Alétheia
Por Jesús Gerardo Puentes Balderas.
En el proceso electoral del año próximo pasado, el otrora candidato Manolo Jiménez Salinas alcanzó la mayor cantidad de votos en la historia electoral de la entidad al obtener 765 mil 941 sufragios (56.96% de la votación total) y sobrepasar los 721 mil 289 votos (60.1%) obtenidos por Rubén Ignacio Moreira Valdez en 2011.
Ante la incertidumbre y riesgo de perder la gubernatura, el PRI se alió con el PAN y el PRD, enviando un mensaje de fortaleza y unidad; además, propició la alianza entre el PVEM y la UDC debilitando, con esto, la alianza Juntos Haremos Historia. Pero, sin duda, lo que contribuyó más a su contundente triunfo, fue el rompimiento de Ricardo Mejía Berdeja con Morena.
🗞 | Suscríbete aquí al newsletter de El Coahuilense y recibe las claves informativas del estado.
En 2023 también se renovó el Congreso del Estado y la Alianza por la Seguridad arrasó igualmente en los 16 distritos electorales locales.
De las 25 curules en el Congreso local, la coalición ganadora tiene en total 17 (68%, que representa la mayoría calificada) mientras que, Morena y sus satélites, cuentan con ocho (32%). Al menos así quedó la correlación de fuerzas antes de la inconmensurable pifia de Marko Cortés, que fracturó de manera asombrosamente estúpida la Alianza por la Seguridad.
De no llegar a un acuerdo entre el PAN y el PRI, el reacomodo en el Congreso quedaría de la siguiente manera: 10 del PRI, 2 del PRD y uno de la UDC (su nuevo aliado): en total 13 diputados (52% del total de curules), suficientes para tener mayoría simple, que no la mayoría calificada.
Bajo este contexto, el PAN local se encuentra en una encrucijada, pues deberá decidir entre salvar al partido o continuar de facto en alianza con su histórico rival en pro de no perjudicar a Fuerza y Corazón por México.
Sea cual fuere la decisión, el daño está hecho; sólo queda esperar para conocer el grado del mismo. El PAN pierde y ambas alianzas pierden -no sé si los coahuilenses pierdan o ganen al ver una vez más en dónde están puestos los reales intereses de las élites de los partidos políticos-.
Definitivamente, existen otras opciones para el PAN; entre ellas, podría asumir las consecuencias con dignidad y participar en los 38 municipios con candidatos propios: competitivos, con entusiasmo y retomar, así, su digno papel de oposición.
Quizá, si hubiera un poco de civilidad y responsabilidad democrática -inteligencia sería mucho pedir-, el PAN, UDC, PVEM, PT y Morena podrían ser un real contrapeso en el Congreso en beneficio de los coahuilenses. Unidos serían mayoría simple en el Congreso.
Pero, indiscutiblemente al PAN le urge retomar su esencia de ser un partido formador de ciudadanía, integrado por seres humanos pensantes y comprometidos con la democracia y sus instituciones, volver a ser competitivo y dejar de ser el patiño y sucedáneo del PRI.
Finalmente, ante este panorama, si bien es cierto no se avasallará como en 2023, la Alianza por la Seguridad y Fuerza y Corazón por México se alzarán con la mayoría de los triunfos, tanto en la pista federal como en la local.
MÁS DEL AUTOR: