CDMX.- Lagos de Moreno es un pueblo mágico de los Altos de Jalisco cuya belleza colonial contrasta con la barbarie que ahí se instaló desde la guerra de Felipe Calderón, con asesinatos, extorsiones, secuestros y desapariciones, como la de seis jóvenes, hace exactamente diez años, en un caso muy parecido al de los cinco muchachos que ahora conmociona al país.
Hace una década, el 7 de julio de 2013, un comando secuestró a las seis personas, cuyos cadáveres fueron encontrados semanas después en una finca, a las afueras de la cabecera municipal, que era utilizada como centro de exterminio del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que desde entonces se disputa con otros grupos criminales esta región estratégica que colinda con Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas y San Luis Potosí.
Ubicado a 37 kilómetros de León, que une una autopista de cuota y una carretera federal, Lagos de Moreno es el municipio con más desaparecidos después del área metropolitana de Guadalajara, donde en mayo fueron secuestrados y asesinados ocho jóvenes, en el estado que también ocupa el primer lugar nacional en personas ausentes y en fosas clandestinas.
Según cifras oficiales, en Jalisco desaparecen a diario 15 personas en promedio y son asesinadas seis, cuatro sin identificar. Y de 2018, cuando comenzó el Gobierno de Enrique Alfaro, han desaparecido 22 mil 633 personas, de las que ocho mil 300 no han sido localizadas y 2 mil 211 sin vida. Las otras 12 mil 914 se encontraron vivas.
El drama de los desaparecidos en esa región es cotidiano: Hace apenas tres semanas, las hermanas Adriana, Rosa Olivia y Marisela Saucedo Zermeño, así como Beatriz Hernández Martínez, desaparecieron en el vecino municipio de Encarnación de Díaz, conocido como “La Chona”, sin que hasta ahora se tenga noticia de su paradero.
En Teocaltiche, que también es vecino de Lagos de Moreno y “La Chona”, la violencia es también cotidiana, con desapariciones, asesinatos y enfrentamientos entre grupos criminales y de éstos con autoridades de los tres niveles de Gobierno.
Pero ningún municipio de la región Altos Norte de Jalisco ha padecido tanta inseguridad y violencia como Lagos, que lleva el apellido del insurgente independentista Pedro Moreno y donde nació Emilio González Márquez, el Gobernador que inició su periodo casi a la par del también panista Calderón, en 2006.
Fue a partir de ese año, con el Alcalde Francisco Torres Marmolejo —panista como Calderón y González Márquez—, que Lagos empezó a descomponerse: En 2009, al final del trienio, el entonces Procurador de Justicia de Jalisco, Tomas Coronado Olmos, anunció la detención de Juan Vargas Rivera, subdirector de la policía municipal, acusado de dinero para al Cártel del Golfo.
En mayo de 2010, el entonces director de la Policía de Lagos, Juan Manuel Márquez Plascencia, acusó que el panista Torres Marmolejo “negoció” la entrada de Los Zetas a esa plaza, e inclusive les ayudó a intervenir las frecuencias policiacas a cambio del pago de un millón de pesos cada mes.
El periodista Alberto Osorio publicó en el semanario Proceso, en agosto de 2013, que en septiembre de 2011, el subdirector de la Policía de Lagos, César Durán Ávila, fue ejecutado por un comando armado cuando conducía una camioneta pick up en la carretera Zapotlanejo-Guadalajara, en las inmediaciones de la zona metropolitana.
Tras dejar la presidencia municipal de Lagos, Torres Marmolejo fue Diputado local por el PAN y siempre se deslindó de sus presuntos nexos con la organización criminal.
Pero con el Alcalde priista René Ruiz Esparza Hermosillo las cosas no se compusieron en Lagos, cuando desaparecieron Ángel de Jesús Rodríguez Hernández, de 19 años; Daniel Armando Espinoza Hernández, de 22; Eduardo Isaías Ramírez Hernández, de 21; José Gerardo Aguilar Martínez, de 18; Marco Antonio Ramírez Cárdenas, de 19, y Christian Fabián Ávila Cardona, de 18.
Las autoridades municipales actuaron con tal desdén a las víctimas y a sus familiares que después de que se descubrió el lugar donde fueron asesinados los seis jóvenes, donde torturaban, asesinaban y disolvían los cuerpos con ácido, tuvieron que ofrecer una disculpa pública.
