Ciudad de México.- El país cuenta con un registro aproximado de 112 mil 197 personas desaparecidas desde 1964 y ante un proceso que parece incontenible para el sistema, son las madres quienes han puesto el cuerpo para emprender jornadas de búsqueda y realizar las acciones que el Estado no emprende, exponiendo su propia vida, por eso se ha creado el primer protocolo de autodefensa y autocuidado dedicado a ellas.
Dentro de este protocolo de atención, alerta a las mujeres buscadoras a identificar situaciones de peligro y dónde, se tiene registro y el Estado o el crimen organizado puede realizar acciones en su contra. Como por ejemplo, el señalar públicamente a los perpetradores o hacer visible la corrupción de las autoridades estatales.
En 2022, 5 mujeres buscadoras fueron asesinadas; Rosario Lilian Rodríguez, madre de Fernando; María del Carmen Vázquez, madre de Osmar Zúñiga; Blanca Esmeralda Gallardo, madre de Fabiola y Gladys Ramos, esposa de Bryan Omar.
La violencia e inacción de las autoridades, como en el caso de Virginia de la Cruz, empuja a la acción civil. Bajo esto, se ha creado el primer protocolo de autodefensa y autocuidado que garantiza la búsqueda segura, a través del órgano civil, Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia A.C (IMDHD) mujeres y madres buscadoras dan sus recomendaciones, compartiendo experiencias y mecanismos para resistir.
El autocuidado de las madres buscadoras: Una discusión pendiente
Las madres buscadoras, desde el momento de la desaparición de sus seres queridos, inician un trabajo exhaustivo que conlleva extensas jornadas; el sacrificio hasta encontrarles.
Sin embargo, el documento pone en la mira un tema del que poco se ha abordado: el autocuidado. A pesar de que el Estado tenga en su responsabilidad el deber de garantizar la seguridad, estabilidad emocional y la protección de las buscadoras, la realidad es que esto no sucede con incidencia, por ello, hablar de autocuidado resulta reivindicativo; las madres y esposas buscadoras han sido ligadas siempre a vivir a través de otros, del sacrificio y de la lucha incansable.
En uno de sus apartados, se aborda la importancia de reconocerse, de hablar de lo que duele y también, del poder que posee el poder repartir la carga del dolor con otras mujeres.
Entre las recomendaciones se encuentra:
Nunca es demasiado tarde para empezar a cuidarte, para pensar en ti y en tus necesidades.
Ninguno de los síntomas que experimentas son extraños o anormales; el insomnio, la ansiedad, la hipervigilancia, todas estas son respuestas normales para un hecho anormal que no debió de haber ocurrido nunca. Esto significa que no debes sentir culpa por las maneras que has desarrollado para sobrevivir a algo tan terrible. Que los síntomas sean normales bajo estas circunstancias no significa que debas ignorarlos o mantenerlos cuando te están causando daño.
Existen doctores, psicólogos, sacerdotes, etc., que no están capacitados para entender y atender a personas que están viviendo la desaparición de un familiar. Hemos conocido muchos casos en los que estos profesionales causan graves daños en las personas, aumentando la culpa o fallando en brindar atención integral, porque no fueron entrenados para comprender lo que la desaparición de una persona implica en un contexto como el nuestro. Por ello, trata de pedir referencias y buscar profesionales empáticos y capacitados.
Conocer y respetar límites: Los límites también son emocionales, los utilizamos para cuidar nuestra cabeza, nuestra energía y nuestro corazón, por ejemplo, reconocer que a veces priorizaré descansar o pasar tiempo con mi familia en lugar de asistir a una diligencia del colectivo. También los límites implican comunicar a las otras personas nuestras necesidades de forma asertiva, por ejemplo, pedir a mis familiares que se responsabilicen con tareas de cuidado del hogar.
La prevención: Una lucha contra el sistema
Cuando se habla de prevención para las madres buscadoras, el escenario se vuelve doloroso. El documento que, echa mano de la experiencia de mujeres buscadoras, incluye ejercicios de reflexión para proteger a otras, por ejemplo, recomendaciones para no viajar sola, planear salidas con mucho cuidado, no encontrarse siempre en el mismo sitio con otras compañeras, tener bien iluminada la casa, colocar cámaras y evitar salir a la misma hora cuando se va a realizar trabajos de búsqueda.
La lectura, expone en sí, la cantidad de trabajo de autodefensa que deben realizar las mujeres buscadoras para resistir los embates del crimen organizado y de las autoridades que trabajan en colusión
«Una habilidad muy importante en seguridad es la capacidad para detectar las amenazas tanto las que tengo como las de mis compañeras. En este sentido, se trata de poner en práctica mi percepción y mi capacidad de análisis, esto es más fácil cuando lo hacemos en grupo. Cuando asumimos el compromiso con la seguridad, además de volvernos observadoras, también es necesario tomar decisiones en los momentos oportunos», recoge el documento.
Una guía para el actuar rápido
A través de 11 casos, «Estrategias para una búsqueda segura», ofrece respuestas para saber cómo actuar ante situaciones de emergencia; qué se debe hacer primero, con qué instancias acudir y cómo cuidarse de la violencia.
Se atraviesan casos como qué hacer ante un desplazamiento forzado a causa de las amenazas, cómo aprender a soltar la búsqueda activa cuando el cuerpo de las mujeres –como por ejemplo, en la vejez– ya no permite seguir haciendo todas las diligencias, qué hacer cuando una compañera buscadora es víctima de desaparición y cómo sobrellevar una búsqueda en contextos violentos con el crimen organizado.
Esta extensa recopilación de escenarios abre la oportunidad para sostener a otras mujeres; según comparten sus autoras, es un intento de dar luz en el camino a las buscadoras que viven el duelo y la injusticia en soledad. Es un proceso para devolverles su poder y hacerles saber que no están solas.
Una apuesta que enriquece la conversación, no sólo sobre lo importante de estos protocolos de autodefensa, sino como una demostración de que las autoridades cuentan con una lista larga de cuentas pendientes por la seguridad de sus buscadoras. La existencia de este protocolo civil es la evidencia explícita de los vacíos estructurales; la colectividad de las mujeres sigue sosteniendo la injusticia y esta no es una postura de romantización, sino de denuncia.
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