La tortuga y la liebre

abril 20, 2023
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Alétheia

Por Jesús Gerardo Puentes Balderas 

El 2 de abril dio inicio en Coahuila la carrera por la gubernatura y las 25 curules para renovar el poder legislativo, 16 por el principio de mayoría relativa y nueve por el principio de representación proporcional.

De acuerdo con los estudios demoscópicos realizados en las semanas previas al inicio de campaña, el candidato de la alianza PAN-PRI-PRD presenta una holgada ventaja sobre su más cercano competidor.

Las consultoras más conocidas colocan a Manolo Jiménez Salinas con una ventaja superior a los 12 puntos porcentuales sobre Armando Guadiana Tijerina.

Sin lugar a dudas, el no haberse concretado la alianza entre los partidos de la mal llamada Cuarta Transformación, así como la división interna en Morena, son factores que contribuyen a la atomización de sus seguidores y degrada su competitividad por lograr la alternancia democrática en Coahuila.

Sin embargo, es todavía muy temprano para echar las campanas al vuelo. Si bien es cierto que el exceso de confianza contribuye a elevar la autoestima y la voluntad para esforzarse por alcanzar metas más allá de las previstas, también lo es que podría lastrar el éxito; esto es: encauzado incorrectamente, puede afectar en la ponderación errónea de la información, otorgando mayor valor a la favorable respecto de la que no lo es, lo que podría traducirse en errores de juicio y sobreestimación de las capacidades reales a costa de subestimar las de los adversarios.

Otra consecuencia negativa sería caer en la egolatría y la arrogancia, lo que ciertamente podría regenerar en imaginar siempre llevar la razón e ignorar los datos que contradigan el propio pensar; en asumir tener la capacidad de controlar o modificar los resultados cuando así se decida e, incluso, en creer contar con la facultad de predecir el futuro.

Asimismo, pensar que es cuestión de trámite el triunfo equivale a cerrar los ojos ante la popularidad de AMLO –asombrosa y repelente a la realidad–, así como frente al crecimiento transfuguista de Morena en la entidad, que, a pesar de su perfil retardatario, lo han vuelto el partido de moda.

En la misma línea, pocas cosas más disociadas de la realidad que ponderar a los candidatos a gobernador como carismáticos ante el electorado.

De igual manera, no se debe olvidar el hartazgo de la ciudadanía en contra de las élites obsoletas de los partidos tradicionales, así como la existencia de una tendencia hacia la alternancia.

Para que no parezca que se están aportando “otros datos” como en las pantomimas matutinas de Palacio Nacional, los partidos políticos ocupan el último lugar de confianza entre la ciudadanía, como lo consigna la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2021.

Un agravio no olvidado por la sociedad coahuilense y que podría influir en la votación, es la impunidad respecto a la megadeuda heredada por Humberto Moreira Valdés.

Al PAN en Coahuila no le pinta mejor el panorama. En un escenario de apocalipsis político, ha caído en la preferencia del electorado en proporción directa a lo que Morena ha crecido.

Prosigo: la existencia de alrededor de 15% de ciudadanos sin definir su voto es otro dato que puede influir en un probable cambio de la tendencia en los resultados. Ello sin perjuicio de una posible anulación de la candidatura –por actos anticipados de campaña– del candidato del PT.

Finalmente, no existen candidatos a diputados que por sí mismos tengan la capacidad de sumar; muy por el contrario, su triunfo depende del candidato a gobernador, algunos hasta restan.

Concluyo mi parrafada –que es al mismo tiempo un “recuerda que eres mortal”– con la conocida y centenaria moraleja: el exceso de confianza mató al gato e hizo perder a la liebre la carrera.

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