Por Abraham Tobías
#DatoMamuco:
La Gran Barrera de Coral,
en las costas de Australia,
es el ser vivo más grande de la Tierra y
se extiende a lo largo de más de dos mil kilómetros.
Donald Trump sobrevivió a un atentado, y, a decir verdad, fue por un pelito. Estados Unidos debe replantearse la venta de armas. Adquirir una pistola allá es más fácil que comprar cerveza en un Oxxo.
Thomas Matthew Crooks, el tirador, odiaba al expresidente y a los republicanos; y por su acción casi seguro pone a su odiado en la Oficina Oval. La foto de Trump herido de bala en una oreja alzando el brazo, de verdad es “hollywoodezca” y a todos nos gustan esas historias; aunque, aclaro, no digo que quisiera que ganara el magnate inmobiliario.
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Pero ¿qué impulsa a un ser humano a querer asesinar a otro?
Sin duda, todos tenemos la capacidad física de hacerlo, pero unos sólo lo piensan, otros se detienen y algunos son quienes lo cometen. Desde Caín y Abel, Calígula, Jack el Destripador o la Mataviejitas, las razones detrás del homicidio pueden ser extremadamente complejas y variadas, y dependen en gran medida del contexto individual y situacional de cada caso. Sin duda, el asesinato es multifactorial y la serie de motivos o razones son muchas: conflictos personales, disputas intensas, venganzas, celos, enojos extremos o resentimientos acumulados.
¿Cuántos esposos, esposas, novios o novias no han terminado con la vida de su amado por estúpidos celos? ¿Cuántos no han tenido rencillas hasta familiares que ni saben la razón por la cual se iniciaron?
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Problemas mentales, algunas personas pueden estar afectadas por trastornos graves que los conducen a cometer actos violentos. Aaron Hernandez, jugador de la NFL, por ejemplo, tenía una lesión cerebral que le impedía discernir entre el bien y el mal. Otros casos se reflejan en Jeffrey Dahmer o Ted Bundy, hoy funestamente famosos para las nuevas generaciones por los documentales dedicados a sus historias.
Las circunstancias extremas, en situaciones de estrés, en contextos de guerra, violencia doméstica, situaciones desesperadas o miedo… Algunas personas pueden recurrir a tomar esa decisión (matar) como último recurso. Aquí entraría la defensa propia.
Impulsos incontrolables también, en casos de trastornos, como el explosivo intermitente, una persona puede perder el control y actuar violentamente.
También están las causas por dinero y poder, como los atentados hechos por el crimen organizado o los asesinatos de Estado. Los primeros, por controlar territorio; pero los segundos, para eliminar a quien estorba. Hay muchos ejemplos de víctimas, como periodistas, activistas, rivales políticos, etcétera.
También se cometen homicidios por ideologías o creencias extremas, como ocurre con el terrorismo. Se trata de crímenes detonados por el odio o actos políticamente motivados; el homicidio puede ser perpetrado en nombre de ideologías extremas, ya sean religiosas o políticas. Aquí entra el caso Trump: el extremismo en territorio estadunidense está llegando a su límite; y acá, en México, vamos que volamos por el mismo camino, así que debemos tener cuidado.
Los factores sociales y ambientales también están ligados a los asesinatos, como la falta de oportunidades, la marginación social o la exposición a entornos violentos, pues éstos pueden contribuir a comportamientos de las personas que los lleven a atentar contra otro ser humano.
Es importante destacar que cada homicidio es único y puede involucrar una combinación de esos factores. Además, el análisis sobre este acto debe considerar tanto los individuales como los contextuales para entender completamente el por qué ocurre.
Ni un ser humano debería morir en manos de otro, ninguno debería siquiera tener en mente desearlo para alguien más. La vida es de todos y nadie tiene el derecho de quitarla, dejar huérfanos y viudas, pero ¿cuántos de los factores mencionados en esta colaboración son responsabilidad de la sociedad y cuántos de los gobiernos?
¡Viva la vida, chingao!
@AbrahamTobias
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