Ciudad de México.- La llegada de personas afrodescendientes a nuestro país se remonta a la llegada de la ocupación y genocidio español en América, fueron ellos quienes les trajeron en condiciones de esclavitud a los territorios conquistados. Se estima que entre el siglo XVI y finales del siglo XIX alrededor de 12.5 millones de africanas y africanos fueron traídos para ser traficadas y realizaran tareas forzadas de diferentes índoles.
No obstante, las mujeres africanas esclavizadas resistieron y se rebelaron a estos sistemas de opresión. Las experiencias entre ellas mismas fueron distintas porque provenían de diversas etnias y tradiciones, principalmente del oeste y centro del continente africano.
Mientras que las mujeres españolas fueron limitadas al ámbito privado, las mujeres africanas y afrodescendientes participaron activamente en prácticamente todas las actividades económicas de la época.
Las mujeres africanas esclavizadas buscaron oportunidades para mejorar sus condiciones de vida, tejieron fuertes redes de apoyo mutuo y comunidad, no solo con otras personas esclavizadas, sino también con mujeres y hombres indígenas y mestizas. De esta movilización surgieron la Colectiva de la Costa Ña tun da, la Asociación de Mujeres de la Costa (Amco), Red de Mujeres Afromexicanas, Mujeres Pescadoras del Manglar, Casa de la Mujer Afromexicana, en el municipio de Santa María Cortijos, en los límites de La Costa Chica de Oaxaca y Guerrero, Afrocaracolas y la Red de Mujeres de la Costa Chica, por mencionar algunas.
Desde entonces las resistencias y las causas de esta mujeres han sido documentadas por la transformación de realidades que lograron generar a lo largo del tiempo.
Mujeres afromexicanas transforman realidades
A sus 32 años, María Celeste Sánchez se convirtió en la primera senadora en la historia del país que se reconoce abiertamente como afrodescendiente.
Desde la bancada de Morena en la Ciudad de México, su trabajo legislativo ha estado marcado en favor de la participación política y social de las comunidades afrodescendientes para incidir en el reconocimiento de sus derechos e importancia histórica y cultural, pero también por causas sociales como los derechos humanos, la población migrante y los derechos de las niñas, niños y adolescentes.
Desde su red social X, invitó a “celebrar, visibilizar y compartir el patrimonio cultural africano y afrodescendiente”.
Otras mujeres que han dado la lucha para el reconocimiento y respeto de sus raíces son las integrantes de la Colectiva de Mujeres Afromexicanas en Movimiento (MUAFRO), quienes trabajan para dar a conocer sus aportes, luchas y lo que falta por hacer realidad la igualdad en sus comunidades.
Retomando los datos que aportó el primer censo de la población afrodescendiente, las integrantes de MUAFRO discrepan y piden analizarlos con lupa.
«Por ejemplo, indica que la media nacional de hijos nacidos vivos es de 2.1 hijos por mujer, pero en municipios con 70 por ciento o más de población afro es de hasta 3.3 hijos por mujer. En cuanto a la población económicamente activa, la media nacional es de 62 por ciento, pero en el caso de la población afro apenas llega al 48 por ciento en los municipios con mayoría de población afromexicana, sin embargo al desagregar los datos por sexo, tenemos que el 25 por ciento de las mujeres afro somos económicamente activas», indicó Beatriz Amaro Clemente, integrante de MUAFRO, en entrevista para e Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) en el 2021 con motivo del Día Internacional de las Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, celebrado cada 25 de julio.
Para las activistas, los programas de empleo y los proyectos productivos deben tener enfoque de género, interseccional e intercultural focalizado en la región, acompañados con capacitación para las mujeres en finanzas, mercadeo, con acompañamiento y seguimiento hasta que los casos de éxito sean replicados en las comunidades.
«Estamos llamando al Estado a que lea los datos de manera muchísimo más específica y a que genere las políticas públicas necesarias», recalcó Beatriz Amaro.
“Queremos ser parte del cambio en nuestro país. Estamos siendo constructoras de paz en nuestros territorios, en nuestras comunidades, queremos vivir en paz. Lo que estamos haciendo siempre es con miras a que haya un mejor desarrollo en nuestras comunidades y que haya un mayor bienestar para las familias afromexicanas”, afirmó Evelia Estela Catalán Casiano, también integrante de MUAFRO.
Otro de los temas ejes de lucha es el acceso a la educación, que la historia de la población afromexicana sea incluida en los libros de texto.
«Estamos buscando la educación intercultural, porque de pronto en los programas de televisión, no nos vemos representadas estamos buscando también que los medios de comunicación dejen de ser racistas», indicó Mijaje Jiménez Salinas, presidenta de Mano Amiga de la Costa Chica, A.C.
Las cifras que no deshumanicen
En México, la discriminación se agudiza con las mujeres, más si son mayores, indígenas y pobres, peor aún, si son afromexicanas, también llamadas afrodescendientes.
Apenas en el 2020, por primera vez en la historia de México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), incluyó en sus censos a la población que se conoce como la tercera raíz cultural: la afrodescendiente y que constituye al 2 por ciento de la población nacional: en total 2 millones 576 mil 213 personas, de las cuales la mayoría son mujeres, con el 50.4 por ciento (1 millón 297 mil 617).
Mientras que un año antes, en agosto del 2019, se publicó una anexión al Artículo 2° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que reconoce a los pueblos y comunidades afromexicanas como parte de la composición pluricultural de la nación y así garantizar su libre determinación, autonomía, desarrollo e inclusión.
Seis estados concentran a esta población:
Guerrero con 303 mil 923
Estado de México con 296 mil 264
Veracruz con 215 mil 435
Oaxaca con 194 mil 474
Ciudad de México con 186 mil 914
Jalisco con 139 mil 676 personas
Las carencias en las que viven, la discriminación y racismo que padecen van más allá de lo cultural. Según datos del censo, tienen un nivel mayor de analfabetismo que el promedio nacional, comparado con la población no afrodescendiente y la brecha es aún mayor entre mujeres y hombres. Solo el 15 por ciento de las mujeres afrodescendientes estudian, contra el 34.8 por ciento de los hombres.
TE RECOMENDAMOS LEER: https://www.elcoahuilense.com/pais/exigen-colectiva-501-paridad-en-candidaturas-de-chiapas/