Cuando las mujeres participan en procesos de paz hay un incremento del 20 por ciento en la probabilidad de alcanzar un acuerdo que perdure, explica la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres. Ellas, desde la resiliencia, fortaleza y valentía trabajan en favor de sus comunidades para buscar entornos libres y seguros.
Ejemplo de ello son las mujeres colombianas que trabajan para construir la paz, ya que sin su determinación, la Colombia que hoy se abre,´”plural, inclusiva, con intenciones claras de paz y comprometida con los derechos de las mujeres en toda su diversidad, no sería posible”, asegura Bibiana Aido Almagro, representante de ONU Mujeres en Colombia.
Así lo retrata el documental Cuando las aguas se juntan: una historia de mujeres y paz, donde se retratan mujeres que han creado la propia visión del feminismo de su generación, luchando por la paz, la justicia, la dignidad, la verdad y la no repetición.
Y es que ellas tuvieron un papel central en los compromisos del “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera“ (2016), firmado entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), que protagonizaron ataques contra la fuerza pública y la población civil.
“Ellas han caminado durante décadas llevando a cuestas sus sueños y anhelos trabajando sin pausa para que cada día fuera mejor, por eso, la película no rehúye a las controversias, sino que aviva el surgimiento de ese liderazgo surgido de las mujeres, captura su espíritu luchador que no se dejó vencer por el dolor, y plasma la emocionante resiliencia y fuerza como referente e inspiración frente a las luchas y desafíos en torno a sus derechos que hoy resuenan con los acontecimientos del mundo”, destaca ONU Mujeres.
En esta historia se muestra cómo las mujeres siembran la semilla de la memoria y de la reflexión sobre la importancia de la no repetición en el horizonte de la sostenibilidad de la paz en Colombia.
Mujeres en procesos de paz, justicia histórica
Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres México, destaca que el involucramiento de las mujeres en los procesos de paz no sólo es una cuestión de justicia y de derechos humanos, sino que aumenta la calidad y la durabilidad de la paz.
El organismo señala que a lo largo de la historia, las mujeres siempre han sido las más afectadas por la guerra y los conflictos, sin embargo, también son las personas que más han colaborado en los procesos de paz fructíferos.
Es por eso que en 1915, antes de que se firmara la Carta de las Naciones Unidas en 1945, se creó la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad en respuesta a la Primera Guerra Mundial. En ese momento más de mil 200 mujeres se dedicaron a defender su derecho a participar en la toma de decisiones relacionadas con asuntos de seguridad y de paz.
Entre 1975 y 1995, se realizaron una serie de Conferencias Mundiales de las Naciones Unidas sobre la Mujer que marcaron un punto de inflexión significativo, puesto que en ellas se reconoció a las mujeres como “poderosos agentes de paz”.
En 1975 se presentaron de manera oficial las primeras reivindicaciones relacionadas con una mayor participación de la mujer en la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer, misma que se celebró en la Ciudad de México.
Diez años más tarde, en Nairobi, las perspectivas de las mujeres se tuvieron en cuenta en las operaciones multidimensionales destinadas a consolidar la paz mundial.
Finalmente, en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing en 1995, se reivindicó una mayor inclusión de la mujer en los niveles más altos de toma de decisiones en materia de paz y seguridad.
Fue así como en el año 2000 se llegó a la Resolución 1325, del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la significó uno de los logros del movimiento mundial de las mujeres.
En la resolución se reconocen los efectos de los conflictos sobre las mujeres y las niñas, y se reafirma el importante papel que estas desempeñan para alcanzar la paz y la seguridad, al tiempo que se abordan cuatro pilares interrelacionados: la participación, la protección, la prevención, y el socorro y la recuperación.
En los siguientes 15 años, en las siete resoluciones del Consejo de Seguridad posteriores se abordaron cuestiones fundamentales relacionadas con las mujeres, la paz y la seguridad.
Estas resoluciones ayudaron a reconocer la violencia sexual relacionada con los conflictos como táctica de guerra; a aumentar la participación de la mujer en operaciones de paz; a exigir al personal de mantenimiento de la paz una tolerancia cero en lo que respecta a la explotación y el abuso sexuales por motivos de género; a desplegar Asesores de Protección de las Mujeres; y a reconocer el papel fundamental de las organizaciones de mujeres en la protección de los derechos humanos.
A una mayor participación de las mujeres en la vida pública se reduce el riesgo del uso de la violencia para resolver disputas políticas; a su vez, un aumento en las mujeres en órganos y asambleas representativas está relacionado con menores abusos a los derechos humanos por parte de actores estatales.
OEA
Es así como este camino formó parte de los cimientos que hoy en día permiten a las mujeres ser agentes de paz y trabajar en favor de sus comunidades, pues ellas ponen en evidencia su liderazgo “en la construcción de cohesión social, la promoción de la tolerancia y la gobernanza democrática”, sentencia la OEA.
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