Ciudad de México.- Desde una crítica al régimen talibán en Afganistán, hasta una cruel evidencia sobre todo aquello que representa la cosificación de la mujer, la mirada de estas 4 directoras, guionistas y animadoras se convierte, no sólo en necesaria para la industria del cine, sino también en un refugio para reconocerse en cada una de estas historias, de mirar otras realidades y de comprender que, fuera de la esfera individual, las mujeres del mundo resisten contextos de violencia bélica, sexual, estética y estructural.
Entre el sinfín de historias que se cuentan en el cine, territorio donde las mujeres directoras y/o guionistas no han alcanzado la paridad, resulta urgente avizorar en el mapa quiénes son las mujeres que se encuentran conquistando el espacio y construyendo narrativas de corte feminista; no sólo es crear cine, sino también, instrumentalizarlo como un acto político de denuncia.
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En cada una de las piezas se encuentran fragmentos de vida y contextos que necesitan ser visibles, algo palpable en el trabajo de Camila Kaster quien utiliza su animación para nombrar las violencias que han vivido todas las mujeres que la rodean; sus amigas, sus colegas, vecinas, su madre, tías y abuelas.
Es precisamente aquí, donde se esconde el enorme poder transformador de consumir el trabajo de quienes están armando una revolución interna en el cine: Tejernos las unas a las otras y encontrar espacio seguro en las producciones que las animadoras y directoras están armando desde su trinchera.
Breadwinner
Dirigida por la animadora irlandesa Nota Twomey, Breadwinner (por su traducción al español El pan de guerra), narra la historia de Parvana, una niña afgana atravesada por la guerra y el ascenso del régimen talibán. A pesar de crecer en un entorno profundamente amoroso Parvana mira sucumbir a su familia luego de la aprehensión de su padre y enfrentará la vulnerabilidad de ser mujer en un país donde no tiene permitido salir de casa y mucho menos negociar en los mercados para comprar alimento; su familia, compuesta por mujeres, ha quedado a la deriva.
Desde la fortaleza del espíritu, Parvana toma la ropa de su hermano quien falleció años atrás a causa de una bomba y decide salir para ser sustento de su hogar; entre trabajo, el abuso de los mayores, la violencia talibán y el temor de no encontrar de nuevo a su padre, Parvana resiste los estragos de una guerra.
La historia contrasta con escenas bellísimas del amor familiar, de Parvana narrando los cuentos que le enseñó su padre y la inocencia de querer vivir la infancia aún bajo el yugo del extremismo patriarcal.
El poderoso trabajo de Nora Twomey fue ganador de múltiples galardones internacionales y nominaciones, entre ellos, la nominación a los Premios Oscar como Mejor Película Animada del Año.
The Coin
La directora, animadora y nominada al Oscar por su increíble trabajo de animación, Siqi Song, narra en The Coin una serie de ejes fundamentales como aprender a dejar atrás, la migración, el miedo y reconocerse en el mundo.
La historia comienza con una mujer narrando la receta de dumplings de su madre y la manera en que siempre escondía una moneda al interior de esta comida en el Año Nuevo Chino; símbolo de prosperidad y buena fortuna. Años más tarde, deja atrás su país y arriba a los Estados Unidos quien la recibe con un desfile de comida corrida.
Aquí se desglosan los cuestionamientos más importantes; una crisis de identidad, el miedo de dejar atrás todo aquello con lo que crecimos y la necesidad de crecer para cumplir metas.
Siqi Song pone en aprietos a su protagonista luego de perder las adoradas monedas que su madre, año con año, colocaba al interior de su cena de Año Nuevo; la crisis de sentirse vulnerable, sola y lejos de casa podría avecinarse, sin embargo, la directora da un giro completo a la historia y durante varios minutos la protagonista explora todo aquello que la ata a su familia, las tradiciones, su cultura y finalmente, la valentía de crecer a sabiendas de que, sin importar en dónde estemos, somos un cúmulo de sueños, experiencias y recuerdos.
Carne
Bajo la animación y dirección de la brasileña Camila Kater, «Carne» llega como un corto -documental dispuesto para quebrar con los roles de género, el edadismo y los cánones de belleza que cargan las mujeres desde la infancia; como un golpe bajo, Camila Kater evidencia la forma en que, desde la niñez, las mujeres se preparan para convertirse en carne de consumo para los otros.
«Cruda», «Poco hecha», «Al punto» y «Hecha» y «Muy pasada» son los 5 segmentos en los que se divide la obra, haciendo una alusión a los términos de cocción de un trozo de carne, en cada capítulo se nombra cómo viven su cuerpo las mujeres a lo largo de su vida y cómo aprendemos a mirar(nos) con ojos patriarcales.
Con animaciones rojizas y acuarela, Kater narra sobre los miedos en la juventud, la llegada de la menstruación y la menopausia, cada uno de los fragmentos fueron construidos a través de las experiencias de las amigas y familiares de la directora, quien siempre ha evidenciado que nunca ha conocido a una mujer que no se haya visto atravesada por el dolor de la violencia, del extractivismo y de ser objetivizadas como un filete.
En añadidura, también se cuenta la historia de madres, una mujer lesbiana que decidió no maternar y los señalamientos absurdos que vivió y la transición hacia la vejez de una actriz que encaró el edadismo patriarcal; con humor, cinismo y mucha transparencia, «Carne» es una animación imperdible.
Sitara: Que las niñas sueñen por fin
Animado y dirigido por la activista, periodista y escritora pakistaní Sharmeen Obaid Chinoy, Sitara es un corto que evidencia el matrimonio infantil, la violencia y la cooptación de la vida de las niñas tras vivir un hecho tan hórrido como lo es una unión forzada.
Pari tiene 14 años y pasa sus tardes jugando con Mehr, su hermana menor; la actividad favorita es hacer aviones de papel e imaginarse arriba del aeroplano volando juntas y trabajando como pilotos. Todo sueño se ve truncado cuando su padre la otorga a un hombre; no es sólo su padre, sino también, el dueño de su vida y único capaz de forjar el destino de Pari quien, con un profundo horror, sólo desea vivir en un mundo donde pueda ser niña.
En el corto se reflexiona sobre todo aquello que las pakistaníes han vivido bajo la ideología islámica; una resistencia que data de 1977 cuando la islamización inició en el país y las mujeres, a pesar de luchar contra la sharia y la opresión, fueron doblegadas por la dictadura militar de la época, lo que representó un incremento en las uniones forzadas de las niñas y adolescentes.
«Sítara» abre el diálogo para mirar otras realidades, reconocer que la violencia sistémica aún oprime y está pegando con crueldad sobre los cuerpos y vidas de las niñas del mundo.
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