Dos muertes trágicas han marcado a la UdeG

abril 6, 2023
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CDMX.- Al final los unió el mismo destino trágico. Amigos entrañables, cómplices incondicionales y después enemigos irreconciliables, los dos tomaron el destino en sus manos y decidieron el día y la hora en la que consideraron adecuado partir.

Uno apenas el pasado domingo 2 de abril del 2023; el otro, 14 años antes, el jueves 19 de noviembre del 2009. Dos exrectores que decidieron caminar, nuevamente por la misma senda: Carlos Jorge Briseño Torres y Raúl Padilla López. Es la historia trágica de dos hombres poderosos, cuyos finales marcan la historia del grupo político que durante los más recientes 34 años ha controlado la Universidad de Guadalajara. Y sigue vigente.

Los dos dejaron un mensaje póstumo dirigido a sus familiares. Mensajes que quedaron guardados en la memoria íntima de quienes fueron sus destinatarios.

Entre la bruma de una tarde de negros presagios, en noviembre del 2009 se cerró un angustioso capítulo de un año y tres meses en el que Briseño Torres luchó, por la vía judicial, para tratar de ser reinstalado como Rector general, cargo del cual fue despojado por un Consejo General Universitario controlado por el cacique.

El jueves 19 de noviembre del 2009 el exrector de la UdeG, Carlos Jorge Briseño Torres, fue hallado muerto en su domicilio, luego de accionar un arma de fuego contra su cabeza. Igual que Raúl Padilla López el pasado domingo 2 de abril del 2023.

Esta crónica, que apareció en el periódico Público el 20 de noviembre del 2009, firmada por el reportero Rodolfo Madrigal Castro, profundizó las sospechas sobre quienes estuvieron detrás de ánimo enjundioso del rector general que se reveló contra el cacique de la UdeG, quien fuera durante décadas su amigo, protector y jefe, ante quien mostró una sumisión que rayaba en los terrenos de la abyección.

“‘Me lo dejaron solo, Gobernador’, fue un reproche discreto, pero sentido, que la madre de Carlos Briseño Torres hizo ayer al Gobernador del estado, Emilio González Márquez, alguna vez su evidente aliado político. El jefe del Ejecutivo se encontró con los deudos de Briseño en el velorio del fallecido rector depuesto de la Universidad de Guadalajara (UdeG), quien se quitó la vida el jueves, en su casa del fraccionamiento Valle Real”, decía la nota del periódico Público.

Fue un reproche discreto, pero doloroso, que aludía a quienes se presumió alentaron a Carlos Jorge para que desafiara el poder de “El Licenciado”, entre ellos el propio mandatario estatal panista, y el excoordinador de Innovación y Desarrollo del Gobierno de Jalisco, Herbert Taylor Arthur, quien ejercía tareas equiparables a las de un cogobernador.

Carlos Jorge dejó un mensaje póstumo a su familia inmediata: en él se disculpaba y les manifestaba su cariño y amor. No culpó a nadie de la decisión que tomó de quitarse la vida. El mensaje fue recogido por los investigadores periciales de la Procuraduría General del Estado de Jalisco (PGJEJ), en la casa de quien fuera rector de la UdeG. Estaba dirigido a la esposa, Carmen Lucía Cuenca Godínez, y a sus hijos Karla y Carlos; les confesaba que ya no aguantaba más la presión y les ofreció disculpas, refirieron autoridades que estaban a cargo de las investigaciones.

Raúl y Carlos Jorge, ramas del mismo árbol. Dilecto maestro y aventajado alumno; jefe generoso y subordinado servil; cacique ambicioso e incondicional peón de brega, siempre dispuesto a atender las órdenes del amo. Mientras duró la subordinación, Carlos Jorge fue fiel hasta la ignominia. Esa fue la relación que en un principio les unió. Esos valores fueron los que encumbraron a Briseño Torres. Las mismas motivaciones que guiaron su ambición para llegar a la cumbre, fueron las que le extraviaron el juicio para hundirlo en el abismo.

Carlos Jorge fue Rector general de la UdeG del domingo 1 de abril del 2007 al viernes 29 de agosto del 2008, fecha en que fue destituido por el Consejo General Universitario, por presuntas “faltas graves”, que nunca fueron fehacientemente documentadas.

Lo cierto es que su lucha nunca tuvo buen rumbo y mucho menos venturoso destino, desde el momento en que decidió abrir un frente de guerra contra su exjefe, quien estaba sólidamente atrincherado en una mayoría dúctil y probadamente fiel y domesticada del Consejo General Universitario, que jamás iba a respaldar la aventura de Carlos Jorge, quien pretendía condenar al ostracismo a “El Licenciado”, genérico con el que también se conocía al cacique udegeísta.

