Tres apuntes urgentes sobre el México que viene

febrero 3, 2025
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FOTOGRAFÍA: ESPECIAL

Por Alejandro Páez Varela

Uno. La desindustrialización

El ataque de Donald Trump a México tendrá efectos de corto, mediano y largo plazos. Ninguno es “deseado” en el sentido de que no estaba en nuestros planes, y su solución tendrá distintos grados de complejidad. Hay golpes demoledores sobre ciertos sectores, otros que se pueden amortiguar y unos más que pueden abrir oportunidades para reconfigurar la vocación del país. Reconfigurar a fondo: me refiero en un sentido más humano e incluso menos –digamos– capitalista y cortoplacista.

Habrá un proceso de desindustrialización. La fiebre retro de Trump lo hace alucinar con que la vida era mejor para las familias blancas estadounidenses en la segunda mitad del siglo XX, cuando trabajaban en el acero, en las fábricas de autos o en las minas de carbón. Piensa en “hacer grande” a su país regresando a las ciudades empleos de la industria automotriz y de esas otras industrias. Y si quiere, lo va a lograr en tiempo récord. Entonces viene la desindustrialización de México, un fenómeno complejo y hasta traumatizante para cualquier país, sea una potencia o esté en desarrollo, pero al mismo tiempo puede ser una gran oportunidad.

De hecho, Estados Unidos empezó su desindustrialización hace cuatro décadas. Hubo regiones muy afectadas (el Cinturón Oxidado o Rust Belt, por ejemplo) pero en otras, la economía se disparó. En varias ciudades se potenciaron versiones más modernas y mucho mejor pagadas de la economía: la de la información, por ejemplo; la de los servicios, la posindustrial.

En cambio, cuando el empleo industrial se fue a países que lo aceptaran (nosotros, China, Asia en general), las ciudades de Estados Unidos que no se adaptaron de inmediato se hundieron dramáticamente. La desindustrialización trajo desempleo, despoblación y consecuentemente, deterioro urbano. Salieron las industrias de acero, de autos, y las minas de carbón y grandes naves industriales fueron abandonadas, dejando comunidades en medio de escenarios apocalípticos con drogas, pobreza extrema, delincuencia y pérdida del orgullo, que parece poca cosa, pero es un motor que no se cansa.

Ese es el Estados Unidos que debe “ser grande otra vez”, según Trump. Va a intentar industrializar esa región y otras de Estados Unidos sacando la industria de México y Canadá. ¿Habrá en Estados Unidos quién acepte esos empleos? Sí, claro. Los mismos que hicieron grande Estados Unidos y ese cinturón industrial décadas atrás: los migrantes. Pero los está cazando, criminalizando, acosando, persiguiendo.

Si su plan de imponer aranceles es una locura, se convierte en una locura demencial cuando persigue la mano de obra que necesita para regresar la industria a su país.

Pero vuelvo a México. Como decía, habrá golpes demoledores sobre ciertos sectores, otros que se pueden amortiguar y unos más que pueden abrir oportunidades. Si la desindustrialización es controlada, se puede reorientar la economía para modernizarla y potenciar otras virtudes. Me imagino que mucho de esto ya es parte del Plan México y seguramente ya lo pensó la Presidenta Claudia Sheinbaum.

Un dato poderoso: México tiene sectores que pueden volverse una potencia en sí mismos. Son sectores clásicos que sobreviven a una desindustrialización. Servicios, por ejemplo: la mano de los mexicanos en turismo, restaurantes, comercio y etcétera es reconocida a nivel mundial. El campo: tenemos tierras, mano de obra, regiones con agua (y cuando el Cinturón Oxidado de Estados Unidos caía en la miseria, el Cinturón Maicero del Oeste Medio se fortalecía).

Nuevo León es un buen ejemplo. Vivió un proceso de desindustrialización en las últimas tres décadas. Y le fue relativamente bien. Pasó de una alta dependencia a las industrias del vidrio, el acero y el cemento, a otras más modernas: la eléctrica, la electrónica y la automotriz. Ahora debe pasar de allí a sectores más especializados como la alta tecnología, por ejemplo, porque al menos la automotriz va a sufrir un despojo. Y puede además poner énfasis en el sector servicios, impulsando empleos en la intermediación financiera (tiene las instituciones privadas) y el comercio.

