Por Álvaro Delgado Gómez
Los intelectuales conservadores de México, entendidos como los integrantes de los grupos culturales que encabezan Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze Kleimbort, han moldeado la acción opositora al presidente Andrés Manuel López Obrador y traman el siguiente paso: Mantener la tripulación del PRIAN o construir una nueva fuerza política que, por su pensamiento dominante y de sus mecenas de la oligarquía, sería más de extrema derecha que socialdemócrata.
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Cualquiera que sea su decisión, es una maravilla de los nuevos tiempos de México ver a los antisemitas de extrema derecha de El Yunque como Guillermo Velasco Arzac, Jenofonte, y Ramón Muñoz Gutiérrez, Julio Vértiz, marchar del brazo con Krauze, a quien el segundo le dijo hace años, cuando era jefe de la Oficina de la Presidencia de Vicente Fox: “En Los Pinos trata uno todo tipo de gente extraña, hasta judíos”.
Los intelectuales saben que ya nada será igual después de la elección del 2 de junio y que, al materializarse el triunfo de Claudia Sheinbaum, tendrán otros seis años de inopia fuera del presupuesto federal y de los estados, por lo que acarician la opción de una nueva fuerza partidaria para la supervivencia.
No es un plan súbitamente concebido, sino el resultado de un proceso que comenzó hace décadas, particularmente tras la elección de 2006, pero que se volvió indispensable con el triunfo de López Obrador en 2018, cuando estos intelectuales comenzaron a aconsejar la integración de un solo polo de derecha.
Es importante volverlo a recordar ahora que los integrantes de la “marea rosa”, ese amasijo de intereses oligárquicos, partidarios e intelectuales con el ropaje falsamente ciudadano, se le rendirán en el Zócalo a Xóchitl Gálvez, el domingo 19, el mismo día del tercer y último debate presidencial.
Y al día siguiente, el lunes 20, los intelectuales de Krauze y Aguilar Camín también tienen previsto publicar un manifiesto de apoyo a Gálvez, la mujer que ellos mismos han promovido desde que la impusieron como la candidata presidencial que creyeron que sería un “fenómeno” que jamás se materializó.
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El manifiesto de apoyo a Gálvez es impulsado entre la comunidad cultural por Aguilar Camín, según reveló el periodista Julio Hernández López, en la idea de que “momentos políticos excepcionales piden conductas públicas excepcionales”.
El director de la revista Nexos argumenta en la invitación para acarrear firmas que hay una emergencia en México: “Nunca he hecho esto, ni invitado a nadie a hacerlo, pero nunca me había parecido tan necesario definirme públicamente a favor de una candidatura que representa la opción por la democracia, frente a otra que representa una regresión autoritaria”.
En realidad, ya lo había hecho antes, él y otros: Ante uno de los fraudes más escandalosos en la historia de México, el de Carlos Salinas en 1988, Aguilar Camín afirmó que había sido una elección impoluta.
Escribió en La Jornada, el 30 de julio de ese año, que las elecciones habían sido las “menos inventadas de mucho tiempo… las más limpias… las más verdaderas”. Obviamente eso lo cobró muy bien a Salinas.
Pero fue en 2006 cuando los dos grupos intelectuales comenzaron a unirse contra López Obrador y aseguraron en un desplegado, publicado el 3 de agosto de ese año, que “no hubo fraude” en esa elección que impuso a Felipe Calderón y a su guerra sangrienta.
Entre los 135 firmantes estaban, además de Krauze y Aguilar Camín, María Amparo Casar Pérez —hasta hacía poco coordinadora de asesores de Santiago Creel—, Denise Dresser, Jacqueline Peschard, José Woldenberg, Federico Reyes Heroles, Roger Bartra, Raúl Trejo Delarbre, Leo Zuckerman y Jorge G. Castañeda, entre otros, los mismos que con seguridad firmarán el desplegado de su jefe político.
A muchos se les ha olvidado, pero en octubre de 2017, nueve meses antes de la victoria de López Obrador, también Krauze bendijo la alianza de la derecha del PAN, con los supuestos socialdemócratas de PRD y del partido Movimiento Ciudadano, que llevó como candidato presidencial al fugitivo Ricardo Anaya.
“Al Frente Ciudadano quiero recordarle que la división izquierda-derecha es, a estas alturas, francamente anacrónica”, pontificó Krauze, director de la revista Letras Libres, quien, tras la aplastante victoria de López Obrador, urgió a crear, al lado de Aguilar Camín, un solo bloque opositor.
El 15 de julio de 2020, después de numerosas reuniones de los dirigentes partidarios de la oposición en la mansión del magnate Claudio X. González, un grupo de 30 políticos e intelectuales de los grupos de Krauze y Aguilar firmaron un desplegado denominado “contra la deriva autoritaria” para recomendar la creación del PRIAN y vencer a Morena, el partido de López Obrador:
“La única manera de lograrlo es mediante una amplia alianza ciudadana que, junto con los partidos de oposición, construya un bloque que, a través del voto popular, reestablezca el verdadero rostro de la pluralidad ciudadana en las elecciones parlamentarias de 2021”.
Otra vez aparecieron como abajofirmantes Woldenberg, Julio Frenk, Antonio Lazcano Araujo, Soledad Loaeza, Ángles Mastretta, Beatriz Pagés, Macario Schettino, Consuelo Sáizar, Javier Sicilia, Fernanda Solórzano y Gabriel Zaid.
Convertidos en los ideólogos de la oposición, los intelectuales están por decidir si el siguiente paso es la constitución de una fuerza partidaria, con ellos mismos como integrantes, que deberá eliminar a los tres partidos políticos históricos hundidos en el desprestigio, PRI, PAN y PRD, o seguirlo tripulando con las mismas siglas.
Si la decisión es formalizar una nueva fuerza política, con la “marea rosa” como embrión, los intelectuales pueden formalizar un consejo asesor para dictar líneas programáticas y estratégicas, pero no estaría mal que arriesguen un plan mínimo para los mexicanos sepan qué se proponen.
No es buena idea que la nueva fuerza política, por más color de rosa que sea, cada vez más deslavada por cierto, sea vista como un partido de la oligarquía o el juguete que ha sido de Claudio X. González.
Si ha de ser un partido de la extrema derecha, con lo que hay no podría tener otro perfil, que por lo menos le ofrezca a los mexicanos un mínimo ideario que el PRIAN con su asesoría no ha logrado concretar. ¿Si no qué ofrecerá Lorenzo Córdova hacia el 2030?
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