Por Brenda Macías
@brendamargotms
Las tomas panorámicas del espectacular cielo de la Ciudad de México de los días 10 y 11 de enero se replicaron con vehemencia en las redes sociales. En esta Ciudad estamos acostumbradas a la bruma, a las nubes llenas de agua ácida y al aire contaminado.
Sin embargo, en estos días, la troposfera de la Ciudad de México se ha convertido en un lienzo para la combinación de tonalidades rosas, azules, amarillas y naranjas, incluso grises, para sostener la belleza de las denominadas nubes lenticulares.
Las personas que habitamos la Ciudad de México no fuimos indiferentes al decorado del cielo, a un espectáculo celeste extraordinario, a un paisaje sobre nuestras cabezas que se transformó con rapidez y –aunque efímero– nos ha marcado la mirada, la memoria y el corazón en este inicio del año 2024.
Algunas personas vieron en esas extravagantes nubes platillos voladores, bombones, alcatraces e incluso una nave nodriza de la “vulva del gran poder” que iba a abducirnos a la menor distracción. En redes sociales surgieron comentarios sobre lo que esas nubes presagiaban: ventarrones y mucho calor, decían algunas, y otras teóricas de la conspiración aseguraban que nos aproximamos al fin del mundo conocido. Por cada nube se dio un momento para la imaginación.
Hidrometeoros de colores
La Organización Meteorológica Mundial define que las nubes son hidrometeoros o conjunto de partículas de agua líquida, de hielo o una combinación de agua y hielo que proveen de lluvias al planeta tierra. Cuando estos hidrometeoros tocan el suelo se convierten en niebla y cuando alcanzan dimensiones monstruosas descargan su furia en forma de lluvias torrenciales.
La contemplación de las nubes es una actividad fascinante. Gracias a la existencia de las nubes, las meteorólogas pueden ofrecer pronósticos del tiempo más o menos fiables con apoyo de otras tecnologías y analizar el estado de la atmósfera.
En el año 2022, el Atlas Internacional de las Nubes, de la Organización Meteorológica Mundial, cumplió 50 años. En su sitio de internet hay archivos fotográficos de todo tipo de nubes que se pueden consultar y observar de manera libre: cirrus; stratus; cúmulus; nimbus; cirrus-cúmulus; cirro-stratus; cumulus-stratus; cumulus-cirrus y otras variedades con rasgos complementarios.
La clasificación se mantiene desde el siglo XIX cuando fue propuesta por el científico inglés Luke Howard, a quien se le conoce como el “padre de las nubes”. Lo que vimos en la Ciudad de México fue apenas una muestra de las nubes existentes. En específico vimos las altoculumus lenticularis que causaron fascinación, asombro y creatividad.
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