Ciudad de México.- México se hundió en la peor crisis económica de la segunda mitad del siglo XX con el “error de diciembre” de 1994, hace exactamente 30 años, un colapso que dejó sin patrimonio a millones de familias y quebró miles de empresas, de cuya responsabilidad se culpan mutuamente los priistas Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, pero cuyas consecuencias las siguen pagando los mexicanos con la gigantesca deuda del Fobaproa.
El martes 20 de diciembre de 1994, a tres semanas de la toma de posesión de Zedillo como Presidente de la República, comenzó la macrodevaluación del peso y se esfumó definitivamente la fantasía del ingreso de México al Primer Mundo tras de un año electoral convulso con la declaración de guerra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la ola de secuestros de millonarios, el magnicidio del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, y el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general de ese partido y excuñado de Salinas de Gortari.
En los últimas dos semanas de 1994 y las primeras de enero de 1995 la economía mexicana se colapsó con el vencimientos de deuda por 29 mil millones de dólares, que multiplicaban por cinco la reserva de divisas del Banco de México, ante cuyas consecuencias, conocidas como el “efecto Tequila”, intervino el gobierno de Estados Unidos con un crédito a México por 20 mil millones de dólares para pagar sus compromisos a cambio de dejar en garantía la renta petrolera.
Además de este crédito del gobierno de Estados Unidos que encabezaba William Clinton, México contrató otros adeudos, como los 10 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), 7 mil 800 millones del Banco de Pagos Internacionales (BPI), así como 3 mil millones del Banco Mundial y el Banco Interamericano.
Los efectos de la devaluación del peso en más del ciento por ciento y la caída anual de -6.9% del Producto Interno Bruto, mayor a la registrada desde la Gran Depresión de 1929 y de la crisis de 1982, se tradujeron en el despido de un millón de trabajadores por el cierre de empresas y la quiebra de los bancos que Salinas privatizó para beneficiar a sus amigos.
Zedillo, a su vez, rescató a estos mismos bancos y a grandes empresarios mediante el Fondo de Protección al Ahorro Bancario (Fobaproa), cuyas deudas privadas las convirtió en públicas en la Cámara de Diputados, en diciembre de 1998, con el apoyo del PAN presidido por Felipe Calderón y la oposición del PRD, que encabezaba Andrés Manuel López Obrador.
En derrumbe económico también destruyó la idea vendida por Salinas de que México estaba ya en el Primer Mundo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, con Estados Unidos y Canadá —cuya vigencia comenzó el primer minuto de 1994— y su ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en mayo, lo que agudizó una crisis política por las fraudulentas elecciones en Tabasco y Chiapas, donde estallaron conflictos que abortaron el Acuerdo Político Nacional entre el gobierno entrante y los partidos políticos.
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En febrero de 1995, renunció el gobernador priista de Chiapas, Eduardo Robledo Rincón —padre del actual director general del IMSS, Zoé Robledo—, pero en Tabasco se retractó de su dimisión Roberto Madrazo Pintado, quien llegó al cargo mediante un gasto de 241 millones de pesos, como lo comprobó López Obrador, su rival, quien llegaría a la Presidencia de la República en 2018.
También en medio de esta crisis económica y política se integró, el 1 de enero de 1995, la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a la medida del nuevo gobierno, la misma que desaparecerá con la elección de los juzgadores en junio de 2015, exactamente a tres décadas de su creación.
En buena medida, lo lo que hoy vive política y económicamente México tiene su origen en la gran crisis de 1994, cuando comenzó el declive imparable del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el modelo de desarrollo financió en el neoliberalismo, que aún duró otros tres lustros.
Salinas acuñó la frase el “error de diciembre” para culpar a Zedillo del colapso económico que estalló el 20 de enero de 1994, pero en cuyas horas previas, el lunes 19, se filtró información sobre la devaluación del peso a prominentes empresarios que se beneficiaron del caos.
Robert Rubin, entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, dijo que en México se originó “la primera crisis global del siglo XXI”, como consecuencia no sólo de una decisión, sino de “desequilibrios acumulados por varios años”, lo que implicaba que la responsabilidad era de Zedillo, pero también de Salinas.
A su vez, Michel Camdessus, director-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), afirmó que la crisis ocurrió porque México “bajó la guardia y los mercados ejercieron la disciplina”.
La versión de Zedillo sobre el colapso económico de México en diciembre fue que, en efecto, no obedeció a un sólo factor, sino que la crisis se gestó por años, aunque mencionó la sobrevaluación del peso y el déficit de cuenta corriente.
