Ciudad de México.– Pocas veces en la historia tres mandatarios de tendencia progresista se sientan a una misma mesa, sobre todo al norte de América, y pocas veces los elefantes en el cuarto pueden visibilizarse con tanta facilidad, porque están a su alcance. No es que Vladimir Putin o Xi Jinping asistan a la cumbre que se desarrolla en la capital mexicana. Joe Biden, Justin Trudeau y el anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, pueden, si así lo quieren, avanzar en una agenda ambiciosa que empieza en el norte pero que el Presidente mexicano quisiera que llegara hasta centro y sur del continente.
La Cumbre de Líderes norteamericanos que se desarrolla en la Ciudad de México ha reunido por primera vez a esos tres mandatarios de corte progresista y liberal, quienes desde la tarde de ayer, y hasta mañana, abordarán las problemáticas que tocan a la región de tiempo atrás: migración, drogas y el desarrollo.
Biden, Trudeau y López Obrador no tienen diferencias ideológicas, en los hechos son “la izquierda” en sus países y no hay un cuarto que desentone o que busque un interés contrario al que las tres naciones norteamericanas pretenden alcanzar. La cooperación en cada uno de estos rubros pudiera resolverse con la voluntad que puedan tener los tres líderes para salir con más que sólo buenos deseos en este encuentro de primer nivel.
El tema migratorio es el punto en el cual se han buscado acuerdos que no han prosperado en el pasado. Antes de pisar suelo mexicano, el Presidente estadounidense Joe Biden acudió a la ciudad fronteriza de El Paso, Texas, en donde se le mostraron los controles migratorios que existen del lado estadounidense, la otra cara de la moneda de lo que se vive en México, en donde miles de migrantes cruzan el país, esperan que se resuelva su estatus en Estados Unidos e incluso piden asilo ante la falta de oportunidades y violencias que persisten en sus lugares de origen.
Biden llega precisamente a la Cumbre con el reciente anuncio de un acuerdo con el cual México recibirá cada mes a 30 mil cubanos, nicaragüenses, venezolanos y haitianos expulsados desde Estados Unidos, esto a cambio de visas temporales de trabajo al mismo número de personas de esas cuatro nacionalidades prometidas por Washington, mismas que López Obrador confía ampliar.
A la par de este acuerdo, persisten otras políticas como el Acuerdo de Tercer País Seguro que hay entre Canadá y Estados Unidos, que impide que la mayoría de las personas procedentes de Estados Unidos, y que llegue a Canadá por entradas terrestres oficiales, pida protección como refugiada en este país y viceversa, como denunció Amnistía Internacional.
El Presidente López Obrador ha insistido por su parte en la necesidad de que Estados Unidos destine fondos a Centroamérica para evitar la migración masiva desde esta región.
“La gente viene a Estados Unidos por muchas razones. Para buscar nuevas oportunidades en la economía más fuerte que existe en el mundo. No se les puede culpar de querer hacerlo. Para huir de la opresión al país más libre del mundo. Para perseguir su propio ‘sueño americano’ en el mejor país del mundo. Esa es la historia de Estados Unidos, la historia de muchas de sus familias, incluyendo la mía allá por el siglo XIX desde Irlanda”, dijo el Presidente Biden hace tan sólo unos días.
Lo cierto es que el llamado de López Obrador de mejorar mediante una inversión la vida en Centroamérica no ha tenido una respuesta favorable en Estados Unidos, una situación que ha llevado al Presidente López Obrador a criticar al Congreso de esa nación el hecho de que apruebe más recursos para Ucrania, que sostiene una guerra contra Rusia por la invasión ordenada por Putin a su país, que un paquete de ayudas en su mismo Continente.
“Yo aquí haría un llamado respetuoso al Congreso de Estados Unidos para que se aprueben recursos a estos planes, que no se esté nada más lucrando con estos fenómenos y menos con el dolor de la gente. Porque es muy fácil, ¿no?, decir: ‘El principal problema son los migrantes y aquí no los vamos a dejar pasar porque vienen a quitarnos el trabajo, y son deshonestos o traen la delincuencia’, y aprovechar el pensamiento conservador, a veces muy poco solidario, muy individualista, para sacar raja política; eso no, que nos ayuden. ¿Cómo hasta por unanimidad en el Congreso de Estados Unidos, con todo respeto, aprueban presupuesto para la guerra y por qué no se aprueba presupuesto por unanimidad para apoyar a los pueblos que por su situación de abandono, de marginación, se ven obligados a emigrar? Esos son los temas de fondo”, cuestionó ayer López Obrador.
