CDMX.– “Se los dije”, dijo el Presidente Andrés Manuel López Obrador el jueves 31 de agosto. Y nadie pudo refutar nada. Lo que dijo fue que las élites (dueños de medios, intelectuales, empresarios y sus viejos partidos políticos) habían elegido desde meses atrás a una de las suyas, Xóchitl Gálvez Ruiz, para que los representara en las elecciones presidenciales de 2024. Y no lo defraudaron, aunque para hacerlo tuvieran que humillar a varios precandidatos (Beatriz Paredes, Jorge Luis Preciado, Miguel Ángel Mancera, etcétera), forzar la renuncia del panista Santiago Creel y de plano descartar a la mayoría, sin explicación alguna y sin transparentar los por qué.
El primer cargo público de Xóchitl Gálvez fue el de Comisionada Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en el Gobierno de Vicente Fox. En 2015 ganó su primer y único puesto de elección popular como Alcaldesa de Miguel Hidalgo. Actualmente es Senadora por representación proporcional en la bancada del Partido Acción Nacional (PAN). Pero en este tiempo no dejó de lado su carrera empresarial. Información de la Plataforma Nacional de Transparencia muestra que ha aprovechado su posición como funcionaria pública para otorgar contratos que benefician a sus empresas, actos por lo que ya pesan sobre ella al menos cuatro denuncias ante la Fiscalía General de la República (FGR).
En sus declaraciones patrimoniales Xóchitl Gálvez no aceptó que su hija y su empresa Operación y Mantenimiento de Edificios Inteligentes S.A. de C.V. son contratistas del Gobierno federal, incluso de la actual administración.
De acuerdo con una investigación publicada por SinEmbargo, cuando fue Alcaldesa de Miguel Hidalgo declaró ser parte de la empresa High Tech Services S.A. de C.V., pero desde entonces y hasta su última declaración patrimonial como Senadora, omitió transparentar su relación con Operación y Mantenimiento de Edificios Inteligentes S.A. de C.V., empresa en la que están relacionados su esposo, Rubén Sánchez y la hija de ambos, Diana Vega Gálvez y otros Gálvez.
Además de su ejercicio como empresaria, Gálvez Ruiz tiene como antecedente reunirse con la élite empresarial y política de todos los partidos, como muestra una grabación de Periscope que hizo pública en 2016 donde se le ve en una celebración de Diego Fernández de Cevallos.
Las imágenes mostraban a la hoy Senadora junto a personajes de lo que se conoce como la “vieja política”: a los expresidentes Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón Hinojosa; a los excandidatos presidenciales Porfirio Muñoz Ledo, Ricardo Anaya, José Antonio Meade. También estaban Carlos Romero Deschamps, Raúl Salinas de Gortari, José Narro Robles, Jorge Castañeda, Luis Carlos Ugalde, exconsejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) durante la elección de 2006, entre otros personajes como el cardenal Norberto Rivera Carrera.
Es por sus relaciones empresariales y políticas que tanto el Presidente López Obrador como Morena, su partido, aseguran que la legisladora tiene “mucha fuerza con la oligarquía”.
Con estas acusaciones a cuestas, Gálvez Ruiz resultó ganadora en un proceso creado tanto por partidos de oposición como por “organizaciones civiles”, la mayoría de ellas conformadas por representantes de la política o ligadas al empresario Claudio X. González, artífice de la alianza del PAN-PRI-PRD.
Durante la presentación del Frente Amplio el empresario descartó influir en la elección de la candidatura. “No [voy a interferir], pues ahí están las reglas, son reglas parejas para todos con la participación de todos los mexicanos que quieran participar en este proceso”, dijo a este diario digital en esa ocasión, el 26 de junio.
Los dirigentes de los partidos defendieron lo mismo durante los 60 días que duró el proceso. “Será una consulta abierta para que la gente decida al mejor perfil. Acá no habrá dedazo”, dijo confiado Marko Cortés, presidente del PAN, cuando anunció la creación del Frente. Pero sólo pasaron días para que perfiles como el empresario Gustavo De Hoyos –uno de los creadores de Va por México– alertara que el triunfo sería “extremadamente difícil” para ciudadanos ajenos a los partidos.
Incluso funcionarias cercanas a ellos, como las legisladoras Lilly Téllez (al PAN) y Claudia Ruiz Massieu se negaron a participar, esta Senadora, por ejemplo, renunció al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y explicó que no participaría en un proceso “que puede caer en la simulación”.
El Comité organizador del Frente Amplio depuró el registro inicial de 33 aspirantes hasta quedar en 13, sólo tres no pertenecían a los partidos, pero dos tenían antecedentes de haber militado en ellos. Conforme avanzó el proceso las y los competidores denunciaron irregularidades.