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“Hoy podemos apreciar —dijo— que la crisis se fue gestando durante mucho tiempo. Su naturaleza y su magnitud no pueden ser atribuidas a un sólo hecho o a una determinada decisión de política económica. Ciertamente, hubo razones para que la crisis estallara con tanta fuerza. Una de ellas fue que durante muchos años un fuerte y creciente déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos se financiara con entradas de capital volátil”.
Agregó: “También influyó que se financiaran proyectos de largo plazo con instrumentos de corto plazo; que se permitiera, más allá de lo prudente, la apreciación del tipo de cambio real y que, frente a cambios drásticos en las condiciones internas y externas, las políticas financieras hayan reaccionado lentamente o en un sentido muy riesgoso, como en la dolarización de la deuda interna que supuso el crecimiento de los Tesobonos”.
Pero Salinas de Gortari ha dicho que la responsabilidad recae sólo en Zedillo, quien rechazó su propuesta de devaluar la moneda diez días antes de la toma de posesión y, además, porque avisó a los empresarios el cambio en la política monetaria que implicó la salida de capitales.
En su libro “México, un paso difícil a la modernidad”, editado en 1996, Salinas de Gortari describe dos reuniones realizadas en la biblioteca de su casa el sábado 19 y el domingo 20 de noviembre de 1994, a las que asistieron, entre otros, Pedro Aspe y Jaime Serra Puche, secretarios de Hacienda saliente y entrante.
“Al tomar la palabra manifesté mi interés en que la nueva administración se iniciara en las mejores condiciones económicas; si para el efecto se requería operar una devaluación, comenté, estaba dispuesto a asumir esa responsabilidad. Enseguida solicité la opinión de los presentes”.
Salinas asegura que Aspe no estaba de acuerdo en devaluar antes de la toma de posesión, entre otras razones porque no tendría tiempo para implementar el paquete general de política económica imprescindible en estos casos.
Puntualiza Salinas: “Aunque Zedillo favorecía una devaluación del peso, no objetó estas consideraciones. Tampoco Serra”.
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El relato de Salinas sobre el “error de diciembre” incluye la calidad del gabinete de Zedillo, el desmantelamiento de los funcionarios de la SHCP, el pésimo paquete económico para 1995 y el mal manejo de las reservas internacionales con que inició su gobierno para cubrir el déficit de la balanza comercial.
Pero además, acusa, Zedillo y sus funcionarios entregaron a los empresarios información privilegiada sobre la devaluación mayúscula que venía.
“Esta información resultó letal —acusa Salinas—, pues los empresarios la utilizaron para cubrir sus deudas en dólares. Aquellos dirigentes empresariales supieron en ese momento que el gobierno estaba dispuesto a devaluar más allá de lo permitido por la banda”.
Atiza Salinas: “No fueron extranjeros, sino unos cuantos mexicanos los que vaciaron las reservas internacionales. El 21 de diciembre, en pocas horas, el país perdió la mitad de sus reservas internacionales. Sin reservas no era posible mantener el tipo de cambio ni enfrentar las obligaciones adquiridas, entre ellas los Tesobonos. El desplome de las reservas internacionales en los días de diciembre de 1994 fue provocado por mexicanos que tuvieron información anticipada sobre la devaluación y se lanzaron a comprar divisas. Esto está confirmado con datos que presentó el FMI en un documento oficial”.
Después de las dos devaluaciones, la del 20 y la del 22 de diciembre, Serra Puche renunció como secretario de Hacienda, el 30 de diciembre, y fue sustituido por Guillermo Ortiz Martínez, quien rescato los bancos con el Fobaproa.
Ya en 1995, cuando ya iban cuatro devaluaciones del peso, Zedillo concedió una entrevista al diario “The New York Times”, el 14 de marzo de ese año, en la que aseguro que la causa de la crisis eran los Tesobonos y reconoció que él no lo había advertido:
“No fui capaz de ver la gravedad de la gran deuda de corto plazo que México contrajo mediante emisiones gubernamentales de Tesobonos… Las cosas eran más graves que (el hecho de no) haber devaluado antes; ésta hubiera sido una medida insuficiente que sólo habría pospuesto la solución a un problema fundamental: La dependencia de México de los enormes flujos de capital extranjero de corto plazo para financiar el déficit de la cuenta corriente… No estaba consciente, por una parte, de lo rápido que había cambiado la estructura de la deuda interna. Tomé conciencia del problema de los Tesobonos en diciembre”.
Es decir, el gran economista, rodeado de grandes economistas, nunca se dio cuenta de este inmenso problema creado por Salinas, su mentor, hasta que llegó a la Presidencia de la República.
La crisis conocida como el “error de diciembre”, que devastó la economía de México y de sus familias, exhibió la falso milagro mexicano, generó cambios político, aunque la misma política económica se extendió todavía hasta el 2018.
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