La justicia y el derecho, una historia personal

marzo 4, 2025
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EL COAHUILENSE

Por  Dora Alicia Martínez Valero*

Cuando me pidieron que escribiera este artículo, me dijeron que contara parte de mi historia del porqué estudié Derecho, del porqué soy abogada, y la verdad es que yo no quería estudiar Derecho.

De hecho, un año antes de iniciar la carrera, viviendo en el extranjero, no tenía claro qué iba a estudiar. Cada vez que hablaba por teléfono con mis papás, y me preguntaban si ya sabía, contestaba generalmente lo mismo: “No, todavía no sé qué quiero estudiar”.

Lo que sí sabía es que no quería una carrera vinculada con las ciencias exactas; no me gustaban las matemáticas, pese a tener una mamá física-matemática. Me llamaban más las humanidades y, por eso, pensaba que quería estudiar filosofía, lengua y literatura… o algo vinculado con la diplomacia (relaciones o estudios internacionales), pues quería ser embajadora de México en algún lugar (tengo facilidad para los idiomas).

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Sin embargo, después de esta experiencia en el extranjero, y sabiendo que si quería estudiar algo relacionado con la diplomacia, tenía que dejar Saltillo, decidí quedarme y es por eso que entré a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila. Incluso, el primer año también estuve inscrita en la Facultad de Economía, pues todavía tenía dudas sobre la carrera de Derecho.

Confieso que, pese a que tenía maestros como Marianito o Yáñez Cárdenas, cuyas clases me gustaban mucho, no fue sino hasta el tercer año que empezó a gustarme el Derecho, con una materia que pudiera ser para algunos poco relevante: Derecho Agrario. Amé la materia, sentía que podía tener un gran impacto en la sociedad, que traía justicia social. Todavía recuerdo con mucho cariño a mi maestro Almaguer.

Conforme fui avanzando en mis estudios, al mismo tiempo que andaba en la grilla estudiantil y que jugaba dominó, en cuarto año me enamoré del Derecho administrativo. 

Teníamos un profesor bastante peculiar, el licenciado Cantú Palomo, pero a mí me gustaba mucho la materia, quizá porque estaba vinculada con el servicio público, lo que también tiene un fuerte impacto social. Y lo mismo me ocurrió con Laboral, aunque quizá entonces influenciada porque en ese tiempo mi mamá era lideresa sindical de la universidad y su abogado era mi maestro Pepe Moreno.

Fui una alumna estudiosa y creo que dejé en alto el apellido Martínez Valero, que estaba un poco mancillado porque mi hermano Pepe, si bien es un brillante abogado, no fue tan buen estudiante; de hecho, tenía una frase que decía: “Después de 70 todo es vanidad”, y que yo era muy vanidosa. 

Algo tenía de cierto porque durante los cuatro primeros años de la carrera la mayoría de mis profesores, que también lo habían sido de él, hicieron crecer mi ego, pues constantemente decían: “Qué bueno que tú sí estudias, qué bueno que tú eres buena alumna, qué bueno que te preparas, tus papás se deben sentir muy orgullosos de ti”.

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Sin embargo, en quinto año, en mi examen semestral de Filosofía, con el licenciado Salazar, vino un golpe seco a mi orgullo, cuando me reclamó por qué si venía de una familia de filósofos, con mi padre Everardo y mi madre Dora Alicia, le estaba dando un tan mal examen; que cómo era posible que yo no era lo suficientemente brillante como lo era mi hermano, el mejor alumno de Filosofía que había tenido en la historia de la facultad, golpe que agradezco porque me forzó a estudiar muchísimo más y obtener un 9 de calificación final. Los aprendizajes vienen de todos lados.

Son gratos los recuerdos sobre la escuela y mis compañeros, aunque hace mucho tiempo que no tengo el contacto que quisiera con ellos. Dejar Saltillo casi inmediatamente después de terminar la carrera me lo ha impedido, y si bien he ido y venido, conservo con algunos una profunda amistad.

El amor por la justicia lo he tenido siempre. Crecí en una familia en la que no se toleraban las injusticias, en la que aprendimos que la justicia es factor de cambio, transforma las vidas de las personas. 

Quienes conocen a mis papás saben que toda su vida ha estado al servicio de los demás mediante la educación y con ello han intentado que las circunstancias y las vidas de sus alumnos y exalumnos sean más justas. Eso aprendí en casa y es lo que a lo largo de más de 24 años de carrera profesional he intentado hacer: servir y hacer justicia cotidiana.

En mi infancia y adolescencia siempre me metí en problemas por defender gente, nunca me quedé callada cundo veía algún abuso o injusticia. En cuarto de primaria acabé en la dirección por defender a mi amiga, que había sido empujada por un compañero. 

Soy una abogada que nunca deja de aprender. El Derecho se transforma todos los días y no sólo me ha gustado estudiar Derecho; poca gente sabe que soy maestra de inglés y que ahora estudio un diplomado en Bioastrología.

Servir a la justicia desde el Poder Judicial no es una aspiración reciente en mi vida. Intenté ser magistrada de la Sala Superior del Tribunal Electoral, que era antes de la reforma judicial la única vía de acceso ciudadano a ese Poder, ya que los concursos no estaban abiertos para los juristas independientes. Esta reforma (con la cual podemos no coincidir) trajo la posibilidad a personas como yo de participar, al igual que a quienes pertenecen a la carrera judicial. 

La justicia tiene muchos retos en este México tan desigual; la impunidad es una deuda pendiente y no sólo de las personas juzgadoras, sino también de otros órganos del Estado involucrados en combatirla, como las fiscalías. 

El acceso a la justicia debería ser para todas las personas, y quienes aspiramos a impartir justicia debemos ser promotoras activas de una justicia cercana, democrática, didáctica y eficaz, que no se resguarde en las oficinas, sino que llegue a cada rincón de nuestro país brindando una esperanza y una respuesta real a quienes más lo necesitan, maximizando la tutela de los derechos humanos, sobre todo de los más desfavorecidos. 

Soy una convencida de la justicia cercana, sobre todo de quienes menos tienen. Durante años he escuchado historias de personas de escasos recursos que enfrentan enormes dificultades para acceder a sus derechos básicos. Ya sea por falta de recursos, por ubicarse en zonas rurales o lejanas o simplemente por desconocer los procesos legales, existen miles de mexicanos que se encuentran en una situación de desventaja al intentar que sus derechos sean protegidos. Eso es lo que me motiva a participar en esta elección judicial.

Soy una luchadora incansable, para algunos muy necia; para otros, determinada; y tengo muy claro que mi vida ha sido trabajar por el Derecho, pero mi lucha es por la justicia.

*Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Coahuila y maestra en Derecho por la Universidad de Castilla-La Mancha. Fue directora de Enlace Legislativo en la Secretaría de la Función Pública y coordinadora de Asesores en la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación. Exdiputada federal por el PAN. Directora general de Asuntos Electorales en Grupo Televisa. Candidata a ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

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