La violencia en lagos era de tal magnitud que en mayo de 2013 la Diputada panista Norma Cordero Prado, representante del distrito II, pidió al Presidente Enrique Peña Nieto reforzar en forma urgente la presencia del Ejército y de autoridades federales y estatales ante el incremento de la inseguridad en la región Altos Norte, conformada por los municipios de Lagos de Moreno, Encarnación de Díaz, San Juan de Los Lagos, Teocaltiche, Villa Hidalgo y Unión de San Antonio.
“Las familias que antes vivían tranquilas aquí, ahora se refugian temprano por la incertidumbre o el miedo a ser víctimas de la violencia”, expuso la legisladora en la tribuna del Congreso local.
Antes, en marzo de 2012, cuando Calderón aún estaba en la Presidencia de la República, autoridades, profesores y estudiantes del Centro Universitario de los Lagos (CULAGOS) de la Universidad de Guadalajara se movilizaron una vez más para exigir el inmediato y total esclarecimiento del asesinato de Magaly Susana Jiménez Moreno, de 21 años.
En un pronunciamiento leído por Roberto Castelán Rueda, académico y exrector del CULAGOS, ante cerca de 2 mil manifestantes, exigió también el esclarecimiento de todas las desapariciones forzadas de personas en la región
“Por nuestros niños y jóvenes no vamos a permitir continuar paralizados por el miedo, vencidos por la desesperanza provocada por la impotencia. El monstruo de la violencia sostenido por la cobardía de quienes le rinden culto puede ser vencido. Una sociedad que trabaja y lucha por su felicidad no puede ser derrotada, sometida por cobardes armados. Una sociedad vigorosa como la de Lagos de Moreno no puede ser puesta contra la pared por la brutalidad, la irracionalidad y la fuerza”, dijo Castelán.
A la vuelta de los años, después de tres lustros de violencia en la que fue una región y un municipio pacífico, Castelán Rueda reitera que la situación nació por los errores y excesos cometidos por administraciones del municipio, del estado y del país.
—¿Cuándo comenzó la violencia en Lagos?
—Con Calderón —responde Castelán Rueda—.
Hubo un Presidente Municipal, Francisco Torres Marmolejo, que hizo acuerdos. Si no empezó ahí, ahí se agudizó.
Ahora gobierna Lagos Tecutli Gómez Villalobos, del partido Movimiento Ciudadano, igual que el Gobernador Enrique Alfaro, y el país Andrés Manuel López Obrador, de Morena, pero las cosas no cambian.
La policía municipal, asegura, sigue infiltrada por la delincuencia y la Policía Estatal está asociada a extorsiones y la Guardia Nacional tiene cuarteles en Lagos y San Juan de los Lagos, paro nada cambia, asegura el académico de la Universidad de Guadalajara.
—¿Por qué no se detiene la violencia?
—Porque hay acuerdos muy bien establecidos y una enorme negligencia del Gobierno estatal. El Gobierno municipal no puede hacer nada. Alfaro nombra a los encargados de la policía de todos los municipios. Entonces desde ahí hay muchos acuerdos y, obviamente, hay un pleito por la plaza. La violencia no se detiene porque no se decide detenerla, la desdeña, parece que no pasa nada…Sigue la violencia, porque no hay voluntad política. No me la explico sin acuerdos a alto nivel.
—¿Y la responsabilidad del Gobierno federal?
—No entiendo. El Gobierno federal tiene una base de la Guardia Nacional y tiene otra rumbo a San Juan de los Lagos. Y a dos kilómetros quemaron un trailer. Quizá esperan que el Gobierno del estado les llame. Sólo hacen rondines. No hay nada que hacer. A los cinco jóvenes los levantaron cerca del centro de Lagos. No sé hasta qué punto hay complicidades. El Gobierno del estado es el que le dice al Gobierno federal dónde entrar. Aquí la participación de la Guardia Nacional no ha sido definitiva. El control lo tiene la policía municipal, que está infiltrada, y la Estatal, que son extorsionadores.
A merced de la delincuencia desde hace tanto años, Lagos acaba de celebrar su feria anual, que finalizó el domingo 13, dos días después de que fueron desaparecidos los cinco jóvenes que oficialmente siguen vivos.
Y hay una coincidencia macabra: Los muchachos vivían en el barrio de San Miguel, donde nació también el exalcalde panista Francisco Torres Marmolejo, que gobernaba cuando inició el infierno en Lagos…
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