No: La ruptura de Ricardo Monreal con el proyecto de la Cuarta Transformación no la decidió el miércoles 31, cuando tomó el control de la presidencia del Senado y hasta obtuvo para él 52 votos de la oposición que luego se dijo engañada, sino en la elección del 2021, cuando jugó contra Morena. “Traidor”, lo llamó el presidente Andrés Manuel López Obrador y desde entonces le quedó tatuado.
Monreal creó y jefaturó el partido Fuerza por México como el “plan B” para su proyecto presidencial: No sólo encabezaba reuniones y diseñaba estrategias con el dirigente formal, el controvertido sindicalista Pedro Haces Barba, Senador suplente de Morena, sino que hasta su hija, Catalina Monreal, aspiró a una diputación federal por Zacatecas, donde el clan tiene su entraña.
En la Alcaldía Cuauhtémoc fue clave su operación en contra de Morena para el triunfo de su amiga Sandra Cuevas, la candidata del PRIAN, pero también en otras alcaldías colaboró para que, ante al exceso de confianza y la impericia de los candidatos morenistas, así como el accidente de la Línea 12 y una rabiosa campaña mediática, la oposición arrebatara a Morena nueve alcaldías.
En la Ciudad de México, el corazón del lopezobradorismo, Monreal decidió romper con López Obrador, a quien chantajeó, en 2018, para no irse de Morena cuando Claudia Sheimbaum le ganó la nominación para Jefa de Gobierno y logró asegurar la coordinación de los senadores.
A cuatro años del chantaje, Monreal es dueño de un inmenso poder político y constitucional que la sociedad nunca le otorgó, pero que él acumuló con astucia desde aquella reunión con López Obrador a pie de carretera, que representó uno de los más grandes errores del Presidente de México.
Y ahora, ya que renegó de la Cuarta Transformación, lo único que administra Monreal es la fecha de la ruptura total que más lo beneficie.
Político profesional, taimado como ha demostrado ser y con un estilo de administrar el poder como Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, el zacatecano tiene el tiempo de su lado para maniobrar hasta que concluya el Gobierno de López Obrador, en septiembre 2024, y no tener ese que es su único obstáculo.
Monreal en el Senado controla todo: No sólo es el coordinador de la bancada mayoritaria de Morena y es el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), lo que le da todo los recursos económicos, materiales y humanos para alimentar fidelidades, sino que ahora tiene también, con el poblano Alejandro Armenta, la presidencia de la Mesa Directiva.
Con tal poder tiene también influencia en las bancadas del Partido Verde Ecologista de México, que coordina su amigo Manuel Velasco; en el partido Movimiento Ciudadano, que encabeza su confidente Dante Delgado, y en lo que queda del PRD con el exjefe de Gobierno Miguel Angel Mancera.
También Monreal influye en el PRI y en el PAN, como lo demuestran los 52 votos que obtuvo de las bancadas de oposición para la presidencia del Senado que, más allá del engaño que se le atribuye, son capaces de hacerlo su pastor con tal de derrotar a López Obrador.
La votación en el Senado sobre la Guardia Nacional, aprobada en la Cámara de Diputados, definirá el futuro de Monreal y, de hecho, de los dos bloques que se disputan la nación. Lo atestiguaremos en días.
Muy pronto, también, se verá si Monreal acumula base popular o si su poder es sólo producto de la astucia en la política cupular que, como se sabe, es efímera…
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