CDMX.- Para muchas familias de personas migrantes su camino hacia los Estados Unidos en busca del llamado “Sueño Americano” se ha detenido en México. La falta de recursos, la dificultad de cruzar el país y la negación de visas los han dejado varados. Pero sobre todo, han sido las políticas restrictivas de Estados Unidos y el discurso de odio del Presidente Donald Trump lo que ha llevado a varios a reconsiderar su destino.
Sobre la avenida Poniente 112, cerca de la Terminal de Autobuses del Norte en la Ciudad de México, se encuentra un campamento de migrantes. Ahí, entre láminas y madera vieja, han construido un refugio temporal entre 50 y 70 familias en movilidad. Vienen de distintos países de América Latina: Venezuela, Colombia, Honduras, Nicaragua, Perú, El Salvador, Guatemala y Panamá. Su sueño: llegar a Estados Unidos.
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Mariby Ruiz, madre de familia venezolana de 42 años, llegó hace ocho meses con su esposo, sus tres hijas, su yerno y su nieto. Narró cómo el sueño de llegar al norte se desmoronó cuando desde el primer día del Presidente de Estados Unidos, cuando cerró las citas para visas y asilo.
“El 16 de enero nos llegó la cita a las 10:32 de la mañana. Con mucho esfuerzo reuní el dinero para los boletos de cuatro personas: mis dos hijas pequeñas, mi esposo y yo. Pagamos 6 mil pesos y compramos los pasajes el 18 de enero a las 20:20 horas. Sin embargo, el 20 de enero, cuando el Presidente de Estados Unidos anunció la cancelación de las citas, a las 15:17 horas recibí un correo notificando que nuestra cita había sido anulada”, relató.
La madre migrante ahora espera que las citas sólo sean una pausa y poder regresar a Estados Unidos. “Estamos aquí en Ciudad de México aunque no es mi meta, pero nos tocó estar acá mientras hay una solución para subir hasta nuestro destino, pero si no se puede pues estamos acá, agradecidos con esa gente que nos ayuda mucho en el campamento de verdad”, dijo con resignación.
Jason, un joven colombiano de 23 años, también busca un futuro mejor en Estados Unidos, pero se encuentra varado en México tras un largo viaje desde Colombia, pasando por Panamá y recorriendo miles de kilómetros en camión.
“Como todo mundo, el plan en Norteamérica, en Estados Unidos, pues todavía es el sueño. O sea, creo que uno se queda aquí para ver si puede pasar a Estados Unidos. Por ahora, por el momento, no. Uno sale de casa con un punto de llegada. Yo no pensé estar aquí tanto tiempo en México. Yo quería, ya hace tiempo, estar allá en Estados Unidos, pero saqué una cita y que mejor esperar la cita… y nunca me salió. Y ahorita la quitaron, y lastimosamente nunca va a salir”, narró el joven colombiano.
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No todos los migrantes han tenido la misma suerte en su travesía. Algunos de ellos han perdido la salud en su trayecto. Carlos Roberto Arellano, un hondureño que huyó de las pandillas y la violencia en su país, sufrió un accidente cuando, al recorrer el estado de Veracruz, cayó del tren en el que viajaba, lo que lo dejó con lesiones en la columna. Ahora se enfrenta a la dificultad de trabajar en México debido a sus heridas, además de no contar con atención médica.
“En mi caso, tuve una caída del tren en Coatzacoalcos y me ha sido difícil poder trabajar por las lesiones que tengo en la columna. No tengo ayuda médica ni quién me ayude. Camino con dificultad y ya no puedo ir a mi país ni puedo regresar. Yo tengo que ver cómo arreglo los documentos aquí en México, quedarme acá y buscar quién me ayude en el tema de la salud para poder trabajar”, dijo el hombre.
Jason también contó lo difícil que ha sido su travesía y el miedo que tiene a ser capturado por bandas del crimen organizado:
“Para subir por México ha sido muy duro. Si no es por dinero, es por la gente mala en el camino, gente que nos roba. A mí precisamente me robaron, entonces uno queda muy mal, desearía devolverse, pero si se vuelve está peor. Ha llegado gente acá diciéndonos que nos dan trabajo, que nos ayudan a sacar papeles mexicanos, pero como estamos en México, a uno le dicen una cosa y puede ser que ya no vuelva, o lo secuestren, o, en el peor de los casos, lo maten. Uno pierde la vida por simplemente creer que le iban a ayudar con los papeles y que le iban a dar un trabajo”, agregó.
El paso por México no es sencillo.
Las personas migrantes están expuestas a constantes peligros. El crimen organizado es una de sus mayores amenazas, pero también deben cuidarse de ciertas autoridades, pues denunciaron agresiones por parte de agentes de la Guardia Nacional y del Instituto Nacional de Migración. Sin embargo, en la Ciudad de México, aseguran que la policía local los ha tratado con respeto.
“El trato de las autoridades (federales) no es muy bueno. Porque a mí, en el tren, migración me sacó una pistola y me la puso así: ‘Si te mueves de aquí, te quiebro’. Tal vez dicen unos que no lo tenían que hacer, pero uno se intimida. En Coatzacoalcos me hicieron eso, y sí, las autoridades… pues también, cuando saben que uno es inmigrante, se enfadan un poquito con uno”, contó el señor Carlos.
Jason tampoco tuvo buena suerte con elementos federales, particularmente de la Guardia Nacional:
“Subiendo hasta acá, a la Ciudad de México, de pueblo en pueblo, lastimosamente la Guardia Nacional nos ha robado. Lo hacen diciendo que son migración y que si no les pagamos no nos dejan pasar. Y uno viene con un sueño, viene con metas, con el esmero de llegar a Estados Unidos. Entonces, si no trajera nada, bueno, pero era mentira, porque, aunque les pagara, más adelante llegaban en la camioneta y nos devolvían. Pero aquí, en la Ciudad de México, me he sentido seguro con la policía, porque nos cuidan de la gente mala o de quienes quieren incendiar el campamento”, agregó.
