Ciudad de México.- Un llamado de ayuda al Estado mexicano para que: ¡Pacten la paz!, fue el mensaje que emitió Cecil Flores, Madre Buscadora de Sonora, en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, durante la presentación de su libro Madre Buscadora, Crónica de la desesperación, esto para pedir que les permitan realizar la labor de búsqueda de sus seres queridos, sin ser amenazadas de muerte por parte de los grupos criminales.
“Mis hijos son mi fuerza para seguir adelante pero mis desaparecidos son mi prioridad para seguir viviendo. Así que no me voy a rendir, ni me voy a cansar y voy a seguir luchando como hasta el día de hoy, hasta que el presidente de la República vea la necesidad que tenemos las madres de que se abran las puertas”.
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), actualmente, en México hay 112 mil 197 personas desaparecidas, cuyas familias no saben nada de ellas desde hace semanas, meses, años y han sido las madres y familiares de las víctimas quienes han emprendido colectivas de búsqueda para realizar actividades que el Estado mexicano no ejerce: encontrar a las y los desaparecidos.
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La activista prosiguió, “que abran las puertas y que sean ellos los que tengan que pedirle una tregua de paz a los cárteles, porque afirmó, son los gobiernos quienes tienen la responsabilidad y, no las madres ni los obispos. El gobierno puede hacer una tregua de paz con los cárteles y pedirles que si los matan, no los desaparezcan, porque cuando desaparecen a una persona desaparecen a una familia entera, además de que dejan a huérfanos con miles de preguntas que no tienen respuesta”.
Ese llamamiento Ceci Flores lo llevó en un evento que contó con la participación de la actriz Julieta Egurrola, del escritor y periodista Héctor de Mauleón, así como del abogado de la activista Carlos Azeem Sánchez.
Durante el evento, la activista contó que había escrito el libro como un testimonio y para que la sociedad pueda ser un poco más empática al escuchar este tipo de temas, ya que normalmente son temas que se pasan de largo o de los que no nos queremos enterar, hasta que lamentablemente nos toca vernos reflejados en el espejo y vivir una situación así de cruenta.
Manto de esperanza
Durante el evento de presentación del libro, la activista desplegó una manta para hacer oír la voz de las Madres Buscadoras de Sonora, en la se podía leer: “Los grupos criminales ocupan mantas para mandar mensajes yo las ocupaba para cubrir a mis hijos del frío. Pido tregua entre cárteles, no necesitamos más muertos. Todos merecemos ver crecer a nuestros hijos y celebrar sus cumpleaños con pasteles y no buscándolos entre la tierra ¡Pacten la Paz!
Durante su intervención en la presentación Ceci, compartió con la audiencia, “Yo tengo mucho miedo, pero el miedo más grande es no volver a ver a mis hijos”, la activista señaló que aunque la amenacen enviándole mensajes de violencia, responde: “Yo les digo, que más de lo que me han hecho, no me pueden hacer, porque al llevarse a mis hijos, se llevaron mi vida. Y lo que ven aquí es una madre que tiene la obligación de seguir de pie, caminando y respirando hasta encontrar a sus hijos”.
Durante el evento de presentación del libro, la activista desplegó una manta para hacer oír la voz de las Madres Buscadoras de Sonora, en la se podía leer: “Los grupos criminales ocupan mantas para mandar mensajes yo las ocupaba para cubrir a mis hijos del frío. Pido tregua entre cárteles, no necesitamos más muertos. Todos merecemos ver crecer a nuestros hijos y celebrar sus cumpleaños con pasteles y no buscándolos entre la tierra. ¡Pacten la Paz!
Durante su intervención en la presentación Ceci, compartió con la audiencia, “yo tengo mucho miedo, pero el miedo más grande es no volver a ver a mis hijos” (…) y lo que ven aquí es una madre que tiene la obligación de seguir de pie, caminando y respirando hasta encontrar a sus hijos”.
Continuó su relato: “las Madres Buscadoras, no tenemos el apoyo de las autoridades para buscarlos, entonces, es lo que hemos pedido siempre, no pedimos justicia, queremos que nuestros hijos tengan un lugar digno donde descansar, que las madres los podamos arropar por última vez”.
