El presidente ejecutivo de Boeing, Dave Calhoun, asumió el martes la responsabilidad por el incidente casi catastrófico de Alaska Airlines y prometió «completa transparencia», mientras el gigante de la aviación intenta salir de su última crisis.
«Vamos a abordar esto, en primer lugar, reconociendo nuestro error», dijo Calhoun a los empleados en una reunión de seguridad convocada después del aterrizaje de emergencia del viernes, que se produjo después de que un panel de la aeronave se desprendiera en pleno vuelo. «Vamos a abordarlo con 100 por ciento y completa transparencia en cada paso del camino», aseguró.
Hasta ahora, Alaska y United Airlines reportaron componentes mal ajustados en su flota del modelo 737 MAX 9 –sin especificar en cuantas unidades– que pudieran estar relacionados con el incidente del viernes pasado.
Los descubrimientos se producen mientras la Administración Federal de Aviación (FAA) sigue investigando qué causó el viernes la explosión de un componente denominado tapón de puerta en un avión de pasajeros de Alaska Airlines, que le obligó a aterrizar de emergencia.
El panel que se desprendió en pleno vuelo hizo resurgir cuestiones de seguridad en momentos en que el fabricante contaba con recuperar su reputación. Las acciones de Boeing en la bolsa cayeron más de 8 por ciento y presionaron al índice Dow Jones.
El viernes, el vuelo 1282 de Alaska Airlines despegó del aeropuerto de Portland y poco después la tripulación informó de un «problema de presurización», según la FAA.
El avión regresó rápidamente a Portland. Imágenes publicadas en las redes sociales mostraron un enorme agujero donde había estallado el panel lateral, con máscaras de oxígeno de emergencia colgando del techo.
Los inspectores se mostraron agradecidos de que el incidente no resultara en víctimas fatales o heridos de gravedad.
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