Ciudad de México.- Con una ola enardecida de juventudes en las calles de Francia y un gabinete presidencial dirigido por Emmanuel Macron en silencio, la extrema derecha se perfila para subir al poder con su abanderada: Marine Le Pen, quien volcó a sus opositores en la primera vuelta electoral y se coloca como vencedora con una agenda ultraconservadora nacionalista que iría contra derechos de mujeres.
Es así que, el padrón electoral francés en esta primera vuelta, ha mostrado su amplia preferencia por el partido ultraderechista Agrupación Nacional y el paso siguiente, es permanecer a la expectativa el siguiente 7 de julio, que se avecina con la segunda vuelta electoral.
Ante este panorama, queda una certeza: la extrema derecha se sostiene y avanza contundentemente en todas las regiones del mundo, amenazando así, el goce de garantías políticas que se creían irrevocables y que golpean principalmente la integridad de mujeres y comunidad migrante a través de la privación de derechos sexuales, reproductivos, de libre migración y el punitivismo como arma.
Una estrategia basada en discriminación: la ultraderecha contemporánea
La ultraderecha y el apellido Le Pen, se leen en el mismo renglón; hija del político Jean Marie Le Pen, Marine Le Pen, abogada y política apareció como un chispazo en Francia, tomando así el control del Frente Nacional (que en 2018 cambiaría el nombre a Agrupación Nacional) en 2011.
Bajo la dirección de Marine Le Pen, la ultraderecha tocó las puertas de las elecciones presidenciales en 2 ocasiones, -2017 y 2022, respectivamente-, sin embargo, en la segunda vuelta electoral, Emmanuel Macron resultó victorioso con un margen diferencial de hasta 30 puntos.
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De esto último, deviene que el triunfo de Marine Le Pen, más que una sorpresa, es un anuncio que se gestó en los últimos años y que esta vez, deja a Macron en la lona gracias a una estrategia que se cimenta en discursos nacionalistas ganándole a Marine Le Pen el apodo de la «mujer que desatanizó» a la ultraderecha, según medios locales.
Y aunque esto último parezca un ensalzamiento a la carrera de la política francesa, en realidad, es una mirada a cómo las políticas antiderechos evolucionan y se adecúan a la colectividad para producir empatía y ganar cancha.
Ejemplo de esto, se encuentra en personajes que instrumentalizan el nacionalismo, el sexismo, machismo, punitivismo, racismo y demás sistemas de opresión para constituir, así, una derecha poderosa que posee una aprobación generalizada alrededor del mundo; Javier Milei en Argentina, el ultranacionalista Partido Liberal de Austria. el ultraderechista Víktor Orbán en Hungría, el derechista Santiago Peña en Paraguay y por supuesto, el Partido Acción Nacional en México, por mencionar algunos.
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Para entender cómo la derecha ha ganado terreno a nivel internacional, Cimacnoticias entrevistó a la internacionalista Arlene Ramírez y a la analista de geopolítica Nydia Egremy quienes convergen en una misma idea: El ascenso de la extrema derecha prospera en momentos de debilidad económica, negligencia, corrupción y crisis inmobiliarias – financieras.
De esta forma, ambas académicas explayan que es el desencanto de los gobiernos de centro – izquierda lo que alimenta el hartazgo social y paralelamente, abre la brecha para el ultranacionalismo, algo que Nydia Egremy nos recuerda de la siguiente forma:
“La derecha ha usado ese desencanto para ganar votos de quienes no conocen – ni les interesa conocer – las causas que originan la inmigración, los separatismos, el Brexit o la grave crisis energética. Por eso han prosperado partidos como PN el de Marine Le Pen en Francia, el de Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni con el lema: “Dios, patria y familia” o en Argentina, con supuesto ‘anti-sistema’ Javier Milei que cobró fama con este, como uno de sus postulados: “No tengan miedo, den la batalla contra el zurderío, que se la vamos a ganar, somos superiores productivamente, somos superiores moralmente; esto no es para tibios, ¡Viva la libertad, carajo!”
En el caso particular de la victoria anunciada de Marine Le Pen, basta con mirar hacia una de las cuestiones más importantes que enfrenta Francia: el flujo migratorio y la discriminación étnica.