Y aquí aprovecho para explicar lo del despojo. Muchas empresas, sobre todo las relacionadas con el sector automotriz, se brincarán a Estados Unidos para evadir la sanción arancelaria, como ya se está previendo en Canadá. Ese es el plan de Trump: que esos empleos se vayan para allá y hagan a Estados Unidos “grande otra vez” (qué risa me da, pero así es). Entonces habrá mucha mano de obra disponible que antes tenía un lugar en la industria, como la automotriz. El despojo, entonces, pegará primero al empleo.

Un sector que puede potenciarse como empleador natural es el turismo. Tenemos playas, sol, paisajes, cocina, una cultura poderosa, clima envidiable y diversidad que pocos países en el mundo tienen. Y tenemos al mexicano, que es extraordinariamente cálido, amistoso, trabajador, ingenioso. Italia da empleo al 65 por ciento de su Población Económicamente Activa en el sector turismo y servicios. Es decir, ahí está una riqueza probada. Y un potencial soñado. Italia es la octava economía del mundo y la tercera de Europa, después de Alemania y Francia. Mezcla los sectores servicios con el industrial.

México está de moda. Nuestras calaveras, los mayas, Día de Muertos, la capital mexicana, los tacos, el mezcal y el tequila, nuestros moles, nuestras sopas, nuestra alta cocina y la cocina de barrio están de moda. Tenemos un nuevo Tren Maya que recorre una de las regiones más hermosas del planeta. Nuestras ciudades tienen cada vez más presencia de turistas que disfrutan tanto la vida en México que quisieran vivir aquí. Es el turismo. Son lo servicios, pues, además de otros sectores.

Pero lo anterior nos lleva a un punto muy delicado que cruza de manera horizontal todos los planes para un rediseño de la economía de México, frente a la amenaza del imperio abusador del norte. Y este tema tan delicado lo conocemos todos. Es la seguridad.

Dos. La inseguridad

Los cárteles deben desaparecer. La violencia se debe combatir y todos los planes que tenga la izquierda para acotar a la delincuencia organizada y someter a sus líderes se deben apresurar. El Presidente Andrés Manuel López Obrador lo dijo al principio de su mandato: si no baja la violencia, reconoció, eso lo perseguiría como un fracaso. Él planteaba a largo plazo. Hay cambio de planes. Se necesita mostrar resultados YA.

Si la Presidenta Sheinbaum confiaba en que la violencia fuera bajando gradualmente, ahora debe movilizar todas las herramientas que tiene el Estado a su disposición para reducir el narcotráfico hasta donde sea muy visible, dramáticamente visible: que se vea hasta Washington, porque allá tienen muchas ganas de meter la mano en México como lo hicieron durante el siglo XX y antes, en el XIX. Atacar a los grupos criminales y meter a los líderes a la cárcel se ha vuelto una prioridad. Punto. Era una de tantas prioridades, pero ahora es la número 1, creo yo. No está padre que la Casa Blanca hable de vinculación del Gobierno con el crimen organizado. Es una amenaza grave que el imbécil racista mayor lo use contra nosotros. Y no está bien que la violencia siga.

La violencia se debe disminuir y se debe acabar con los grupos criminales como un imperativo ético y moral. Y además, es un imperativo para recuperar el eventual daño económico que cause Estados Unidos a México en los siguientes años. No hay turismo con descabezados, secuestrados, desaparecidos, balaceras un día sí y otro también. Pregúntenle a los empresarios mazatlecos lo que están sufriendo hoy, y eso que la lucha entre cárteles es en Culiacán.

México debe aprovechar que Estados Unidos quiere militares mexicanos en su frontera sur. El Gobierno debe aprovecharlo para hacer presencia y demoler la industria de las armas estadounidenses, que alimenta con capacidad de fuego a los cárteles mexicanos.

¿Trump quiere un Ejército mexicano fuerte en el norte de México? Hagámoslo. No hay tiempo qué perder. Hay que aprovecharlo allá para que nos sirva a nosotros; para quitarle el negocio a las armerías gringas que están establecidas por miles en toda la frontera por el gran negocio que es alimentar con armas a los cárteles en México.

Me parece que el apretón de tuerca de hizo Omar García Harfuch a la estrategia está muy bien. Ahora necesitamos más Omares en inteligencia financiera, más Omares en inteligencia militar, más Omares para tender un cerco a los ejércitos privados en donde se encuentren. Se tiene que ir contra los extorsionadores, asesinos, traficantes de drogas.

