Signos vitales: PAN: fórmula fallida

marzo 11, 2025
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EL COAHUILENSE

Por Alberto Aguirre

La alternancia en el poder político tuvo un efecto pendular. El PAN sacó al PRI de Los Pinos en el 2000 y pudo refrendar su permanencia en la Presidencia de la República en el 2006 sin ganar las gubernaturas del Estado de México y el antiguo Distrito Federal, la joya de la corona, en términos electorales.

El corredor azul se erigió hace tres décadas en los municipios de la zona conurbada a la capital del país y se extendió hasta el Pacífico, pasando por El Bajío, donde se benefició de las concertaciones salinistas. Antes ya había conquistado plazas importantes en el Norte del país —Tijuana y Ciudad Juárez, destacadamente— gracias a la resistencia civil a los desgobiernos priistas.

La única ocasión en la que el panismo estuvo cerca de llegar al Palacio del Ayuntamiento fue hace 25 años, cuando las bases partidistas accedieron a ceder la nominación a la Jefatura del Gobierno capitalino a un externo: Santiago Creel, quien había fungido como consejero electoral en el extinto IFE, y compitió contra Andrés Manuel López Obrador.

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La experiencia anterior —las elecciones de 1997— fueron una catástrofe para el PAN, que postuló a su presidente nacional, Carlos Castillo Peraza, contra Cuauhtémoc Cárdenas (PRD) y Jesús Silva Herzog. El político meridano comprobó de la peor manera que la teoría y la práctica electoral a menudo corren por avenidas que no se tocan.

Para conquistar al veleidoso electorado capitalino, el PAN ha apostado a las fórmulas internas (Castillo Peraza en 1997 y Santiago Taboada en el 2024) pero también a las candidaturas ciudadanas. En el 2006 postuló a Demetrio Sodi, quien tuvo una experiencia previa en el perredismo, cobijado por Amalia García, pero no jaló al votante de izquierda. Y en el 2012 apostó por Isabel Miranda de Wallace, cuyo reciente fallecimiento mereció múltiples comentarios, por su trabajo al frente de Alto al Secuestro y dejó de lado su fallido paso por las urnas.

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El proyecto calderonista pudo recuperar temporalmente el control del aparato partidista en el 2006, pero los continuos barquinazos —la derrota electoral del 2009, la guerra contra el narcotráfico y la muerte de Juan Camilo Mouriño, entre los más relevantes— anticipaban un fracaso mayúsculo. Cuando Josefina Vázquez Mota arrebató la nominación presidencial a Ernesto Cordero, se configuró el peor escenario.

La derrota de Luisa María Calderón en Michoacán, en el verano del 2011 fue premonitoria de la debacle. Y más para amortiguar la caída que para contribuir a una victoria improbable en la CDMX, en Los Pinos trazaron la ruta que llevó a Miranda de Wallace a la boleta electoral.

Para esa batalla electoral, los calderonistas contaban con recursos extraordinarios. Por las campañas co-emitidas durante la crisis sanitaria desatada por el brote del AH1N1, pudieron dispersar más de 10,000 millones de pesos en los medios tradicionales. Si el peñismo gastó más en la construcción de su proyecto nacional o si los recursos salidos del sector salud terminaron en otras manos es una historia que aún se dirime en los tribunales.

Isabel Miranda de Wallace imprimió su sello personal a una campaña inverosímil. Abandonada por los estrategas de Los Pinos y la estructura del PAN, apostó al genio publicitario de Pepe Becker, quien no supo potenciar su voz ni su carisma y propuso hacer una campaña sin candidata, ante la indisciplina —en todos los sentidos—de su clienta. Ser disruptivo es la antítesis de la frivolidad y la lejanía con una base electoral conservadora.

Sin la ayuda de Los Pinos, naufragó estrepitosamente a pesar de que el poderosísimo jefe de la oficina presidencial, Gerardo Ruiz Mateos, sirvió para corregir el rumbo. En esa elección, el PAN tocó piso en la capital, con apenas 13% de la votación. En el 2018 y en el 2024, el panismo intentó frenar a la izquierda con su alianza con el PRI y el PRD. Ambas resultaron insuficientes.

El caso Wallace será el referente, si el PAN apuesta nuevamente por una candidatura ciudadana. Un amplio sector del partido respaldaría a la actual alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, cuya personalidad recuerda a la lideresa de Alto al Secuestro, por su rebeldía, su narrativa vinculada a una causa y una persistencia que invariablemente la conduce a hacer lo que le dicta su instinto.

Wallace fue una candidata de relleno. Para el 2030, Alessandra puede ser su única opción de sobrevivencia.

Efectos secundarios

ALERTAMIENTO. Han pasado dos meses desde que Interpublic Group y Omnicom oficializaron su intención de fusionarse ante la SEC, lo que daría paso al surgimiento de un gigante publicitario de alcance global. Como en otras latitudes, en México han surgido voces contrarias y fueron escuchadas en el Senado de la República, donde quieren que la Secretaría de Economía, de Marcelo Ebrard, se pronuncie sobre la legalidad de esa operación, que —según la petición firmada por Cuauhtémoc Ochoa Fernández, Luis Armando Melgar Bravo y Enrique Vargas del Villar, entre otros— podría limitar la pluralidad informativa y la creatividad publicitaria, pues conjuntaría más del 30% del mercado publicitario mexicano.

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