La propia Xóchitl Gálvez denunció el 6 de agosto un registro masivo de firmas a favor de los aspirantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD), PRI y PAN a representar el Frente Amplio por México, y pidió a los dirigentes que también la apoyaran.
Pero tres días después, cuando el Comité Organizador confirmó que avanzaría a la siguiente etapa, descartó opinar si el proceso se había ensuciado, sólo reconoció que podrían detectarse irregularidades en las firmas que ella recabó.
Para ese entonces, el exlegislador Jorge Luis Preciado Rodríguez, uno de los aspirantes, ya había anunciado su salida del PAN tras 29 años de militancia, porque, según denunció, Marko Cortés le confirmó que el proceso era una simulación y ya todo estaba acordado para imponer a Xóchitl Gálvez como candidata presidencial.
“El proceso en el que estoy participando es una farsa. En [el Partido] Acción Nacional me dicen que está todo arreglado”, acusó en entrevista con SinEmbargo Al Aire para el programa Los Periodistas.
El presidente del PAN negó las acusaciones, al igual que Jesús Zambrano, dirigente del PRD, quien el 8 de agosto hizo menos los señalamientos de Preciado.
“Otro [aspirante] que veía que no le iba a dar [criticó el proceso]; alguien que venía de regidor de Manzanillo y creía que podía jugar el papel de representante del Frente Amplio por México, y que soñaba con ser candidato de la Presidencia… Hay quien tiene derecho a soñar de esa manera”, dijo de manera irónica a medios. Pasó sólo un día y los candidatos de su partido, el exgobernador de Michoacán Silvano Aureoles Conejo y el exjefe de Gobierno capitalino Miguel Ángel Mancera Espinosa, quedaron fuera del proceso, ambos expusieron irregularidades y falta de transparencia.
Mancera Espinosa señaló que la decisión se tomó desde una “esfera de poder”. El PRD exigió transparentar por qué ambos fueron relegados y anunció “una pausa” del comité del Frente Amplio. La indignación duró apenas dos semanas, pues el 25 de agosto Jesús Zambrano oficializó, junto a Silvano Aureoles, el respaldo de su partido a Xóchitl Gálvez.
Después siguió la presión de las cúpulas del PAN y el PRI.
El presidente del PAN negó las acusaciones, al igual que Jesús Zambrano, dirigente del PRD, quien el 8 de agosto hizo menos los señalamientos de Preciado.
“Otro [aspirante] que veía que no le iba a dar [criticó el proceso]; alguien que venía de regidor de Manzanillo y creía que podía jugar el papel de representante del Frente Amplio por México, y que soñaba con ser candidato de la Presidencia… Hay quien tiene derecho a soñar de esa manera”, dijo de manera irónica a medios. Pasó sólo un día y los candidatos de su partido, el exgobernador de Michoacán Silvano Aureoles Conejo y el exjefe de Gobierno capitalino Miguel Ángel Mancera Espinosa, quedaron fuera del proceso, ambos expusieron irregularidades y falta de transparencia.
Mancera Espinosa señaló que la decisión se tomó desde una “esfera de poder”. El PRD exigió transparentar por qué ambos fueron relegados y anunció “una pausa” del comité del Frente Amplio. La indignación duró apenas dos semanas, pues el 25 de agosto Jesús Zambrano oficializó, junto a Silvano Aureoles, el respaldo de su partido a Xóchitl Gálvez.
Después siguió la presión de las cúpulas del PAN y el PRI.
El presidente del PAN negó las acusaciones, al igual que Jesús Zambrano, dirigente del PRD, quien el 8 de agosto hizo menos los señalamientos de Preciado.
“Otro [aspirante] que veía que no le iba a dar [criticó el proceso]; alguien que venía de regidor de Manzanillo y creía que podía jugar el papel de representante del Frente Amplio por México, y que soñaba con ser candidato de la Presidencia… Hay quien tiene derecho a soñar de esa manera”, dijo de manera irónica a medios. Pasó sólo un día y los candidatos de su partido, el exgobernador de Michoacán Silvano Aureoles Conejo y el exjefe de Gobierno capitalino Miguel Ángel Mancera Espinosa, quedaron fuera del proceso, ambos expusieron irregularidades y falta de transparencia.
Mancera Espinosa señaló que la decisión se tomó desde una “esfera de poder”. El PRD exigió transparentar por qué ambos fueron relegados y anunció “una pausa” del comité del Frente Amplio. La indignación duró apenas dos semanas, pues el 25 de agosto Jesús Zambrano oficializó, junto a Silvano Aureoles, el respaldo de su partido a Xóchitl Gálvez.
Después siguió la presión de las cúpulas del PAN y el PRI.
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