Carlos Jorge empezó a tomar distancia del cacique Padilla López desde el primer mes que asumió la rectoría, cuando advirtió que él no se sometería a ningún liderazgo y empezó a desplazar de posiciones importantes a los incondicionales de quien lo llevó al poder. Dejó de convocar al Consejo de Rectores y se distanció también del Consejo General de la UdeG. Pretendió convertirse, en los hechos concretos, en un poder omnímodo, como el que ejercía el jefe y padrino que lo encumbró, el exrector Padilla López.

Palomeó la designación de nuevos rectores de Centros Universitarios, de la dirección del Sistema de Educación Media Superior, y de los principales funcionarios de su administración.

Se cumplió fatalmente la regla que establece que cuando los políticos llegan al poder, el cerebro se les obnubila, pierden la sensatez, el buen juicio y la presumible inteligencia que pudo haberles distinguido en algún momento de sus trayectorias. Sin tener el control del Consejo General Universitario, que seguía totalmente atado a la voluntad del cacique Padilla López, empezó a empedrar el sendero de su desgracia.

El 30 de julio del 2008 Mural publicó un encabezado premonitorio: “Arrecia la disputa por control de UdeG”. Advertía el periódico que el rector general de la UdeG, Carlos Jorge Briseño Torres, había asegurado que no podría ser removido de su cargo pues luego de su primer año de gestión no había incurrido en ninguna “falta grave”.

Volvió a reiterar que el exrector Raúl Padilla López no sería el poder tras el trono y desafío a sus rivales: “El rector general de la UdeG se llama Carlos Briseño Torres, fue electo por el Consejo General Universitario (CGU) y es el Consejo General Universitario el que le dio la facultad de dirigir la universidad por seis años y sólo por causa grave puede destituirlo, y no he matado, no he robado y no he violado”.

En medio del conflicto, Carlos Jorge Briseño Torres contrató como Secretario Técnico de la Rectoría a Marco Levario Turcott (actualmente director de la revista Etcétera), quien articuló toda la estrategia mediática en defensa del acosado rector general, tratando de sumar a su causa a medios de comunicación y líderes de opinión, propósito que resultó infructuoso.

Por otra vía, Briseño Torres y su vicerrector Gabriel Torres Espinoza tendieron puentes con algunos veteranos expresidentes de la Federación de Estudiantes de Guadalajara para tratar de sumarlos a su causa, como fueron los casos del también exrector (1983-1989) y expresidente de la FEG (1967-1969) Enrique Javier Alfaro Anguiano —padre del actual Gobernador—, quien rechazó la invitación, y del también expresidente de la FEG (1975-1977), Félix Flores Gómez.

El martes 29 de julio del 2008, el consejero universitario, Samuel Romero Valle, dijo que el rompimiento de Briseño Torres con el Consejo General Universitario y con el Consejo de Rectores generó un conflicto que ameritaba, desde su punto de vista, la destitución del funcionario. Además, el rector Briseño Torres fue acusado por sus detractores de gestar una posible candidatura al Gobierno del estado usando como plataforma la rectoría.

El martes 26 de agosto del 2008 Briseño Torres inició un viaje sin retorno, al destituir a Raúl Padilla López de sus cargos como responsable del Centro Cultural Universitario y del Corporativo de Empresas Universitarias.

Para relevar al cacique en sus dos feudos privilegiados, Briseño Torres nombró al vicerrector ejecutivo, Gabriel Torres Espinoza, presidente del Comité Técnico del Centro Cultural Universitario y a Armando Macías Martínez —exsecretario de Rectoría con el propio Padilla López y en ese momento director de la preparatoria de San Juan de los Lagos—, presidente del Consejo de Administración del Corporativo de Empresas Universitarias.

Como presintiendo sus futuras desgracias, Briseño Torres declaró ese día que estaba preparado para defenderse en Tribunales en caso de que pretendieran destituirlo. El rector general ya había convocado al Consejo General de la UdeG para una sesión extraordinaria para el viernes 29 de agosto del 2008, en tanto que por otra vía, 145 de los 176 miembros del órgano de gobierno institucional, también habían citado para otra sesión el sábado 30 de agosto de ese 2008.

El sábado 30 de agosto del 2008 la Universidad de Guadalajara amaneció con dos rectores generales: en la sesión extraordinaria del día anterior la mayoría del Consejo General Universitario —controlado por Raúl Padilla y su grupo político— destituyeron a Briseño Torres y a su secretario general Torres Espinoza. Fue el consejero Roberto López quien propuso al presidente del Consejo General en funciones, el secretario general Alfredo Peña Ramos, someter a votación la destitución de ambos funcionarios.

