Sobremesa, la columna de Lourdes Mendoza
“Acusamos al juez de que incumplió el amparo y hace tres días, el juez de distrito dijo que, efectivamente, estaba incumpliéndose el amparo y ordenó una audiencia otra vez, la cual se llevó a cabo el día miércoles y el jueves. Señaló que le retiraba las medidas cautelares a Yolli y que, debido a que tenía más de dos años ya detenida, era una pena anticipada de lo que se estaba imponiendo y que le retiraba también la orden, la medida cautelar de prisión preventiva”.
¡Qué emoción! Seguro pensó… pero no. El cambio de medida cautelar fue sólo para una de las tres carpetas en las que también le dictaron prisión preventiva, quien se ha convertido en objeto de una venganza personal de Cuitláhuac García, por transparentar información que incomoda al gobernador veracruzano. ¡Así como lo están leyendo!
Ver para creer, la saña del morenista
Fue el 26 marzo de 2020, un par de días después de terminar su gestión en el IVAI, que Yolli García Álvarez fue detenida arbitraria y violentamente por autoridades veracruzanas. Lo peor es que quien la puso fue otra mujer, Naldy Patricia Rodríguez Lagunes, su sucesora en el cargo, quien la citó en un restaurante y, al llegar Yolli, Naldy hizo la seña y la agarraron, y ese mismo día fue llevada a la cárcel, acusada de múltiples delitos prefabricados.
Así lo recuerda Adán, quien ha destacado que Yolli fue tratada con violencia e intimidada bajo el amago de que, si hacía escándalo mediático, “algo” podía pasarle a su familia.
Poco menos de un mes después fue vinculada a proceso por abuso de autoridad, coalición y ejercicio indebido de funciones; todo esto, a raíz de una firma para el nombramiento de dos nuevos trabajadores del Órgano Interno de Control del IVAI.
Fue el mismo hombre que le ordenó firmar quien la denunció, acusando que firmar no era facultad de Yolli.
Si bien, ninguno de estos delitos amerita la prisión preventiva, la funcionaria fue encarcelada y, desde entonces, ha estado peleando por su libertad, exponiendo casi en vano las irregularidades en su caso y la falta de pruebas con las que la justicia veracruzana hace gala del modus operandi de su gobernador para deshacerse de los funcionarios que no le son afines.
Otra raya al tigre
Casi tres años después de que el infierno comenzó, lejos de mejorar, Yolli vio en su caso un nuevo revés, cuando se le abrió una nueva carpeta de investigación por el delito de peculado, en un movimiento que su esposo, a estas alturas, ya ve como ‘sólo por molestar’.
“Los hechos que citan ahí en la denuncia son imposibles que los haya realizado Yolli, porque no le corresponden a ella, pero deberían tener vergüenza de estarla acusando de peculado cuando en el IVAI, si algo tenían, era que luego no les pagaban ni las quincenas y se las depositaban un mes después; no les depositaban el pago de rentas, para el internet o la luz”.
Además del caos financiero, que era sello del instituto, lo que llama la atención fue la rapidez con que llegó la vinculación a proceso por este caso.
El precio de la transparencia
Más allá de lo inverosímil de esta última acusación, el hecho pone en evidencia la manera en que la justicia en Veracruz opera en función de los intereses y disgustos de Cuitláhuac García. Desde esta perspectiva, existen al menos dos resoluciones que podrían haber enojado al gobernador, como cuando se buscaba exponer un caso de nepotismo en el estado, recuerda Adán:
“(García) contrata a un primo como subsecretario de Finanzas y lo cuestionan los medios; en una rueda de prensa dice que no es nada de él, que no es su familiar y que no tiene nada que ver. Pero vuelven a presentar un recurso ante el instituto, y el instituto determina que, efectivamente, es su primo”.
La otra, por el arrendamiento de 160 patrullas. O sea, por demostrar que sí hay nepotismo y corrupción en el gobierno de Cuitláhuac.
Tras estas resoluciones, Yolli fue víctima de múltiples amagos, en los que enviados desconocidos le exigían “pararle a sus pendejadas” que exhibían al gobernador, y que finalmente derivaron en su encierro.
Riesgo de muerte
A los pocos meses de encierro, Yolli presentó un cuadro de fibrilación y problemas respiratorios, que, por ser tiempos de Covid-19, las autoridades atendieron como tal enfermedad. Aunque su situación se fue deteriorando gradualmente, varias veces se negaron a remitirla a un hospital privado.
Para cuando Yolli enfermó por tercera vez, fue enviada de urgencia al Hospital Civil de Xalapa, donde se le diagnosticó una descalcificación en la válvula aórtica, lo que le podría provocar un paro cardíaco fulminante o un derrame cerebral de no atenderse.
Pese a la gravedad del diagnóstico y a que un cardiólogo urgió a un cambio de válvula, los médicos del reclusorio siguieron atendiéndola a base de pastillas como único remedio.
Reza el dicho, “el que se lleva se aguanta”
Aunque se presentaron violaciones a sus derechos humanos desde el momento de su detención, Yolli permanece víctima, no sólo del abuso de las autoridades, sino del silencio de toda la clase política.
Pero el próximo domingo se llevará a cabo la presentación del libro La debida clasificación de información pública, un esfuerzo del comisionado Salvador Romero Espinosa del Instituto de Transparencia de Jalisco.
El libro es para visibilizar a Yolli, y no es por agriarle la mañana o el día o el mes al impresentable y violentador de mujeres Cuitláhuac García, pero la FIL de Guadalajara es la feria del libro más importante del mundo de habla hispana y la segunda después de Fráncfort.
Entre los que colaboraron están Norma Julieta del Río Venegas, Diego García Rocci, Francisco Reynaldo Guajardo Martínez y María Teresa Treviño Fernández, quienes buscan poner a Yolli García en la mira de la sociedad para que su caso no pase más tiempo desapercibido.
Acusada inicialmente de tres delitos por un mismo acto, Yolli se ha convertido en una muestra de la naturaleza opresora y vengativa del gobierno en turno. Para este punto, perder una medida de prisión preventiva de todas las que se la han impuesto es un sabor agridulce, una victoria que casi no se celebra.
Pero ella, su defensa y sus allegados siguen luchando por justicia, aunque tanto su situación jurídica como su salud están cada día más deterioradas.
Ojo, eh, con este caso y el de July; en este espacio he denunciado y documentado cómo Cuitláhuac mantiene al menos a dos mujeres injustamente encarceladas en Pacho Viejo. ¿Hasta cuándo?
Por no dejar
Yolli está en peligro de muerte por su salud y, de pasarle algo, Cuitláhuac García sería el responsable.
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La columna se publicó originalmente en El Financiero reproducida aquí con permiso de la autora.
Lourdes Mendoza Peñaloza es una periodista mexicana especializada en finanzas, política y sociales, con más de 20 años de experiencia en medios electrónicos, impresos, radio y televisión.