En un país donde las fracturas políticas se profundizan cada día, Ricardo Salinas Pliego y el consultor político conocido como Tumbaburros han comenzado a perfilar un proyecto que busca convertirse en un contrapeso ideológico al dominio de Morena. A través de mensajes publicados en redes sociales, ambos actores han dejado entrever la intención de formar una oposición conservadora que trascienda el discurso tradicional de los partidos de derecha en México.
El detonante de esta conversación fue un tuit del magnate Salinas Pliego, quien evocó una charla con Tumbaburros sobre la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez. En su mensaje, Salinas insinuó que la estrategia de López Obrador para impulsar a Gálvez como candidata a nivel nacional habría tenido como objetivo neutralizarla como contendiente fuerte en la Ciudad de México. «El viejo es maquiavélico», escribió, en una declaración que sugiere que la política nacional estuvo determinada desde Palacio Nacional.
Por su parte, Tumbaburros, conocido por su retórica libertaria, no se quedó atrás. En su respuesta, calificó al partido Morena como el rostro local de una «izquierda progresista internacional» organizada a través del Foro de Puebla.
En su mensaje, el consultor señaló que en México no existe una oposición verdadera a este modelo político, asegurando que él y Salinas trabajan en su construcción: «La única oposición… es la derecha conservadora y liberal en lo económico», enfatizó, rematando con un provocador: «Es momento de que esos perros zurdos se empiecen a preocupar.»
El vínculo entre Salinas Pliego y Tumbaburros no se limita al ámbito nacional. Ambos han participado en eventos de corte conservador como la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Buenos Aires, presidida por Javier Milei, un político que desde Argentina se ha convertido en el rostro de un nuevo ultraliberalismo en América Latina.
En este contexto, la alianza con Eduardo Verástegui, quien planea fundar un partido político en 2025 basado en valores familiares y la moral católica, se presenta como un intento de consolidar un bloque conservador transnacional.
El peso de estas conexiones no debe subestimarse. Verástegui ha trabajado de cerca con figuras como Donald Trump, mientras que Salinas Pliego ha utilizado su influencia económica y mediática para incidir en la conversación pública. Tumbaburros, por su parte, ha asesorado campañas presidenciales en diversos países, incluyendo al propio Milei, con quien comparte una visión libertaria que pone en el centro la libertad económica y la desregulación del Estado.
La narrativa de Salinas y Tumbaburros llega en un momento clave. Con el arribo de las elecciones de 2024, la política mexicana se encuentra en una encrucijada. Mientras Morena consolida su hegemonía, los partidos de oposición parecen desgastados y sin rumbo claro. Ante este vacío, el discurso conservador-libertario podría resonar en sectores desencantados.
La celebración conjunta de Salinas Pliego y Tumbaburros en el Hotel Four Seasons de Buenos Aires, cuando el Bitcoin alcanzó los 100 mil dólares, no es un detalle menor. Esta anécdota, aparentemente trivial, ilustra la convergencia de intereses entre un empresario con inclinaciones libertarias y un consultor político que busca articular un discurso radical en México.
En un México polarizado, el intento de Salinas y Tumbaburros por levantar una oposición conservadora puede convertirse en un nuevo actor disruptivo más dentro del intrincado ajedrez político en el país.
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