En este espacio, se recuerda el asesinato de un adolescente de origen argelino en manos de la policía francesa en 2023 y el homicidio de la argelina Zineb Redouane tras ser golpeada con un gas lacrimogeno en 2018 por parte de la policía francesa, cuando realizaba una manifestación frente a su apartamento.
Asimismo, se señala que en los últimos años la discriminación se recrudeció, según documenta Aministía Internacional, son las mujeres y niñas musulmanas quienes se ven fuertemente atravesadas por la violencia racista.
Mujeres migrantes resisten y la ultraderecha avanza
El número concreto de personas que no cuentan con documentación y que provienen mayoritariamente de Asia y África, es desconocido, sin embargo, el ministro de interior Gerald Darmanin, ha señalado para France24 que el número oscila entre las 600 y las 900 mil personas.
De acuerdo con el partido de Agrupación Nacional, miles de personas, mujeres y familias eligen Francia por contar con un sistema social incluyente, algo que Arlene Ramírez explica en entrevista con Cimacnoticias, señalando que el modelo migratorio de la Unión Europea ha facilitado el flujo migratorio, sin embargo, este escenario ha desarrollado un doble discurso para alimentar el racismo y abrirse camino entre la población ultranacionalista, pues de acuerdo con los discursos de Marine Le Pen es momento de detener el flujo de recursos otorgados a estas comunidades y encauzarlos a la ciudadanía francesa.
Una premisa que llama a la competencia y al discurso de odio, algo que, Nydia Egremy señala, se ha utilizado como herramienta de la derecha para infundir el miedo sectores fácilmente movidos por esos sentimiento, para que se sientan en competencia con otros sectores menos favorecidos económicamente o contra los inmigrantes. Son los ‘nativos originales’ de la tendencia llamada ‘nacionalismo étnico’ que rivaliza con otros nacionalismos: (los húngaros contra europeos occidentales; ucranianos contra rusos; anti-kurdos y anti-islámicos).
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Es así que la premisa de la estrategia ultraderechista es concreta: Perpetuar el punitivismo y convertir a Francia en un espacio hostil para detener la migración.
Esto último, lo documenta el reportaje “La théorie de l’appel d’air, un «mythe» au cœur de la loi immigration” de Romain Moreno para France24, quien expone que, a pesar de que la Asamblea Nacional propague la idea de que se puede disuadir a los inmigrantes de llegar a Francia, en realidad, no existe ninguna certeza que avale la postura que el partido se ha dedicado a ostentar en sus discursos.
«La distribución de inmigrantes y refugiados no tiene relación alguna con la generosidad de la protección social: es un mito que nunca ha sido demostrado», (Institut Convergences Migrations)
Según documenta Le Monde, la principal razón por la que personas indocumentadas llegan a Francia, es con el objetivo de acceder a un buen trabajo o iniciar una carrera universitaria
De esta manera, se entiende que hombres y mujeres llegan a Francia con el objetivo de lograr una calidad de vida óptima y el desarrollo profesional; una inserción que se recrudece en la mujer migrante, que migra mayoritariamente sola en Europa, documenta Roca Girona en la Revista de Antropología Iberoamericana de Madrid.
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Paralelamente, la mujer migrante en Francia se enfrenta a la interseccionalidad de la violencia; violencia sexual, edadista, económica, racial y glotofóbica, denuncia la Comisión Europea quien, además arroja que son las mujeres migrantes quienes presentan mayores grados de estudios que sus congéneres, sin embargo, eso no las protege del desempleo y de la precarización, sino todo lo contrario; luchan por su participación económica y social.
Todo esto, resulta en un discurso interesante, explica Arlene Ramírez, pues Francia ha gozado de ser un estado precursor en el tema de derechos humanos con una agenda progresista que otorgó derechos únicos a mujeres y migrantes, sin embargo, hoy podemos entender que esta visión no solamente se encuentra en una posición vulnerable, sino que amenaza en un retroceso social.
La victoria de Marine Le Pen llegó al panorama internacional como un recordatorio de que la violencia sistémica y la ultraderecha nunca se extingue; se mantiene latente y desde la trinchera, sólo queda cuestionar, evidenciar y replicar el grito que se ha convertido en bandera de las más recientes manifestaciones en Francia: ¡No pasarán!
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