Por Alberto Aguirre
Hay una larga lista de hombre de negocios que han querido usar al deporte confederado para ganar popularidad e influencia. ¿Sus iniciales? El venezolano Carlos Lazo, comprador compulsivo de franquicias deportivas y quien incluso estuvo a punto de comprar un banco para escalar su esquema ponzi de apuestas deportivas; Amado Yáñez, de Oceanografía; Sergio Castro, el primer rey del outsourcing, y el insuperable Carlos Ahumada, quien se arrogó a los freseros de Irapuato, al León y al Santos Laguna.
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Este listado de la ignominia se ha engrosado recientemente, en una historia que en España ha dañado profundamente al gobierno del socialista Pedro Sánchez y que su capítulo mexicano apenas está por detonar a raíz del llamado caso Koldo, que involucra al exministro de Transportes, José Luis Ábalos a través del empresario Víctor de Aldama, quien lo asesoraba, en una trama de tráfico de influencias y corrupción.
Un jersey del Zamora CF —equipo de la tercera división de la Liga española— y un vino tinto elaborado con cepas plantadas en Delicias, son el vínculo con un grupo de empresarios y políticos mexicanos en esta trama que tuvo entre sus primeros protagonistas al poblano Gerardo Islas Maldonado, fallecido hace un año en Madrid.
Dueño del grupo Sexenio Comunicaciones, Islas Maldonado se asoció con de Aldama y Alfredo Ruiz, quienes se convirtieron —a través del Grupo Viva— en socios mayoritarios del Zamora y con ello dieron “un paso crucial” para comenzar a posicionarse dentro de México.
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En el verano del 2018 lo consiguieron y presumieron los patrocinios de Cavall 7, la bodega chihuahuense, y la marca-estado Oaxaca, donde gobernaba el entonces priista Alejandro Murat. Al presentar los uniformes mostraron cuatro jerseys: el 7, del empresario Jaime Galván; el 9, de José Murat; el 18, del gobernador, y el 11, de Pedro Haces. Galván ya había conectado con otros políticos relevantes, principalmente con el exgobernador priista de Chihuahua, César Duarte, pero también se había convertido en patrocinador del Necaxa de la LigaMx, de la selección nacional y del piloto de Fórmula 1, Sergio Checo Pérez. En problemas jurídicos desde el 2021, enfrenta cargo por fraude y desvío de recursos públicos.
De la mano de Islas y Galván, los empresarios ibéricos aterrizaron en Chihuahua y Oaxaca. Y —de acuerdo con los sumarios judiciales divulgados recientemente— también contaban entre sus principales aliados al ahora diputado morenista.
Socio de Alejandro Basteri, hermano de Luis Miguel, y sobrino del dirigente priista Víctor Hugo Islas, inició su carrera política en Nueva Alianza, la formación política fundada por Elba Esther Gordillo. Su abuelo, Ángel, fue amigo del general Rafael Moreno Valle, exsecretario de Salud del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y exgobernador de Puebla.
Entre las inversiones familiares, la impresión de periódicos y el arrendamiento de autos. En su adolescencia, Gerardo conoció a Luis Miguel y al Checo Pérez. Pero hasta que trató —en Madrid— a Mónica Arriola, la hija menor de la poderosa lideresa magisterial, fue cuando incursionó en la política profesional.
Fueron dos décadas a toda velocidad. En su etapa elbista, el trabajo estuvo enfocado al apuntalamiento del proyecto político de Rafael Moreno Valle Rosas, quien lo hizo su secretario de Desarrollo Social y lo incluyó entre sus posibles sucesores.
A la muerte de MorenO Valle y su esposa, Érika, se incorporó a Fuerza por México, reclutado por Pedro Haces, otro antiguo aliado de su familia, por las actividades ganaderas. En el 2021, no pudo refrendar el registro de esa formación partidista ante el INE y el proyecto monrealista sufrió un severo golpe. Islas se involucró entonces en la intrincada maquinaria político-empresarial de Pedro Haces hasta el último de sus días.
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