La crítica del mandatario mexicano se centró hacia los conservadores de esa nación, un partido opuesto al que pertenece Biden, quien ha prometido atender el tema migratorio como antes lo han hecho los antecesores de su mismo partido con una Reforma Migratoria que no se ha podido concretar nunca.
“Cuando el número de personas que huye de la violencia y la persecución sigue aumentando, la protección de los derechos humanos de las personas migrantes y refugiadas es de importancia fundamental. En lugar de aumentar las barreras para las personas en movimiento y someterlas a más dificultades, el Presidente Biden, el Presidente López Obrador y el Primer Ministro Trudeau deben adoptar medidas para proteger sus derechos en América del Norte y en otros países”, declaró ayer Erika Guevara Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas.
El otro tema clave es el referente a seguridad, el cual contempla diversos rubros como el narcotráfico y el tráfico de armas en los cuales Estados Unidos y México, respectivamente, han mantenido de tiempo atrás su agenda. En ese contexto ambos países firmaron en octubre de 2021 el Acuerdo Bicentenario.
En la reunión bilateral que sostuvieron ayer en Palacio Nacional, el Presidente estadounidense insistió en la necesidad de atender “la plaga de fentanilo que ha matado 100 mil estadounidenses”.
Un indicador que muestra cómo las organizaciones del narcotráfico mexicano se han volcado al mercado de opioides, particularmente al del fentanilo —en el cual un sólo kilo puede contener hasta 500 mil dosis—, son las incautaciones que han realizado las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena), de la Marina (Semar), de Seguridad Pública y Protección Ciudadana (SSPC), y la Fiscalía General de la República (FGR), las cuales han ido incrementando desde 2016 a la par que lo han hecho los reclamos y las defunciones por sobredosis en EU, donde se encuentra el principal mercado y, por lo tanto, la demanda.
La reciente detención de Ovidio Guzmán López se enmarca en esa lucha. El hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán —que purga una condena en Estados Unidos— era considerado uno de los principales traficantes de fentanilo hacia la Unión Americana, país donde hay cargos formales por este delito. El hijo del capo sinaloense precisamente enfrenta una petición de extradición a EU.
Por su parte, México ha insistido en la necesidad de frenar el tráfico de armas provenientes de Estados Unidos, las cuales llegan a manos de las organizaciones criminales que se dedican al narcotráfico y a otro tipo de actividades ilícitas como la extorsión.
De acuerdo con la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), en información citada por el semanario Zeta, fabricantes estadounidenses como Smith & Wesson, Beretta, Century Arms, Colt, Glock, Ruger e Interstate Arms, son los responsables de la fabricación de al menos el 70 por ciento de las armas decomisadas en territorio mexicano a criminales ligados al narcotráfico. Es por ello que el Gobierno mexicano mantiene una pelea en tribunales en contra de empresas de armas en Estados Unidos, la cual ya perdió en una instancia, pero que apeló en octubre pasado.
El otro tema a tratar corresponde al desarrollo de la región. Un aspecto en el cual las coincidencias ideológicas podrían ser determinantes. La tarde noche de ayer, el Presidente López Obrador expuso ante su homólogo Joe Biden y el resto de su equipo de trabajo que el T-MEC ha demostrado ser un “valioso” instrumento para consolidar los procesos productivos, pero lo invitó a “comenzar una etapa nueva” al asociarse como América del Norte para consolidar la región más importante del mundo frente a otros mercados robustos como Asia.
“¿No podríamos producir en América lo que consumimos? Claro que sí, es asunto de definición y de planear conjuntamente nuestro desarrollo futuro”, afirmó durante la reunión, donde pidió terminar con ese “desdén” hacia el continente.
“Presidente Biden –le dijo–, usted tiene la llave para abrir y mejorar sustancialmente las relaciones entre todos los países del continente Americano”.
López Obrador enlistó las ventajas con las que cuenta la región para explotar su potencial como la fuerza de trabajo jóven y creativa con desarrollo tecnológico, y con una gran riqueza de recursos naturales; pero abundó respecto a la propuesta:
“La integración productiva que proponemos debe también contar con el respaldo de inversión pública y privada para el bienestar de todos los pueblos de América, sin excluir a nadie”, enfatizó. “Implica consolidarnos como región económica en el mundo, fortalecer la hermandad en el continente, respetar nuestras diferencias y soberanías, y procurar que nadie se quede atrás”.
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