La violencia interfiere en los esfuerzos para un México próspero, sin pobreza y sin desigualdad. El crimen organizado es, entonces, el enemigo número uno de cualquier Gobierno de izquierda. Los mexicanos merecemos descansar de ese flagelo. Todas las herramientas del Estado deben utilizarse y cuando lo digo, obvio, no pienso en que saquen los helicópteros armados y que disparen en poblaciones, como lo hicieron Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Pienso en inteligencia para desarticular las operaciones criminales y pienso en inteligencia para atrapar a los servidores públicos corruptos que sirven a las estructuras criminales a nivel local, estatal y federal.

Tres. Lo mexicano

Nos agarró el anuncio de Trump en pleno centro comercial. Mi compañera y yo fuimos a un Liverpool con nuestros dos chiquitos, Aurelio y Alejandro. Compramos un sofá que se volvió chatarra en menos de tres meses. Tuvimos que salir a reclamar una devolución.

Estaba al teléfono con editores y reporteros viendo todos los aspectos del anuncio de la Casa Blanca: los aranceles y sobre todo esa acusación tremenda y sin ningún fundamento (bueno, el argumento es Genaro García Luna) de que el Gobierno de México está coludido con narcos. Rita Varela al frente del portal de SinEmbargo, y Álvaro Delgado con un pie en el aeropuerto, rumbo a la frontera.

Y entonces voltee a ver a mi alrededor. Gente comprando pantallas, perfumes, ropa de marca; con las tarjetas de crédito en la mano yendo de una caja a la otra. Bolsas, más bolsas, muchas bolsas en todas partes y etiquetas engrapadas que, en una crisis, se transforman en la cola misma del diablo.

Entonces pensé: ¿qué sabe esta gente de lo que viene? Evidentemente, nada. La editora me contaba que en Estados Unidos había nacido el Movimiento Latino Freeze, que inició con un llamado a comprar sólo en tiendas de latinos o de negros y no en los Walmart, los McDonald’s. En Canadá la respuesta es más fuerte: el antipático Primer Ministro Justin Trudeau repentinamente me cayó bien con su campaña “Hasta donde podamos, escojamos los productos de Canadá”. Y su plan de aranceles es para potenciar lo producido por canadienses y castigar lo que se produce en Estados Unidos.

A la misma hora que escuchaba a los editores de SinEmbargo narrar los planes de latinos y de canadienses, acá, en México, mis ojos veían con cierta alarma, pero más con tristeza el almacén lleno de compradores mexicanos, tarjeta en mano, tirando la casa por la ventana como si no estuviéramos bajo ataque de la principal potencia económica del mundo. Claro que es responsabilidad de todos estar informados de lo que pasa, me dije; pero también pensé que una ayuda desde el Gobierno federal y los gobiernos locales (dado que la prensa es regularmente mezquina) serviría mucho. No vendrá una iniciativa de los medios mexicanos, me dije. La mayoría está celebrando.

¿No sería bueno que los mexicanos supieran de la gravedad del momento, primero, y luego decirles que procuren comprar lo mexicano? Si quieren manzanas, como me gusta ejemplificar, que compren las de Chihuahua, no las gringas. Si quieren carne, que nunca sea la de Estados Unidos, que sea la de México. Que compren lo mexicano pensando que hay alguien allá, en el campo, que necesita conservar su empleo; que hay alguien en San Luis Potosí, Puebla, Sinaloa o Chiapas que necesita esos centavos para vivir.

Hasta donde se pueda, como dice Trudeau, comprar sólo lo que se produce en México. Comer sólo lo que producimos acá. Evadir las marcas gringas, leer las etiquetas.

Trump va en serio, mexicanos. No esperemos a que nos alcance su mano. Hagamos algo ya, y hacer algo ya es muy sencillo, caray: compremos lo mexicano. Díganselo a sus hijos, a sus padres, a sus vecinos: compra lo mexicano. Muchos migrantes regresarán buscando empleo: consume lo mexicano. Hay campesinos que dependen de nosotros: compra lo mexicano. No es difícil. Dale la vuelta a las frutas, a las verduras, a las latas, y los empaques y checa que sea mexicano. Así se generan las grandes revoluciones de los consumidores. No esperes una invitación por escrito y hazlo ya. Tu Patria te necesita.

SinEmbargo

MÁS DEL AUTOR:

Alejandro Páez Varela

Periodista, escritor. Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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