodistas? Pues no. Resulta evidente que socializar las posibilidades de ejercer el derecho de acceso ha sido tarea pendiente pero con ejemplos como el de Chenalhó que muestran cómo, desde el más pobre de los pueblos hasta las altas esferas, el saber provoca cambios pacíficos en la democracia. Eso es lo que he visto como un reportero cuya carrera se desarrolló más o menos en paralelo al desarrollo de la transparencia.

Pero esos cambios no gustan jamás a quien está en el poder, sea del partido que sea.

Ayer, viernes 13, en Saltillo, Coahuila, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), presentó el libro “La Jaula de los Secretos. El periodismo mexicano antes y después de los instrumentos de transparencia”, cuyo autor es el periodista Esteban David Rodríguez Mendoza.

La edición, realizada por el INAI con el impulso de la comisionada Norma Julieta del Río, hace un recorrido conceptual, con historias puntuales desde la colonia hasta nuestros días, en los que el andamiaje institucional que garantiza el derecho a la información se encuentra problematizado por un proyecto de poder que ha llevado al ámbito legislativo para la casi segura extinción.

Leer el libro de Esteban David es una necesidad imperiosa para quienes nos dedicamos a este oficio, pero sobre todo para los ciudadanos que, en muchos casos sin darse cuenta de la trampa, ceden a las engañifas que desde el poder se imponen.

La decisión de mantener la institucionalidad democrática que en buena medida permitió a la autonombrada “Cuarta Transformación” llegar al poder recae sobre la hoy presidenta electa y, lamentablemente, el espectáculo de esta semana con la Reforma al Poder Judicial, no deja mucha esperanzas sobre seguir conociendo “casa blancas”, derribar las narrativas para la impunidad ni evitar los excesos de otros José Arias.

MÁS DEL AUTOR: 

Arturo Rodríguez García

Director en El Coahuilense y Notas Sin Pauta; reportero en la revista Proceso y columnista en El Heraldo de México.

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