Inundaciones de Chalco: un pantano de omisiones

septiembre 7, 2024
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Ciudad de México.– La Colonia Culturas de México en Chalco, en el Estado de México, recientemente desecado gracias a los heroicos esfuerzos de los equipos Tláloc de la Secretaría del Agua, es un buen lugar desde donde reflexionar sobre los retos del cambio climático. ¿Qué tenemos que hacer para pasar de una política de obras parche y cuadrillas de emergencia a una política hídrica proactiva?

A diferencia de gran parte del país, los habitantes de Chalco cuentan con un plan de gestión de cuenca consensuado entre comunidades y gobierno. En 2010, después de dos inmensas inundaciones que llenaron sus casas con 1.6 metros de aguas negras y dejaron la Ciudad de México y Puebla incomunicados durante meses, los habitantes de Chalco y Valle de Chalco tuvieron un papel destacado en la elaboración del Plan Hídrico de la gran subcuenca que recoge las aguas del Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.

Trece comités de microcuenca y cinco grupos temáticos, compuestos de ejidatarios, maestros, investigadores, usuarios industriales y servidores públicos, recorrieron toda la región a pie, a caballo, en camioneta y en trajinera, para consensuar las obras y acciones requeridas para poner fin a las inundaciones y garantizar agua de calidad para todas y todos.

Mapearon las olvidadas represas prehispánicas, coloniales y cardenistas en cuenca alta a rescatar y replicar para retener las fuertes lluvias en la zona forestal. Mapearon las zonas de infiltración al pie de monte en donde se podría recargar los acuíferos con picos de lluvia. Estimaron el costo de realizar una reingeniería de las docenas de plantas de tratamiento abandonadas, con el fin de bajar el consumo energético y el costo del saneamiento. Identificaron las concesiones irregulares a corregir para reducir la sobreexplotación de los acuíferos.

Sobre todo, identificaron la necesidad de habilitar el Lago Tláhuac-Xico, el cual estaba extendiéndose sobre la zona debido a un hundimiento regional de 35 cm anuales, causado por la sobreexplotación de su acuífero. Desde los 80, el lago ancestral empezó a imponerse nuevamente, cuando la región se quedó por debajo del canal de desagüe construido por Iñigo Noriega en 1895 para desecar y apropiarse del vaso. El proyecto Lago Tláhuac-Xico incluiría una planta de tratamiento metropolitano, para poder sanear, naturalizar y potabilizar las aguas pluviales y residuales de la zona, lo cual permitiría clausurar la mitad de los pozos en la zona.

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El Plan Hídrico fue aprobado por los representantes de los tres órdenes de gobierno y de las comunidades y la ciudadanía, en el seno de la Comisión de Cuenca Ríos Amecameca y la Compañía, presidida por el Dr. Oscar Monroy Hermosillo en 2011. Su aprobación fue celebrada por una inmensa Caravana por el Agua, que se originó en el Zócalo, pasó por las avenidas de Iztapalapa con la participación de la entonces Delegada Clara Brugada y culminó en Xochimilco y Tláhuac. El lema del Plan y de la Caravana fue “El agua de la Cuenca para la Cuenca.”

Durante más de una década, el Plan Hídrico quedó vivo en el corazón de los habitantes, pero como letra muerta para las autoridades. Durante este periodo se gastaron casi 5 mil millones en obras contrarias al Plan, incluyendo el Túnel Canal General, con contrapendiente y sin salida, y un elevado “ducto de estiaje” para seguir exportando aguas residuales vía bombeo a Hidalgo. Estas obras hidráulicas fueron cínicamente complementadas por la construcción de carriles elevados de la México-Puebla, con el fin de mantener el tránsito aun cuando las colonias de ambos lados vuelvan a inundarse.

Afortunadamente, en 2020 la entonces Jefa de Gobierno Dra. Claudia Sheinbaum revivió el proyecto Lago Tláhuac-Xico. Logró la construcción del primer humedal del proyecto, así como la elaboración de su estudio de factibilidad y de su proyecto ejecutivo, y gestionó el financiamiento de obras complementarias para prevenir inundaciones en la zona a plazo inmediato.

Por su parte, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) trabajó con las comunidades para lograr que 3545 hectáreas de la zona fueran decretadas el 8 enero 2024 como Área de Protección de Recursos Naturales, con la restauración del Lago en su seno.

Desafortunadamente, el proyecto Lago Tláhuac-Xico ha quedado bloqueado por un conjunto de intereses. En primer lugar, la “vieja guardia” hidráulica, tubera y trasvasera, ha cerrado filas en contra del proyecto, el cual se ha convertido en obra emblemática del cambio de paradigma requerido para dar sustentabilidad hídrica a las zonas metropolitanas del país. Las autoridades correspondientes han rehusado registrar el proyecto ante Hacienda, presentar su MIA ante la Semarnat o negociar una compensación para los ejidatarios cuyas tierras fueron convertidas nuevamente en vaso de aguas nacionales. Financiaron un amparo en contra del humedal.

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Por su parte, el Sindicato Libertad empezó a rellenar el lago con escombros, y un entonces funcionario del PRD abrió una oficina en el palacio municipal de Valle de Chalco para la venta de lotes en el inhóspito fraccionamiento “Bosques de Xico”. Desde febrero de 2022 la Guardia Nacional puso fin al relleno del lago, pero el fraccionamiento sigue creciendo bajo el control de hombres armados en motocicletas.

El fraccionador se hizo “socio” a la comisariada ejidal invadida, de modo que ella empezó a repartir recursos obtenidos por la venta ilegal de lotes. Estas entradas fáciles incentivaron a las demás autoridades ejidales a presionar por la jurídicamente imposible parcelización de sus tierras. El principal de ellos no permitió la ejecución de las obras complementarias para la prevención de inundaciones.

En positivo, la CONANP está contrarrestando estas dinámicas con apoyos y capacitaciones para proyectos productivos compatibles con la restauración del Lago y su entorno. Así están logrando consolidar un amplio consenso a favor de este proyecto hídrico y ambiental en una zona de extremo estrés hídrico, con la expectativa de activar la economía local y desplazar a los invasores.

También en positivo, se está abriendo la posibilidad de contar con recursos federales para prevenir futuras inundaciones. En este contexto, se abre la disyuntiva: Se podrá dedicar los recursos a un nuevo gran colector, que enviará los picos de lluvia al Túnel la Compañía, para ser succionadas de ahí por la planta de bombeo La Caldera, y bombeadas en contrapendiente hasta el Emisor Oriente para ser descargadas en Tula… sabiendo que esta obra sufrirá de un contrapendiente dentro de 15 años. O se podrá invertir en canalizar los picos hacia lagunas y humedales de regulación en zonas fangosas vecinas, actualmente invadidas por fraccionadores armados, a ser complementados por represas en las faldas del Iztaccíhuatl, y revivir el proyecto del Lago Tláhuac-Xico, el cual ya cuenta con 400 mdp del Fideicomiso 1928, actualmente congelados.

Esta experiencia contiene muchas lecciones relevantes a las crisis hídricas que enfrentamos en todo el país. Nos quedamos indefensos a menos que contemos con planes integrales de cuenca, consensadas y vinculantes, con estrategias a corto, mediano y largo plazo. La propuesta de rodear proyectos hídricos estratégicos con áreas de protección con participación ciudadana representa una estrategia sólida para garantizar la sustentabilidad hídrica. Más que todo, necesitamos construir una fuerza social capaz de lograr que las autoridades prioricen el bien común, para que la política hídrica no sea secuestrada por los intereses.

SinEmbargo

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