No obstante, los migrantes coinciden en que el trato de las autoridades locales, particularmente de la policía capitalina ha sido respetuoso. “En todo momento hay un policía por ahí. No se ha metido conmigo porque el día que se meta conmigo lo pongo en su lugar. Yo no vine aquí ni a maltratar a los mexicanos ni a que ellos me maltraten a mí”, detalló Mariby.
La Presidenta de México Claudia Sheinbaum informó esta semana el Gobierno de México «brindará el apoyo necesario a mexicanos y extranjeros en la frontera, así como en los centros de atención». Por otro lado, con respecto a migrantes deportados, indicó que hasta el momento han llegado a México cinco mil 282 personas deportadas y que, tanto migrantes nacionales y extranjeros se les hace una entrevista para conocer si hubo alguna violación de derechos humanos
La mandataria nacional destacó que hasta ahora se tienen dos casos de violación a derechos humanos de los migrantes sin papeles que han sido deportados. Explicó que se trata de una persona mexicana y de una mujer guatemalteca, quienes dijeron haber sido maltratadas. «¿Qué se hace en ese momento? Se interpondrá una queja por parte de Relaciones Exteriores a la organización CBP [Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, por sus siglas en inglés] y una denuncia en Estados Unidos para que se revise el caso», declaró.
Entre la solidaridad y el rechazo
Las personas en movilidad reconocen que en México han encontrado solidaridad. Muchos ciudadanos les brindan apoyo con comida, ropa y juguetes para sus hijos.
“Los vecinos nos han tratado bien. No hemos sentido racismo, al contrario, nos han regalado cosas. Acá vienen y nos dan agua, comida, ropa. A veces hasta nos cuidan, porque hay un policía por aquí”, dijo Jason.
Y Mariby confirmó: “Nos han ayudado mucho. Bueno, llegamos acá gracias a Dios y aquí hay mucha gente buena. Ahorita nos acaban de dar agua, galletas, arroz… nos ayuda
Una de las familias que apoya a los migrantes es la familia Torres. Cada semana llevan víveres, ropa y juguetes para los niños en diferentes puntos donde se concentran personas migrantes.
“Creo que es parte de ser humanitario con los demás. A veces uno no valora lo que tiene, pero cuando ves las necesidades de los demás y te piden simplemente agua, eso te mueve y dices: ‘Si puedo apoyar, aunque sea con un granito de arena, lo voy a hacer’”, dijo la madre de la familia, mientras que otra integrante de la familia agregó: “Nos gusta hacerlo de corazón, porque nos nace como familia”.
Aunque muchos migrantes han encontrado solidaridad en México, otros enfrentan la indiferencia y el rechazo de algunos residentes. Y es que no todos los vecinos están contentos con la presencia de los migrantes.
María Lourdes Vázquez Pérez, una adulta mayor que vive frente al campamento, expresó su incomodidad con la presencia de los migrantes, mencionando que la basura y el desorden son constantes en el área, lo que genera conflictos entre ellos y la comunidad local.
“En primera, nos los trajeron a fuerza porque nosotros nunca pensamos tener esto. No creo que se vayan, les traen comida, desayuno y cena, les traen bolsas de ropa, escogen la que quieren, y si usted se da cuenta, ahí hay ropa tirada, que nomás se escoge la que quieren y la dejan tirada. Hay mucha basura de donde quiera, y basura es una cosa de infección. […] esas personas son sucias, sucias con ganas. En las noches no dejan dormir, ha habido pleitos, un día se agarraron con machetes, un día que vino un señor y se guardó un puñado así, sin mentirles, un puñal así se lo guardó, y luego se andan peleando con machetes y palos, con todo eso. Entonces, son cosas que pues no… yo aquí tengo 50 años viviendo aquí, nunca…”,dijo la vecina.
Silveiro Hernández Barrón, es otro vecino molesto, quien se queja y adjudicó la violencia y el robo que, según él, los migrantes han causado en la comunidad
“Verdad, yo pensaba que pues era gente que en verdad necesitaba irse a otro lado para estar mejor, pero todas estas personas que han llegado aquí, pues son puro malviviente […] diario que se pelean, diario tienen música, día y noche. Ahorita están calmados, pero diario tienen música, cada día, y de noche no dejan ni dormir. Y luego unos gritos, y bueno, son demasiado conflictivos. Yo los conozco, pues ya tiene mucho tiempo que los conozco a varios de ellos, y a mí mismo me han querido agredir, yo que los ayudo. Entonces, la verdad, yo no recomiendo a esta gente que dicen que les van a dar asilo aquí, pues se los lleva en otro lado, porque aquí ya toda la gente está juntando firmas para que los muevan de aquí”, dijo el hombre.
En un país de tránsito, como México, los migrantes buscan una oportunidad para salir adelante. Mientras tanto, su hogar es aquí, en una pequeña isla de casas hechizas. A pesar de la incertidumbre, los migrantes insisten en que no deben ser criminalizados.
“No somos delincuentes, hablo por mí y mi familia, no somos delincuentes ni criminales ni nada, pero salimos de por la política [] porque seamos migrantes no deberían juzgar por unos a todos”, expresó Mariby.
Mientras que el señor Carlos Roberto concluye: “Yo quisiera decirle al pueblo mexicano que no sea tan indiferente con nosotros, los inmigrantes, que por lo menos en las calles, que traten de vernos como personas y que no haya, de que no nos denigren un poco por eso”.
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