Por Álvaro Delgado Gómez
El corazón de las reglas para definir la candidatura presidencial de Morena, aprobadas por su Consejo Nacional, no es la encuesta ni siquiera los aspirantes, sino dos puntos propuestos por el presidente Andrés Manuel López Obrador que enfrentan, por primera vez en la historia, el modelo de la alta corrupción en México: El poder del dinero y el poder del periodismo manipulador y mentiroso.
No hay antecedentes en la política, al menos en la izquierda de México, que en una contienda interna se busque frenar la influencia externa de los poderes políticos, económicos y mediáticos, en un país donde estos mismos poderes impusieron a Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, sólo por mencionar a dos casos muy recientes.
Se trata de dos puntos propuestos por López Obrador a su partido para conducir su propia sucesión que, como se los adelantó a los cuatro aspirantes de Morena el viernes 28 de abril en el Palacio Nacional, intervendrá para evitar una ruptura: “La unidad es la clave y, cuando sea el tiempo, sí me voy a meter”, les dijo.
En dos párrafos, López Obrador plantea a Claudia Sheimbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco dos compromisos que seguramente deberán asumir también los aspirantes de Morena a gubernaturas, diputaciones, senadurías y presidencias municipales:
“6. Se abstendrán de establecer alianzas inconfesables con grupos de interés y de hacer cualquier clase de compromiso con sectores de la reacción oligárquica o con organizaciones, empresas o gobiernos extranjeros.
“7. Evitarán participar en medios reaccionarios, conservadores, adversarios de la Cuarta Transformación y partidarios del viejo régimen”.
Ya se verá si después del lunes 19, en los 70 días de recorridos, alguno o algunos de los seis aspirantes violan estos dos compromisos que firmaron este domingo 11 de junio, cuya sanción no está prevista en lo aprobado por el Consejo Nacional, pero quedará a la vista de los mexicanos.
La prohibición a los aspirantes a la candidatura presidencial a que participen en los “medios reaccionarios” ha resultado más polémica que la que proscribe las alianzas “con sectores de la reacción oligárquica”, pero los dos son de la misma dimensión, porque se trata de acotar la influencia del poder económico y del poder mediático, que son parte de la misma coalición de intereses antagónicos al proyecto de López Obrador.
En estos dos puntos, como en otros que deben respetar los aspirantes a la “Coordinación de Defensa de la Transformación” —como eufemísticamente se denomina a la futura candidatura presidencial—, no está claro cuáles son las sanciones que se impondrán si hay incumplimientos. Sólo se señala que “tendrán siempre presente que el quebrantamiento de las normas anteriores, lejos de favorecerlos, se traducirán en su desprestigio y en la pérdida de confianza por parte del pueblo”.
Tampoco están definidos los “medios reaccionarios” a los que no podrán acudir los aspirantes ni se identifica a los periodistas que son “partidarios del viejo régimen”. Quizá la Comisión de Elecciones lo definirá.
¿La prohibición a los aspirantes a ir a medios mentirosos conculca la libertad de expresión de esos mismos medios y el derecho a la información de los militantes de Morena y los mexicanos? No: Nadie les prohibe informar, opinar o hacer lo que siempre han hecho: Manipular y mentir. Tienen otra opción: Reportear con profesionalismo sin necesidad de entrevistas.
Y los aspirantes podrán acreditar que son capaces de persuadir a los mexicanos sin los compromisos con Televisa, TV Azteca, Reforma, Grupo Fórmula, El Universal, Grupo Imagen, Grupo Acir y sus réplicas en los estados, unidos como siempre lo han estado con los poderes económicos y políticos.
En su conjunto, las reglas aprobadas por el Consejo Nacional de Morena parecen evitar una ruptura en el movimiento que lidera López Obrador, pero todavía falta por verse si los aspirantes y sus equipos respetan los principios de austeridad y civilidad que generen una unidad auténtica, no sólo de dientes para afuera.
Ya se verá. Pero lo que es un hecho es que los poderes económicos que se veían la oportunidad de guiar la sucesión en Morena han sido explícitamente expulsados y el poder mediático, con sus periodistas manipuladores y mentirosos, han recibido un desprecio que los volverá más viles…
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