“Porque no le hacemos daño a nadie, solo queremos un lugar digno para ellos y un descanso para las madres de esta agonía, creo que la agonía de no saber dónde están es lo que nos va matando, lentamente”. Detalló que muchas madres en la desesperación por no encontrar a sus hijos se van enfermando hasta que fallecen, convirtiéndose en estadísticas.
Ceci refrenda su mensaje: “yo no quiero ser una de esas madres, yo quiero encontrar a mis hijos. Y por eso aunque tenga miedo, no me voy a rendir y no me van a callar, voy a seguir alzando la voz hasta que llegue a la persona correcta, a la persona que le arrebato la vida y la libertad a mis hijos y, que me diga dónde puedo encontrarlos, hasta ese día voy a dejar de luchar, o hasta que pierda la vida”, puntualizó.
Dentro del activismo que ha realizado a partir de la publicación de su libro, también posteó en la red social X, un mensaje: “Pido a dios todos los días que seamos la última generación de madres buscadoras. Que jamás una familia vuelva a estar incompleta. Ruego a los carteles un pacto de paz para que no haya más muertes ni desaparecidos y nos dejen buscar, solo queremos despedir a nuestros niños”.
Búsqueda incesante
Voltear a otro lado, no es solo una característica de la sociedad, también recae el peso en el Estado mexicano ya que por omisión o desconocimiento de la problemática de las madres buscadoras no actúa con la eficacia requerida para este tipo de situaciones. Aunque bien es cierto, que otorga un mecanismo de protección a personas defensoras de los derechos humanos, no ha sido suficiente para atender situaciones tan complejas.
“A pesar de ser desplazada por el crimen organizado y acogida por el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de los Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, desde julio de 2021, continúa con las búsquedas en campo y también continúa recibiendo a diario amenazas de muerte”, describe en el prólogo del libro, Amalia Escobar Gutiérrez, amiga de Ceci Flores.
A Ceci Flores, la vida le arrebató a dos hijos, Alejandro Guadalupe Islas Flores, desaparecido en Los Mochis, Sinaloa, el 30 de octubre de 2015, quien de seguir con vida, hoy tendría 29 años; Y, a Marco Antonio Sauceda Rocha, desaparecido en Bahía de Kino, Sonora, el 4 de mayo de 2019, quien al día de hoy contaría con 35 años de edad; a partir de esos sucesos, dio por concluido su papel como ama de casa y surgió la activista incesante, que no ha podido parar ni un momento, su búsqueda ha sido incesante.
“La desaparición de decenas de miles de personas se ha convertido en una tragedia nacional que no respeta clases sociales, edad, ni sexo. Por igual desaparecen niños, mujeres, hombres, hijos, padres, hermanos, esposos, esposas, amigos, en una realidad dolorosa para los mexicanos, la cual ni siquiera es atendida de manera adecuada”, relata en la publicación la amiga de Ceci, abonando al entendimiento de la situación que se vive en el país.
Amalia Escobar, quien ha acompañado a Ceci durante su peregrinar y, que ha sido testigo de primera mano de lo que ocurre, comparte: “Miles de personas, sin nombres, a quienes llamamos deudos, gente que sobrevive a la tragedia se dedican a buscar a sus seres queridos. Como fantasmas en las montañas o en el desierto, en los valles o en las colonias urbanas, se mueven silenciosas o silenciosos, buscando un zapato un trozo de ropa, un olor a carne putrefacta que les indique la presencia de un cuerpo”.
Amalia también habla en el libro de la revictimización de la que son objeto las madres o los familiares buscadores de personas desaparecidas: “algunas veces esas mujeres u hombres sufren la desaparición forzada, la muerte, por cometer el –delito- de buscar a sus parientes o seres queridos”.
Refiere, “frecuentemente no saben dónde está el enemigo emboscando, porque en este México no sabemos si el policía que le acompaña es cómplice del mismo delincuente que causó la desaparición. La insolencia de las autoridades también es un gran obstáculo en esta lucha”.
Puntualizó en el prólogo Amalia Escobar, a Ceci Flores, “La tragedia la convirtió en madre buscadora cuando hombres armados se llevaron a sus hijos Alejandro, de 21 años de edad, el 30 de octubre de 2015, en Los Mochis, Sinaloa. Cuatro años después, la madrugada del 04 de mayo de 2019, hombres armados se llevaron a otros dos de sus hijos: Marco Antonio de 31 años, y Jesús Adrián de 15 años de edad. Días después, sicarios le regresaron a su hijo menor de edad con vida”.
