Redacción El Coahuilense
Por Alberto Aguirre
Entre los cuadros distinguidos del PRI que priistas, era el único que faltaba por cobrar su premio por renegar de Alito Moreno y ponerse el chaleco guinda. Pronto, Adrián Ruvalcaba Suárez tendrá muchos motivos para festejar, además de sus 48 años recién cumplidos. En tres décadas de carrera política, ha recorrido casi todo el espectro partidista: inició como militante del PRD hasta el 2012, cuando el PVEM lo postuló candidato a jefe delegacional. En el 2015 llegó a la Asamblea Legislativa de la CDMX, cobijado por el tricolor y en el 2018 finalmente ganó la alcaldía de Cuajimalpa.
Para el 2021, tras de reelegirse como alcalde, participó en la coalición de alcaldes opositores a Morena junto con los panistas Margarita Saldaña (Azcapotzalco), Lía Limón (Álvaro Obregón), Mauricio Tabe (Miguel Hidalgo), Giovanni Gutiérrez (Coyoacán) y Santiago Taboada (Benito Juárez); su homólogo priista Luis Gerardo Quijano (Magdalena Contreras) y las perredistas Sandra Cuevas (Cuauhtémoc) y Alfa González (Tlalpan).
A la mitad del sexenio de Claudia Sheinbaum como jefa de gobierno, el mandato de las urnas era inobjetable: la mitad de las alcaldías quedaron bajo el control político de fuerzas distintas a Morena. Con claro predominio panista, la Unión de Alcaldías de la CDMX no tuvo contacto directo con el Palacio del Ayuntamiento y tangencialmente surgieron esfuerzos para romper ese bloque.
Uno de los más consistentes tuvo entre sus promotores al entonces líder de la mayoría morenista, Ricardo Monreal Ávila y como principales operadores a Cuevas y Ruvalcaba, quien a medida que avanzó su segundo trienio pudo construir una relación directa con la Jefa de Gobierno… gracias a Omar García Harfuch.
Para su posicionamiento, con la mira puesta en la candidatura del 2024, el entonces alcalde priista siguió los consejos de sus asesores de portar uniforme y encabezar los operativos de supervisión ejecutados por los inspectores y los policías contratados por el gobierno local. Para mitigar distorsiones de esa percepción, ejecutó otra recomendación: dejarse ver en público con actrices de popularidad rampante.
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¿La estrategia PVEM? Ruvalcaba —coleccionista de relojes de alta gama y obras de arte; deportista disciplinado— ha sido uno de los políticos con mayor presencia en la prensa rosa de los últimos quinquenios. Sus parejas (¿coincidentemente?) son originarias de Chiapas: Gabriela Carrillo y Samadhi Zendejas.
Otro personaje del Soconusco, el exgobernador, Manuel Velasco Coello, fue definitivo en el penúltimo chapulineo de Rubalcava. Morena quiso pelear cuerpo a cuerpo con el PAN en demarcaciones altamente competidas, como Cuajimalpa y Cuauhtémoc, donde postuló a Caty Monreal; el frente opositor respaldó a la excongresista local Alessandra Rojo de la Vega.
Las divisiones al interior de Morena menguaban las opciones de recuperar esa alcaldía. La única opción de éxito —creyeron los estrategas de Sheinbaum— era inutilizar a las bases de Cuevas y encargaron esa tarea a Rubalcava. La alcaldesa accedió al acuerdo… con la única condición de no ser públicamente fementida ante sus bases. Así nació una de las imposturas más desopilantes de la política capitalina, interrumpida por unas declaraciones de la entonces alcaldesa contra la abandera presidencial morenista que nunca le serán perdonadas.
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Monreal no pudo recuperar la alcaldía. Cuevas fue marginada por tirios y troyanos. Ruvalcaba —quien fue la propuesta del PVEM para la candidatura a jefe de gobierno— finalmente quedó como compañero de fórmula de Manuel Velasco, quien regresó al Senado. Al arranque del sexenio, el exalcalde y expriista fue convocado por García Harfuch para integrarse a su equipo, pero también fue convocado por la Jefa de Gobierno de la CDMX para asumir la dirección general del SCT Metro.
Inminente, la incorporación de Ruvalcaba al equipo de Brugada da otro giro a su fúlgida carrera. Y coincide con el anuncio de los siguientes pasos de Sandra Cuevas: la formación de un movimiento opositor a Morena en la CDMX y el lanzamiento de su empresa de entretenimiento.
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