Un mito arraigado en “nuestros miedos más profundos”

octubre 10, 2023
1 min de lectura

Por Cecilia Rojas Orozco 

En la historia de la humanidad los mitos han sido muy importantes. Muchas culturas comparten mitos muy similares, los que nos permiten hermanarnos y darnos cuenta de que, en el fondo, somos muy parecidos.

Guilhem Olivier narra en el libro Mitologías del México central en la época prehispánica (Ed. Trotta, 2012) que en el año 1907 el alemán Konrad Theodor Preuss habló con mexicaneros de San Pedro Jícora, en el municipio de Mezquital, y logró recopilar extraordinarios mitos y relatos. 

En varios de ellos aparece Tepusilam, la “Vieja del Cobre”, una diosa bastante oscura, que pudiera hacernos pensar en las leyendas vampíricas más antiguas de Mesopotamia. 

Le contaron a Preuss sobre dos hermanos que salieron de su pueblo a cazar. La diosa quiso seducir al mayor e intentó ahogarlo; el hermano menor lo salvó, y ambos escaparon a su pueblo. 

Pero Tepusilam no pensaba ceder. El más joven se escondió en un árbol y el mayor en una casa. Éste no logró sobrevivir. La diosa se hundió en el suelo y lo devoró, para posteriormente mostrarle al hermano chico la pierna de su víctima.

En el pueblo organizaron una fiesta y embriagaron a la deidad, la quemaron y después explotó. Pero aún se le teme. Se dice que come niñas.  

El mito tiene antecedentes en los Anales de San Juan Bautista escritos en náhuatl hacia 1582. Pero es muchísimo más antiguo de lo que pudiera parecer, aunque ahora es poco conocido. 

La existencia de estas deidades está arraigada en nuestros miedos más profundos, los que todavía nos persiguen. ¿Será posible que de ahí se deriven otros mitos después del sincretismo y el choque brutal de la Conquista, tal como el de La Llorona?. 

Tepusilam es importante por su antigüedad y trascendencia, y forma parte de la historia de México. 

Existen muchas más mitologías de la antigua Mesoamérica, misteriosas y actualmente poco difundidas, que pueden permitirnos entender mucho mejor la cosmovisión de los que estuvieron aquí mucho antes que nosotros. Así podemos darnos cuenta de que estamos más cerca de ellos de lo que pensamos.

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