Por Álvaro Delgado
¿Son vendepatrias o masoquistas? ¿Son oportunistas o mercenarios? Son todo eso por separado y también todo junto. Son los seguidores mexicanos de Donald Trump que, a pesar de que los detesta, se le rinden y construyen dos partidos políticos para ponerlos al servicio del prepotente presidente electo de Estados Unidos.
Estos vasallos mexicanos de Trump quieren formar este 2025 dos partidos políticos para respaldar al personaje que, el lunes 20 de enero, asume la presidencia de Estados Unidos con una agenda política y económica contra México, incluyendo la deportación masiva de connacionales.
De entrada, no parece muy buena idea convocar a un partido adherente a Trump, menos si excluirá a los mexicanos morenos y pobres que aborrece este personaje y, peor aún, si es sólo de blancos y ricos locales. Hay muchos vendepatrias en México, sí, pero ya se verá si son suficientes para dos partidos políticos o por lo menos uno.
Una cosa es inobjetable: Los dos proyectos partidarios de los mexicanos que aman a Trump, más allá de si consiguen su registro, dispersarán y debilitarán aún más a la derecha y en general a la oposición de México, porque otros desprendimientos del PRIAN, los que encabezan Xóchitl Gálvez y Guadalupe Acosta Naranjo, también buscan su propio partido político.
Un quinto proyecto de partido de la derecha es el que encabeza Hugo Eric Flores Cervantes, diputado federal de Morena que busca revivir Encuentro Social (PES), que agrupa a organizaciones de evangélicos del país que son actuales aliados del oficialismo como antes lo fueron del PAN y de Felipe Calderón.
El impulsor de uno de los dos proyectos partidarios de prosélitos de Trump es el actor Eduardo Verástegui, quien ya fracasó en su intento de ser candidato presidencial en 2024. Pese a su burda manipulación de la Virgen de Guadalupe y del apoyo del magnate Ricardo Salinas Pliego, sólo 139 mil mexicanos le dieron su firma, el 14% de las 961 mil 405 que requería.
Los requisitos para constituir un nuevo partido político son celebrar asambleas en por lo menos 20 de las 32 entidades o en 200 de los 300 distritos electorales del país. En las distritales deben participar al menos 300 afiliados y en las estatales 3 mil en cada una. Es decir, se requiere, en cualquier modalidad, de al menos 60 mil mexicanos con credencial de elector vigente.
Ya con Trump en el gobierno de Estados Unidos, Verástegui cree que tendrá mayor poder político y económico para convencer a más mexicanos. Por lo pronto requerirá sólo la mitad de las firmas que recogió para su frustrada candidatura presidencial y tendrá todo el apoyo de Salinas Pliego y otros adinerados derechistas que han perdido sus privilegios.
El otro proyecto partidario de mexicanos que adoran a Trump es el de México Republicano que encabeza el chihuahuense Iván Peña Neder, un político que se dice bisnieto del diputado del Partido Católico Manuel González Terrazas y “amigo”, así me lo dijo él mismo, de los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), la organización fascista de la que nació El Yunque.
Peña Neder es una mezcolanza política curiosa: Fue parte del equipo de comunicación de Roberto Madrazo en el PRI, luego se fue a las Redes Ciudadanas de Manuel Camacho que apoyaron en 2006 la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador y se sumó al equipo de Felipe Calderón en la Secretaría de Gobernación, donde hizo negocio con los casinos.
Fue encarcelado por dos años a raíz de que su esposa, Talía Vázquez Alatorre, lo acusó de “violación tumultuaria” y de efectuar ritos nazis y antisemitas. Al salir de prisión, retomó su carrera de abogado y se ligó a Redes Sociales Progresistas, el partido que Elba Esther Gordillo pretendió crear, en 2019, y del que salió por rencillas con Fernando González, yerno de la profesora.
Después de haber intentado sin éxito la candidatura de Verástegui, Peña Neder quiere ahora formar el partido México Republicano, un símil del Partido Republicano de Estados Unidos, para aprobar a Trump desde México y hacer oposición al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Dos figuras cercanas a Peña Neder llaman la atención. La primera es Gricha Raether Palma, secretario general de ese partido y exrepresentante del Partido Demócrata en México, quien ahora trabaja de la mano de Larry Rubin, presidente de la American Society of Mexico y representante del Partido Republicano de Trump.
Y la segunda es Juan Manuel Oliva, el desprestigiado exgobernador panista de Guanajuato, con cuya participación en México Republicano se quiere hacer creer que la organización secreta El Yunque forma parte de su proyecto de partido.
Eso es falso: Aunque Oliva y otros yunquistas cercanos a él trabajan para el proyecto de los que aman a Trump, los mandos y la estructura de El Yunque sigue en el PAN, por acuerdo con Jorge Romero Herrera, el dirigente nacional.
El Cártel Inmobiliario de Romero y El Yunque son dos mafias que coexisten en el principal partido de la derecha en México, al que Peña Neder apuesta a desfondar con el apoyo de Oliva, quien sigue afiliado al PAN mientras trabaja ya en el nuevo proyecto partidario.
Esta conducta mercenaria e hipócrita es consustancial a Oliva: Proclama defender los valores de la familia, pero tiene la doble vida de su matrimonio formal y la de un hogar oculto, en cuyo domicilio esconde dinero en efectivo para su causa.
Oliva es, además, el gobernador del PAN que hizo fraude electoral en Guanajuato para Calderón, en 2006, año en que se inicia la espiral de violencia que se profundizó con el fiscal Carlos Zamarripa, cuya herencia maldita sigue pese a que se va del cargo, el 1 de enero, con una millonaria pensión vitalicia.
Por supuesto, Oliva y Peña Neder pueden hacer de su vida personal y política lo que les plazca, pero que no traten de dar elecciones de moral a los mexicanos que con ser vasallos de Trump, como Verástegui y otros vendepatrias, mercenarios y oportunistas, es suficiente para que sean repudiados por los mexicanos.
Persona que reconoce a otra por superior o tiene dependencia de ella.
México Republicano se diferencia del proyecto partidario de Verástegui en que es más institucional que personal con el Partido Republicano de EU. Iván dice que es lo más conveniente darle espacio a Juan Manuel Oliva para desfondar al PAN. Quieren trabajar en 70 distritos y tener unos 20 puláis y generar una oposición auténtica al gobierno, no sólo ideológica y conceptual, sino que no esté vinculada a la corrupción y al narco, a la que está vinculada la oposición tradicional. Debe haber una concepción de Estado para atender los problemas de violencia, no de intereses facciosos.
Verástegui no tiene capacidad para organizar un partido, como ocurrió en 2018. Si él quiere hacer su partido, que lo intente y si después quiere irse a México republicano, será bienvenido.
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