“Durante la sesión del Consejo General Universitario de ayer, Carlos Briseño Torres amenazó con incluir cuatro informes de supuestas anomalías cometidas por el Grupo UdeG bajo la hegemonía del exrector Raúl Padilla López. Adelantó que haría una descripción detallada de las acciones del Grupo UdeG en los últimos 20 años, de los resultados de las auditorías externas realizadas por el despacho Salles Sáinz-Grant Thornton desde hace 10 años y un informe pormenorizado de las irregularidades en el Programa de Trasplantes en el Hospital Civil”, reseñó el sábado 30 de agosto del 2008 el periódico Mural.

Agregó el periódico: “Además, (el todavía rector general) indicó que revelaría el supuesto robo por 800 millones de dólares al (Hospital) Civil, ya que un miembro del consejo habría rechazado recibir a favor de éste una herencia que se le dejó. Sin embargo, al no aprobarse el orden del día, Briseño Torres clausuró la sesión y abandonó el edificio sin dar más información”.

Briseño Torres dejó el campo libre a sus impugnadores, al rechazar la orden de día que le impedía presentar su informe y abandonar la sesión del Consejo General, que lo defenestró con 134 votos a favor de consejeros leales al grupo de Padilla López. De inmediato, ese Consejo General nombró al nuevo rector general Marco Antonio Cortés Guardado.

Briseño Torres, acompañado por el abogado general de la UdeG, Jorge García Domínguez, y su abogado particular, Víctor Manuel Peña Briseño, aseguró esa misma tarde que iniciaría procedimientos penales en contra de los consejeros que votaron por su destitución, pues incumplieron una suspensión provisional de un Juez federal.

Ese viernes 29 de agosto del 2008 por la tarde, el destituido vicerrector Gabriel Torres Espinoza, se encerró en sus oficinas, resguardado por estudiantes encabezados por el vicepresidente de la Federación de Estudiantes Universitarios, César Íñiguez. Torres Espinoza despotricó en contra de Raúl Padilla López, a quien responsabilizó de ser el artífice del golpe mediático para destituir al Rector Carlos Briseño y a él mismo y se refirió al cacique de la UdeG como “el porro mayor”.

“Yo no voy a ceder a una actitud porril, gangsteril de un grupo de gente que se dicen universitarios y que responden al gángster mayor de la Universidad, que se llama Raúl Padilla López, que instrumentó desde su casa y sin dar la cara una toma de la Universidad al más viejo estilo en el que él fue formado como porro de la Universidad”, decía la nota publicada en Mural por el reportero José Alonso Torres.

Actualmente Gabriel Torres Espinoza es director del sistema de radio y televisión de la UdeG, se dice compadre de Raúl Padilla, presume que es padrino de su hija y afirma que además de su amigo lo considera parte de su familia extendida.

Muy lejanos y distantes se escuchaban los ecos de la entrevista que le hizo el periodista Rubén Martín al entonces rector general Carlos Jorge Briseño Torres, que apareció en el periódico Público de Guadalajara el lunes Lunes 16 de julio del 2007:

“Nada más afortunado en mi vida, haber encontrado el liderazgo de Raúl Padilla y que Raúl Padilla me haya incorporado en su esquema y en su esfera […] el rector general ahora se encuentra en una circunstancia en la que tiene otra perspectiva de las cosas, más amplia y tanto Raúl como tu servidor somos los suficientemente maduros e inteligentes, él mucho más que yo, para adecuar nuestra relación de respeto, de apoyo, de amistad y de lealtades políticas a las nuevas circunstancias, en las que yo soy rector y él es el líder político”.

Carlos Jorge fue más a fondo, para que no quedara ninguna duda sobre sus lealtades: “Raúl Padilla es un actor importantísimo. Para mí, la opinión de Raúl Padilla es sumamente importante, y eso no quiere decir que él tome las decisiones por mí, yo tomo las decisiones que le competen al rector general”. Pese a todo, precisó que cuando hubiese diferencias de criterios entre ambos, las procesarían inteligentemente: “Es un diálogo tan maduro, tan responsable, tan de altura entre Raúl y yo que no creo que haya asunto que vaya, en estos seis años, a causar una fractura…”.

Por supuesto, afirmó Carlos Jorge que jamás había pensado en sustituir a Raúl en su posición de jefe político y cacique de la UdeG: “Yo no aspiro al liderazgo político del grupo llamado Universidad […] no aspiro, no pretendo, no busco ser el líder de un equipo político que está en buenas manos, en las manos de Raúl Padilla”.

Durante más de un año, ninguno de los recursos legales que Briseño Torres promovió por las vías administrativa y laboral para buscar su reinstalación como Rector General prosperaron. Antes de morir pidió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación  (SCJN) que atrajera el caso de su destitución.

La historia del grupo político que controla la Universidad de Guadalajara está marcada por la tragedia y los suicidios de dos exrectores que formaron parte de las vértebras esenciales de la columna que ha sostenido este poder fáctico, que durante 34 años ha tenido secuestrada a esa institución educativa que se financia con recursos de los contribuyentes.

SinEmbargo

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