“Nada nuevo bajo el sol”

septiembre 7, 2023
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Por José Guadalupe Martínez Valero

En mi artículo anterior comenté sobre la experiencia vivida por Mateo, mi hijo menor, y un servidor, de haber asistido durante la Fiesta Internacional de las Artes que año con año organiza el Ayuntamiento de Saltillo, a la presentación de la pieza operística “La Traviata” de Giuseppe Verdi, y solicitando mediante dicho artículo que ojalá tuviéramos en Saltillo una temporada de ópera formal durante el año, y no como parte de dicha fiesta, solamente.

De igual modo, comenté que dicha ópera está basada en el libro La dama de las camelias de Alexandre Dumas, hijo; y como una cosa lleva a la otra, aquí me tienen de nuevo para hablar un poco de música y literatura, dos de mis grandes gustos y sobre todo pasiones.

Dicen los enterados en ambas materias que éstas se nutren respectivamente, lo cual es cierto, habiéndose dado el ejemplo más claro de ello cuando en el año 2016 la Academia Sueca, organizadora de los premios Nobel, terminó otorgándole el respectivo premio de literatura a Robert Allen Zimmerman, mejor conocido como Bob Dylan. 

Por otro lado, menciona el libro bíblico del Eclesiastés Nihil novum sub sole (No hay nada nuevo bajo el sol), siendo específica la cita en el capítulo 1, versículos del 2 al 10:

Vanidad de vanidades, todo es vanidad.

¿Qué ventaja saca el hombre de todas las penalidades que se dan bajo el sol?

Una generación va, otra viene, y la tierra jamás cambia.

El sol sale, el sol se pone; y vuelve pronto a su lugar para volver a salir.

Sopla el viento hacia el sur y gira hacia el norte; 

luego vuelve a girar, y no deja de girar.

Todos los ríos van al mar, y el mar nunca se llena; 

y vuelven los ríos a su origen para recorrer el mismo camino.

No hay nadie capaz de expresar cuánto aburren las cosas;

nadie ve ni oye lo suficiente como para quedar satisfecho.

Lo que ha sucedido, vuelve a suceder;

y lo que antes se ha hecho es lo que se hará.

No hay nada nuevo bajo el sol.

Si hay alguien que dice: ¡Esto es algo nuevo!;

esto ya existía siglos antes de nosotros.

En literatura, y también en un tema aparentemente distante como lo es la mediación, se usa la llamada paráfrasis a la que me refería en el epígrafe que da entrada al presente texto; es decir, la posibilidad de citar a alguien o algo que ya antes estaba escrito o establecido para tomar –o retomar– una idea ya existente e interpretarla de forma similar o aparentemente distinta. ¿Por qué lo de “aparentemente”?. Porque hay temas, letras, poemas, textos, situaciones, incluso historias de vida completas que, sin pretenderlo –o quién sabe, quizás pretendiéndolo– copian elementos diversos de otros. Los pesimistas dirán plagian, los optimistas simplemente que citan –incluso hasta como supuesto homenaje– para crear nuevos elementos. Algo así parecido al Monomito, término acuñado por el antropólogo y mitólogo estadounidense Joseph Campbell. 

Incluso alguna vez el de la letra, en un medio distinto a este que ahora tengo el honor de que me preste su espacio, señaló –ahora me doy cuenta que lo hice como ejemplo de lo anterior– que el famoso tema musical de Los Ángeles Azules “¿Cómo te voy a olvidar?”, no era sino precisamente una paráfrasis del “Poema 16” de Pablo Neruda. 

Pero, y todo lo que llevo escrito hasta aquí ¡¿a razón de qué?!. Ahora lo explico, retomando el comentario hecho en párrafos precedentes respecto a que supuestamente no hay nada nuevo bajo el sol.

Para nadie, y menos para ustedes amables lectores, es un secreto que uno de mis más admirados letrista, cantautor y personaje contemporáneo es Joaquín Sabina –por cierto, amigo editor de El Coahuilense, ahí le encargo los tres análisis de canciones pendientes que mandé como artículos haciendo referencia a los distintos tipos de amor que aborda el jaense, y que no han sido publicadas; total, si tengo que adecuarlas me dice y trabajamos en ello– y un buen compañero abogado que comparte esa admiración me hizo llegar un video en donde el flaco de Úbeda habla sobre uno de los versos de la canción “Ojala que te vaya bonito”, de nuestro queridísimo José Alfredo Jiménez, siendo dicho verso el segundo de la tercera estrofa de la canción señalada, y que literalmente reza: cuantas luces dejaste encendidas, yo no sé cómo voy a apagarlas; comentando al final que dicho verso es IM-PO-SI-BLE de mejorar. Y casi coincido con él; cuando, precisamente por ilación de ideas, me fui a otra letra, de otra canción; ahora de la también cantautora, puertorriqueña, Encarnita García de Jesús, Kany García, que interpreta y al parecer también fue escrita a dos voces y cuatro manos, con otro español, Alejandro Sanz; y dice casi lo mismo, sin decir lo mismo. La canción se llama “Muero”, y el verso al que aludo es ahora el primero del coincidentemente también párrafo tercero, y que afirma: Si escucho tu voz, con tan solo un suspiro enciendes las luces que había de apagar. ¿Cuáles luces? obviamente las que quedaron encendidas de la canción referida a nuestro mejor autor ranchero; pudiendo ahora yo llegar a la conclusión de que, contradiciendo a Joaquín, el verso de José Alfredo sin dejar de ser PER-FEC-TO, sin duda pudo ser mejorado. Lo cual constata además que, tal como lo dice el Eclesiastés: nihil novum sub sole.

Como colofón valdría la pena, para reforzar lo anterior, comentarles que la famosa “Y nos dieron las diez” está basada, para variar, en una canción de género regional mexicano de un grupo llamado Los Leones del Norte, siendo dicha pieza musical “La muerta”; y que ambas se sustentan en una leyenda, cuya versión más antigua la encontré en un libro de leyendas de Durango, y que a su vez puede ser encontrado en el internet, y algunos libros de leyendas urbanas –yo lo tengo en otro del mismo género traído de la Madre Patria– bajo el nombre de “La autoestopista fantasma”. Reitero, no hay nada nuevo bajo el sol.

Oigan, ¿y no será que las vidas que estamos viviendo no son sino réplicas de otras vidas ya vividas y por eso el infinito y constante repetir de las cosas ya hechas y escritas? Se los dejo como simple reflexión…

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