Ausencia del Estado
Al final del libro de Ceci, hay un capítulo reservado para su abogado, quien la ha acompañado a lo largo de este peregrinar, Carlos Azeem Sánchez, comparte su visión jurídica al respecto de la situación de las Madres Buscadoras, en un apartado que llamó, consideraciones a la ejecución de las leyes.
Refiere: “Los grupos activistas surgen por la ausencia del Estado, por la necesidad de hacer lo que las autoridades deberían hacer y eso les incomoda de sobremanera. No solo los exponen públicamente, sino que les ofrecen mayores resultados que varias de las Secretarias y de las instituciones y, reconocer y apoyar las labores de los colectivos de búsqueda es aceptar su fracaso”.
“México es el país en el que desaparecen a los desaparecidos. Ante ello, debemos preguntarnos cuál es la prioridad del Estado: ¿Encontrar a la gente o mantener controles políticos por medio de la estadística? Actualmente, las estadísticas de homicidios bajaron, pero las de desaparecidos aumentaron ¿Significa que los niveles de seguridad aumentaron? Haciendo un equilibrio, la situación es muy grave. Sabemos que las cifras oficiales son muy diferentes a las cifras reales y como abogado he visto estos casos más de lo que mucha gente se pueda imaginar”.
El abogado señaló que si las cifras que brinda el Estado mexicano no reflejan la realidad que se vive en el país, sería como tener, una suerte de letra muerta: “la alteración de las cifras sobre las víctimas de delitos se vuelve una trampa social para mantener controles políticos. Dan la sensación a la gente de un –aumento a la seguridad-. Desde luego, no es lo mismo un muerto que un desparecido y las cifras por homicidio disminuyen, mientras que los casos no son denunciados por diferentes motivos”, discurre.
Carlos Azeem Sánchez, describe en el libro, una imagen muy poderosa: “posiblemente, en lo anterior, se explique la tendencia del crimen organizado por no dejar rastro de los cuerpos. Ahora, ya no solo son los asesinatos, sino las desapariciones de los cuerpos –por eso los colectivos encuentran cada vez más crematorios clandestinos-. Sin cuerpo no hay delito”, sentenció.
Durante la presentación del libro Madre Buscadora, crónica de la desesperación, se tuvo la oportunidad de escuchar diferentes voces, la primera actriz, Julieta Egurrola, compartió su experiencia al ser la protagonista y, haber trabajado al lado de su hija, la productora de la película Ruido, que actualmente se puede ver por streaming en la plataforma de Netflix, siendo el relato de la búsqueda de una hija desaparecida, que conduce a la madre a buscar una red de apoyo, donde establece vínculos con otras mujeres cuyas vidas han sido destruidas por la violencia.
La actriz refiere que a lo largo del tiempo ella y su hija han desarrollado un sentido del activismo y una suerte de consciencia social que las ha llevado a estar cerca de diversas causas de las mujeres; la actriz también lanzó a un llamado a no dejarnos como sociedad, a levantar la voz para exigir al Estado mexicano que cumpla con su función que es la de proveer un estado de derecho efectivo y real.
Por otra parte, el escritor y periodista Héctor de Mauleón, expuso durante la presentación del libro un escenario del que son testigos, día con día, las madres y familiares en busca de personas desaparecidas; personas desaparecidas, que ya rebasan más de cien mil los casos, y la búsqueda la realizan sus familiares por su propia cuenta con picos y palas, resultando en una tragedia oculta, donde grupos criminales se pelean la zona.
En los hallazgos más recientes, las Madres Buscadoras de Sonora, encontraron 57 cadáveres en una región Guaymas; a lo largo del tiempo han encontrado más de 2 mil cuerpos ubicados en fosas clandestinas.
El escritor y periodista, Héctor de Mauleón, compartió una anécdota con la audiencia, en la que Ceci Flores le habría comentado al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, “señor presidente, usted conoce el territorio porque lo ha recorrido todo. Pero no sabe lo que hay debajo”, se infiere que las buscadoras sí, porque son ellas las que con ayuda de pico y palas, se abren paso entre el fondo de la tierra, en una búsqueda incesante que las lleve a encontrar los restos de sus seres queridos.
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