Por Gema Villanueva
En el corazón de Mirasierra, un barrio en constante crecimiento, se encuentra el Gimnasio York, un lugar que ha sido testigo de la evolución de la educación física en la ciudad desde 1965.
Detrás de este proyecto hay una familia apasionada y comprometida con la salud y el bienestar de sus clientes.
Salvador Alcázar Aguilar, director del gimnasio, es el líder de esta familia que ha logrado trascender a lo largo de los años por su enfoque innovador y personalizado.
La energía y la pasión de los entrenadores y clientes impresionan al visitante desde aquella primera apertura en la calle Corona, centro histórico. De oficio soldador, Salvador Alcázar fabricó con sus máquinas y sus manos las primeras pesas y aparatos que copió de catálogos, manuales y de la observación en otros gimnasios. Se convirtió entonces en el pionero del fisiculturismo en la ciudad.
Una sonrisa cálida y una filosofía deportiva, repite a los entrenadores a diario como si fuera un mantra:
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“Respeten a las personas, respeten su físico, estructura, dinámica y biotipo”.
Luego de mantener por unos 25 años su gimnasio en Valle de las Flores, a sus 78 años decidió reiniciarse y acaba de abrir las puertas de un nuevo local en la colonia Ciudad Mirasierra, uno de los sectores más populosos de Saltillo, donde la demanda de bienes y servicios es creciente.
“Me di cuenta de que este no era un gimnasio más, sino un lugar donde la educación física se vive de manera integral”, dice sobre el concepto que ha orientado las diferentes etapas de “el York”.
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A través de sus 60 años de existencia, el York ha dado numerosos campeones, desde por los tempranos setenta, Alcázar fue “Míster Coahuila”.
Prioridad
Con una serie de conceptos, frases para la motivación e inclusive para la explicación de deficiencias, Salvador Alcázar suele referirse al Sistema de Prioridad que, obviamente, consiste en trabajar los aspectos que una persona a escala individual necesita para su mejoramiento físico.
Alcázar fue principalmente autodidacta, luego perteneció al Comité Olímpico Internacional, donde aprendió lo teórico de la preparación física, pero fue la práctica de la educación física lo que le ayudó, dice, a desarrollar el “ojo de buen cubero”.
El objetivo es atender las necesidades de quien llega a su gimnasio, donde –a diferencia de su competencia– no cobra el entrenamiento personalizado.
En muchos gimnasios, ejemplifica, el entrenador te pone a hacer 40 minutos de ejercicio cardiovascular en elíptica, bicicleta o caminadora. “La realidad es que se están deshaciendo de la persona que no logrará sus objetivos”.
En su caso, suele advertir por conversación o por observación cuando existen desequilibrios físicos, hormonales, mentales y, a partir de identificar eso, comienza a trabajar en un plan de entrenamiento personalizado.
Por ejemplo, la mayoría de las personas son diestras y, cuando llegan a su gimnasio, identifica de inmediato si tienen poca fuerza en el costado izquierdo. A partir de ahí emplea una serie de ejercicios con aparatos para fortalecer el costado débil.
Lo mismo con la coordinación. La mayoría de las personas, por sedentarismo, tienen problemas de coordinación. Entonces, Alcázar trabaja en su aerodinámica, en la coordinación de manos, hombros, cintura, rodillas, con 20 o 30 minutos de entrenamiento que ayuden también a aumentar sus capacidad cardiopulmonar y muscular. Es la clave del éxito del gimnasio, dice.
Salvador y su equipo trabajan con cada cliente para identificar sus necesidades individuales y crear un plan de entrenamiento personalizado. “Tomamos en cuenta los desequilibrios físicos, hormonales, psíquicos y mentales”, explica Salvador. El objetivo es lograr un cambio integral y duradero, no sólo enfocarse en la estética.
Trabajo en equipo
“El núcleo de convivencia se fortalece en el entrenamiento”, afirma Salvador.
Los clientes pueden trabajar en equipo, compartir experiencias y apoyarse mutuamente. Me pareció emocionante ver a matrimonios y familias entrenando juntos, creando un ambiente de camaradería y apoyo.
Junto con Salvador Alcázar, trabaja en el gimnasio su nieto Ilvin, así como otros integrantes de su familia que suelen entrenar a otras personas o participar en tareas administrativas.
La seguridad y la prevención son fundamentales en el gimnasio. Salvador presume que nunca han tenido lesiones graves y que los entrenadores están capacitados para prevenir lesiones y trabajar de manera segura.
“Nunca queremos ver a una persona que esté entrenando sola y aislada”, comenta Salvador. En su lugar, buscan crear un ambiente de equipo y apoyo, donde los clientes se sientan motivados y acompañados en su proceso de entrenamiento.
La pasión por la educación física de Salvador Alcázar es contagiosa.
“El ejercicio revierte los problemas de mucha gente y está comprobado científicamente”, señala. El Gimnasio York no sólo es un lugar para entrenar, sino un espacio para crecer y mejorar como persona. Salvador afirma que muchos de sus clientes han logrado superar problemas de salud y mejorar su calidad de vida gracias al entrenamiento personalizado y el apoyo de su equipo.
Con una historia de 60 años, el Gimnasio York sigue creciendo y mejorando. Los futuros proyectos incluyen la implementación de box profesional y otras actividades de preparación física en Mirasierra.
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